lunes, 11 de marzo de 2013

EDUCACIÓN PETROLERA
















PRIVADO DE TODO O DE NADA

                                         Privado de todo -o de nada 
                                                                       Escribir                                                                                                                              Jacques Dupin
       Privado de todo -o de nada 
                    Escribir
No sólo con la mano
                          el dolor de los huesos
                          la ignorancia de la sangre
Triturando el dolor
liberando la sangre
                          Escribir
Atraer hacia la silla desfondada
                           tambaleante la mesa
el aliento de un mar
                            el desgarrado.
Esbozar ese alborozo que se atreve con el vacío
     En una opacidad de ave
                                  la del ópalo
entreabrir alas desmesuradas
                                   las del escape
sobre el aletazo del mar

Alfredo SILVA ESTRADA (Inédito)
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PARA UNA "CULTURA DE LA EDUCACIÓN PETROLERA" EN VENEZUELA

 Inidice General:
A. EN BUSCA DE UNA INSPIRACIÓN PROBLEMÁTICA
B. LA METÁFORA DE LA "EDUCACIÓN PETROLERA"
C. LA PERCEPCIÓN DE LA REALIDAD Y SU DESDÉN ETNOCULTURAL
D. ENCLAVE PETROLERO Y EDUCACIÓN NACIONAL

Indice Parcial:
A. EN BUSCA DE UNA INSPIRACIÓN PROBLEMÁTICA.
B. LA METÁFORA DE LA "EDUCACIÓN PETROLERA"

 
“AG.: Sin embargo, yo pienso que hay una manera de enseñar despertando los recuerdos, y es una manera importante, como lo demostrará el objeto mismo de nuestra conversación. Pero si estimas que no aprendemos cuando recordamos y que el que recuerda no enseña, no voy a contradecirte; y por tanto pongo dos objetivos del lenguaje: enseñar o hacer recordar sea a nosotros mismos o sea a otros. Esto es también lo que hacemos cantando ¿Estás de acuerdo?
AD.: No del todo, pues me parece raro eso de que canto para recordar: lo hago solamente por gusto”. (Agustín de Hipona, De Magistro, I, 1).  


“Gente en fin convencida de que el principal bien que hemos de producir y aumentar es la humanidad compartida, semejante en lo fundamental a despecho de las tribus y privilegios con que también muy humanamente nos identificamos”(Savater, 1997, 153).



A. En Busca de una Inspiración Problemática.




            Cuando leí el título de la presente conferencia, que me impuso el programa del evento, tuve la impresión terrible de encontrarme con los cuatro jinetes del Apocalipsis: CULTURA, EDUCACION, PETROLEO, SOCIEDAD. Menos mal que ya uno no es un principiante en teoría, ni en investigación, para lidiar cualquier minotauro que se le presente en el escenario supuestamente “lihgt”, pero realmente fuerte y complejo de las temáticas científico-sociales.

            Pero pronto volteé mi ansiedad y lo que conseguí fueron cuatro actores de una obra de teatro, y los vi, así, de bulto, uno detrás de otro, como reza el título. Entonces, lo primero que pensé fue cómo organizaba la obra de teatro, y para ello tenía que inspirarme para hallar un argumento. O como alternativa, si los pensaba como unos personajes, cómo inventaba con ellos una novela.

Tenía que inspirarme...

Y a ello me dediqué...

Pero si era una obra de teatro o de novela, ajuro tenía que ser “venezolana”:

1)      claro, no sólo por el protagonista del día, que era el bautizo de la Cátedra Libre de Educación Petrolera.

2)      No sólo, por la audiencia presente, que aúpa el acto del protagonismo institucional.

3)      Si no sobre todo por el sujeto-realidad venezolana a la que apunta a transformar la organización de la Cátedra Libre, que como un candelero debe alumbrarse para alumbrar, según los versos de Andrés Eloy Blanco “Bajo la Palma

“Lo que hay que hacer es saber,

alumbrarse ojos y manos

y corazón y cabeza

y después, ir alumbrando”



Para poder cumplir con este objetivo hemos de tener en cuenta la opción antropológica de dicha realidad venezolana, porque, como el sujeto-realidad colectivo encare y signifique la realidad, el mismo se convierte en realidad, y una realidad particular y propia. Tal es el concepto de cultura antropológica que operamos. El sentido de esto es la actualización del argumento del antropólogo Ralph Linton: No se te ocurra escribir una novela, pero si lo haces, tendrás que hacerlo según la cultura u opción antropológica (venezolana).

