miércoles, 8 de septiembre de 2021

TIERRA LABRANTÍA PARA SIEMBRA DE CIENCIA Y FE

 


Feliz ‘día de Carejas’

en la romería a la ermita de Nra. Sra de Carejas,

8 de septiembre en Paredes de Nava

Sentimiento del pueblo desde la distancia.

El viejo pueblo de la infancia

fantasma en llanura adormitado

con soledad de cielo.

 

Hunde en la nava la cigüeña sus zancas;

desde el humedal su vitualla al aire que gira

su vuelo al ventanario anidado;

torre de San Juan, sin espadaña, eminente;

 

 

Corros, calles, la plaza, y las piedras

edificadas en atrios y torres, veletas

al viento de los siglos.

………..

Cuántas cosas aprendí con el leve fondo

herencia de reemplazo, siembra en mi afán

gratuita: como vagan los grandes ríos señores

de cuencas ofrecidas en edénicas cornucopias,

sus dones repartidos luego

con cósmica generosidad.

…………………..

Cuando vaya algún día al pueblo veré

si aprendí

desde mi recuerdo reducido

a reciclarme

en la de los demás memoria extensiva.

 

 

Samuel Hurtado Salazar: En “El Labrado del lugar”.

La Ciudad Consolada. (Poemario)

Caracas: Ed. FACES – UCV, 2019.

(fragmentos)

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3° y último fragmento del capítulo 1:

‘La figura del padre y la fuerza de la realización familiar’[1]

 

 

Este foco de atención marcó mucho mi propósito por acercarme a entender la historia del pueblo y su función en el porvenir imaginario de mi interés vital. Pero uno no disponía de sitios para enterarse mediante una breve información de dicho temario. Sin embargo, con Ángel Vián, un amiguito un año mayor, primo de aspirantes a monjas de la Caridad, tuve la oportunidad de participar en la entrada a la visitas al hospital de San Marcos regentado por las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl. La hermana Sor Victorina, nos atendía especialmente con todo su sonreír permanente. Aprovechando la oportunidad accedimos a la mínima biblioteca de que disponía la comunidad.

Recuerdo que me prestaron la Historia de Paredes de Nava, escrita por un cura paisano del pueblo de apellidos Teresa León, y una Historia de Palencia, que se refería a la familia condal de los Buendía. Recuerdos borrosos en información, pero claras impresiones indicando la formación necesaria a adquirir. Eso signó mi inconsciente, y de aquí a buscar las poesía de Jorge Manrique, el poeta de las Coplas por la muerte de su padre en el siglo XV.

Jorge Manrique era otro gran ilustre paredeño como los Berruguete, que había nacido en Paredes de Nava; era el tercer hijo del primer conde de pueblo, Rodrigo Manrique, llamado el segundo Cid. Un tío segundo mío, Paco Castellanos Hurtado, me cedió ese libro sobre el poeta; dicho tío versificaba algo, y sus poesías salían publicadas en el folleto de las fiestas del pueblo, otra fuente de donde entretenernos y desahogar nuestra inquietud naciente. De allí pasamos a conocer al primer teatrero en castellano, Gómez Manrique, señor de Amusco (Palencia), tío de Jorge, cuya representación de la navidad en el monasterio de Calabazanos (Palencia), es memorablemente hermosa.

Entre las escasísimas fuentes de información en una población de provincia y entre las inquietudes del aprender, se fueron fraguando las coordenadas del mapa mental. Entre nuestra habilidades y las oportunidades del aprender, las inquietudes se dirigieron hacia el entendimiento de los motivos eclesiales, tanto enseñados en la escuela (tradicionalismo franquista) y practicados en las actividades de monaguillo en las parroquias de San Juan y Santa María que regentaban los frailes.

Se añadía en este momento la motivación práctica del contacto con las monjas y su ambiente conventual y sobre todo la motivación de práctica cúltica en las iglesias con el hermano Felipe, en cuyos marcos actuaba la imagen imantada del Padre Serafín García y la intelectualizada proyección del Padre Félix García Trascasa en la búsqueda de imprimir y trasmitir la idea de la vocación sacerdotal a los chicos del pueblo.   

Existía en el pueblo una organización, denominada La Fraternidad. Estaba encargada de administrar un capital financiero, que la familia Vallejo Nájera había depositado para el favorecimiento de los jovencitos del pueblo. Como familia pudiente, algunos de sus miembros se habían graduado como médicos profesionales y, por consiguiente, habían emigrado del pueblo. Yo tengo en mi biblioteca y trabajado a su vez para mi actividad científica etnopsiquiátrica, el libro de Juan Antonio Vallejo Nájera,  Los Locos Egregios, hijo, que siguió como médico psiquiatra la carrera y el objetivo científico de su padre sobre la patología de la creatividad.

Sabiendo de su origen paredeño me he interesado particularmente en él desde mi labor de etnopsiquiatra en Venezuela, y sabiendo además lo que les debo por su compromiso con su pueblo de Paredes de Nava. Pareciera que se sintieron comprometidos como familia pudiente y exitosa en la sociedad (madrileña) de desempeñarse como benefactores respecto de la gente de su pueblo, y abonaron dicho capital así como su organización de La Fraternidad para dar con el resultado de esa realidad sentimental y altruista. Pues bien, allí nos presentamos para el examen con el fin de ganar la beca de estudios.