La prescripción cultural no nos da otra alternativa al desarrollo de nuestra obra de teatro o de nuestro invento novelístico. Tal prescripción cultural es el marco general de la inspiración.

¿Pero el marco específico? Ahora el problema de la inspiración o de la búsqueda del planteamiento de un problema, me exigía tener en cuenta la formalidad de unos términos o nociones, para controlar los posibles desvíos de la inspiración. Me volví para ello a las nociones formales del título mismo. El título mismo de la Cátedra me los proporcionaba: Eran “Educación Petrolera”. Desde aquí comencé a observar cómo sus flancos venían a constituirse, de un lado, por la “Cultura”, y del otro, por la “Sociedad”. Así que la inspiración, es decir, la consecución de un problema que cumpliera del papel de una fechoría para iniciar el cuento maravilloso, y con ello poder enunciar con sentido temático el tinglado de los términos del título con cuya ansiedad me encontré, según les dije al inicio de la conferencia, estaba a punto de aparecer.

Son los flancos de la Cultura y la Sociedad, y específicamente, la pregunta de cómo construir su relación a propósito de la “Educación Petrolera”, la que me tenía que dar la pauta de orientación para obtener un problema apropiado, y que al mismo tiempo abriera las baterías de la Cátedra desde el presente inmediato hacia su futuro promisor. Pues para algo se estaba abriendo la existencia de una nueva Cátedra Libre. Libre para la apertura total a los problemas que vengan o con los que nos topemos; libre para confrontarlos en el pensamiento, y libre para generar problemas a partir de un esfuerzo por sensibilizar las realidades del país.

Hacerse bien las preguntas sobre el país, es producir problemas. Esto es fundamental, porque el país no existe sin la producción de estos problemas a nivel del pensamiento. Esta es nuestra tragedia, más que los niveles de politización, de militarización o del consumismo capitalista, en el país. Sin pensamiento sobre el país, no tenemos país. Fíjense lo que significa inaugurar una Cátedra Libre para el pensamiento sobre dos realidades elementales, por su importancia, que componen el espectro virtual del país. Ya el pensamiento sobre esas realidades elementales como son la educación y el petróleo, toca una área temática que debe ser muy sensible en una “sociedad petrolera”, para nombrar a un colectivo social en cuyo territorio se produce petróleo para el mercado mundial. Son dos temas álgidos: el petróleo, porque este renglón económico siempre ha operado más como “enclave económico” en el país, que como una “cultura del petróleo” que llegue a incidir en el ethos cultural venezolano. Por lo tanto, el petróleo como enclave y como significación superficial (el rasgo rentístico) ha estado de espaldas a la realidad del desarrollo económico y antropológico del país. Trayendo a la memoria mi argumentación sobre la historia de los ferrocarriles en Venezuela, casi no hemos hecho país tampoco con el petróleo, no se ha visto, ni sentido ningún proyecto de sociedad nacional.



B. La Metáfora de la “Educación Petrolera”.



El tema de la educación tiene una gran relevancia porque es el que recibe una de las mayores atenciones ideológicas. Por un lado, se le atribuye una solución mágica instrumentalista para transformar y llevar a cabo los problemas que plantea el desarrollo social, y por otro lado, es el tema que suele entenderse solo hasta la mitad tanto por las políticas sociales como por los actores que lo ejecutan.

El entendimiento mágico instrumentalista de la educación, aparta a ésta de su inserción en la opción antropológica venezolana, no la toma en cuenta; así lo emotivo y lo significativo de los sujetos concretos es inexistente, o, lo que es lo mismo, corre un camino paralelo a la educación, dañando a ésta. La “re-ducción” de la “e-ducación” se localiza en una mentalidad técnica, donde las llamadas “tecnologías educativas” y el entendimiento de la educación como “información”  (instrucción, se decía antes), desproveen al proceso educativo de sujetos portadores de emociones y de sentidos culturales, que les permitan ser capaces de adquirir la “formación apropiada”. De este modo se separa a la educación de los grandes problemas de la sociedad (siendo la educación uno de ellos), porque se la aparta de su política y de su ética, de su reflexión y su pensamiento, de su análisis y su teoría, desde los cuales poder emitir un discernimiento y visión del principio de la sociedad. Cuando hablamos de sociedad nos referimos a un concepto por el que tratamos de explicar que la conveniencia de vivir juntos es ineludible y para ello tenemos que fabricar “artificialmente”, que es lo mismo que decir libremente, los acuerdos de las normas y las leyes porque además ello trae ventajas para todos. Por lo cual, es la forma más favorable como sobrevivencia humana, y al mismo tiempo es la vía para alcanzar la hominización hacia el futuro.     

            Así entendemos que la educación es un problema de sociedad, no de la cultura pues esta se ciñe a lo “natural” como opción antropológica, aunque su planteamiento, desarrollo y conclusión tiene que hacerse con materiales de la cultura, a costa de los materiales de la cultura y para adaptar los materiales de la cultura a favor de la existencia de la sociedad. Es el modo de producir las significaciones sobre la realidad, con su naturaleza étnica y general, el que sostiene la posibilidad de crear el artefacto específico de los acuerdos sociales. La cultura antropológica, por lo tanto, es la circunstancia esencial para poder llegar a la existencia de la sociedad, de desarrollar las relaciones sociales.

            Nuestra inspiración para componer un análisis e interpretación de la novela planteada sobre Venezuela, para retomar nuestra imaginación inicial, comienza en firme cuando tenemos ante sí la caracterización del personaje de la “cultura” en Venezuela, por un lado, y del personaje de la “sociedad”, por otro lado. Porque del juego obtenido de estos personajes, cuya relación representa la clave interpretativa, vamos a observar cómo es, cómo debe ser, y qué es lo que se debe hacer, con esa metáfora  que ustedes se han colocado entre las manos, esa metáfora, no literaria, sino conceptual de la “Educación Petrolera”. Es una metáfora conceptual, porque quiere resolver una cuestión rara o extraña, el que la educación sea petrolera, cuando la educación no necesita que se le ponga ningún adjetivo, porque toda adjetivación de un problema societal, resulta un pegoste. Lo mismo resulta cuando adjetivamos la democracia, la libertad o la paz. Sin embargo, ahí está, con su contradicción, en la formulación identificativa de la Cátedra. Y si está, no se le puede destruir, ni resolverlo despegándole el pegoste de “petrolera”. Con su construcción contradictoria, toda metáfora conceptual, como cualquier metáfora, presenta la pretensión de solucionar un problema, y como tal invita, exige ser solucionado desde dentro del concepto y comprobado en el sitio (in situ), en lo concreto, en lo que ustedes dicen, regional.

            Entonces hay que conseguirle el “locus”, el “hay lugar” al problema de la educación en el marco de la motivación petrolera. Así el petróleo no es simplemente un renglón económico, también se amplifica como un problema social que requiere a su vez una inserción en unos significados de realidad (la cultura antropológica). Es esta proyección societal de dicho renglón económico, la que permite que cuando hablemos de la “cultura del petróleo”, no caigamos en el culturalismo, como si la cultura antropológica fuera un adorno superficial de lo económico y lo social, sino que exprese realidades hondas de lo que los venezolanos debemos querer conforme a cuando decimos “somos una sociedad petrolera”.

            Hemos dicho que la novela es venezolana, y que hay que inspirarse y plantear el problema desde Venezuela y, pragmáticamente, para Venezuela misma. Pues si algo es Venezuela, no es la educación, ni el petróleo, ni la sociedad, es la cultura o su modo de producir significados sobre la realidad. La educación como la sociedad son proyectos e ideas de diseño, universales, de la mundialidad, de lo cual venimos a enterarnos hace unos 50 años, 1948, aunque cuando hay atisbos previos. Y el petróleo es el gran renglón que ha movido y mueve la gran industria mundial capitalista (y socialista, porque los dos han sido y son un mismo modo de desarrollo). Así que estos personajes de la educación, del petróleo y de la sociedad, como cualquier chaqueta o camisa, pueden estar presentes o desaparecer o no haber llegado casi nunca a Venezuela. Pero el personaje de la cultura es nuestra naturaleza, nuestra piel; aunque nos vayamos o salgamos de Venezuela lo llevamos con nosotros, aunque lo califiquemos de portátil (país portátil, hay novela con este título y artículos de periódico), es portátil porque aunque lo desmontemos no podemos dejar de portarlo. Con esto queremos decir, remedando una frase de Levi-Strauss aplicada a la familia, que la particularidad que constituye la cultura es, al mismo tiempo, condición y negación de la existencia de la educación, del petróleo y de la sociedad en Venezuela; es decir, de que el petróleo sea realmente nuestro no sólo en la economía, sino también en lo social y en el pensamiento. 
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Capítulo del libro de Samuel Hurtado: Contratiempos entre cultura y sociedad en Venezuela,
ediciones de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales, Universidad Central de Venezuela, Caracas, 2013  

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