Mi fuerte en historia y sobre todo en geografía, más que en las matemáticas, creo que me salvaron en la prueba, ganando la beca  de 350 pesetas. Era el detonante más objetivo para mi salto más allá del pueblo con todavía 11 años. Se podía quedar atrás, y fuera de lugar, mi desempeño de asalariado curtidor o jornalero agricultor, el de comprar pellejos de conejo y de ir a escardar en los campos con una tortilla española para el almuerzo en el campo y en torno al carro de mulas.

Soñé más bien cómo en el segundo piso de la casa y en el pasillo de la escalera, podían mantenerse en pié, sin ringarse, las cuatro tablas sobre troncos de madera para que sostuvieran los cuatro libros de la escuela, los prestados de las monjas, los del tío Paco el poeta y algunos folletos de las fiestas. El tal tinglado, por supuesto era de medidas pequeñas. No sabía cómo armar una mínima biblioteca, testigo de mi inquietud por el pensamiento tan temprana, pero el sueño y su práctica de realidad estaban en trance de realización.

¡Cómo imaginarme desde entonces las dos grandes bibliotecas físicas entre las que pienso, me muevo y sueño o dormito, y a la vez Mi Biblioteca de Autor, expuesta en la minitienda cuya dirección es d3li.me/samuelhurtadosalazar!

¡Cómo imaginarme, si no ahora en la retrospectiva existencial, que estaba calando hondo la instalación de la etnicidad en nuestra historia y proyecto personales! El gran sociólogo francés, Alain Touraine, da cuenta de esta experiencia primordial que se estaba gestando para el futuro, como las raíces de una existencia vital.

 

“No es la compatibilidad entre diferentes culturas lo que está en discusión, sino la capacidad de los individuos de transformar una serie de situaciones y de incidentes vividos en una historia y proyecto personales. Se puede establecer la hipótesis de que aquellos que han llegad a administrar su historia personal han elegido de manera más consciente sus conductas, menos determinada por los obstáculos encontrados, y han concluido en un nivel más elevado de juicios sobre sí mismos. Este planteamiento nos permite conocer el campo personal y colectivo que da sentido a lo que se llama su historia. M. Boubecker tiene razón al introducir aquí la idea de etnicidad, separándola de toda dimensión comunitaria, pero también, claro está de las categorías puramente económicas y sociales. La etnicidad es la capacidad de un individuo o de un grupo de actuar en función de su situación y de sus orígenes étnicos. Está, pues, en relación directa con la orientación de la acción”[2]

 

La antropología se sociologiza (se hace real) en la acción. Hasta los museos (antropológicos) entran en esta dinámica de la acción: acción del pasado traída al presente, para insertar en el futuro. Mi historia estaba incubándose en un proyecto personal arrostrando toda la imaginación de aquella infancia, etnicidad que florecerá en otros sitios, climas y gentes.

¡Siempre acción viviente! Que incluye la ensoñación y la fortaleza de la vida proyectada en medio de las debilidades y dificultades.

¿Fue preparándose, en mi infancia transcurrida en el pueblo, el terreno con verdadero humus para la siembra de la Fe?

En la referencia socializadora uno no sabe, pero ahí están los facta (los hechos) que fueron abriendo los cuencos de los arroyuelos camino del gran río.

La inquietud intelectual estaba sembrada, el ambiente iba colocando los mojones de la orientación: el arte que rezumaban (y rezuman) las iglesias con su arquitectura, pinturas y esculturas, que la enseña turística de hoy asignan a estas Tierras como del Renacimiento (con discípulos de Miguel Ángel, según la propaganda turística), el culto procesional y sus rituales proyectados en el espacio de corros y calles, toques de campanas, carracones y matracas, instituciones religiosas y administrativas que propiciaron la dinámica de nuestra existencia vital, fundaciones sociales de estímulo social para los hijos del pueblo organizadas por exitosa gente de Paredes más allá, en la sociedad urbana, como Palencia, Valladolid y aún Madrid…

Todo lo habíamos cargado. Había que saltar, por lo visto, más allá del pueblo, pero ¿hacia dónde? y ¿cómo? Lo seguro es que la siembra del pensamiento artístico estaba hecha, y, por supuesto, con la inquietud de realización social. La siembra de la Fe iba a traer nostalgias de curas y monjas, a partir de no sólo de la atracción de la simpatía, sino también de prospectivas con compromisos de carácter preadolescente. ¡Hay que ver!: lo subliminal en acción se juntará con el soñar despierto de la etnicidad de la historia personal.

Hoy puedo decir que el pensamiento poético incorporado a nuestro hacer ciencia sociológica con finura antropológica está en plena floración, de forma y contenido, referido al proyecto de sociedad, que le permite la calificación de la alegoría de pensamiento de jardín. Mucho tendrá que ver en esta deriva del pensamiento la inspiración teológica de la Fe, que se me sembró en la familia y en los atrios, torres y bóvedas del ambiente emocional que adquirió el pueblo con los Padres Paúles vinculados a la dinámicas de las parroquias de Santa María y San Juan.    


 



[1] Tomado de Bajo la Enseña del Padre. Tiempos de la ciencia y la fe.(Autobiografía). Doctorado en Ciencias Sociales, Universidad Central de Venezuela, 2020, pp. 20-23. Disponible en la minishop del  autor (Ver Instagram)

[2] Alain Touraine, Un nuevo paradigma para comprender el mundo de hoy. Barcelona: Paidós, 2005: 120-121.