sábado, 26 de febrero de 2022

REFUGIADOS O ASILADOS: TRASPIES DEL SUEÑO

 

                                          
 Cómo salvar los traspiés del sueño.

Juicios duros, sin componendas, que rasgan la existencia sobrellevada.

-“A veces ya no sabes ni de dónde eres, porque ya no perteneces a tu país y hay gente que te hace sentir que tampoco perteneces aquí”.

Javier, periodista perseguido en Nicaragua, puede hablar con la libertad que le otorga su refugio en Alemania, porque “el periodismo independiente está hoy en blogs y webs hechos en el exterior”.

-“Me siento roto por estar  lejos de mi familia. Siento un vacío en mi interior”. Carlos Damseaux saltó de Venezuela a España por razones humanitarias, un salto que cuyo coste está medido en un hueco de afectos al mirarse hacia dentro de sí.

Un asilado no encuentra en la vivienda asignada en el exterior de su país un hogar para sentir de nuevo lo que quedó atrás:

“Una vivienda temporal para solicitantes de asilo no es un hogar para nadie. Sueño con salir de aquí " (Irlanda)[1]

 

Son sueños que se van y se vienen. Lo temporal y la lejanía que dificultan la pertenencia a una geografía ofrecida, se proyectan como un campo traviesa ajeno a la resiembra de las viejas raíces en nuevas tierras de cultura y sociedad. Los afanes del afuera y por si aún el sentido al aire del exterior, marcan la situación del refugiado.

No importa que la referencia del refugiado sea el sueño de  vivir en Europa, como lugar elegido por su seguridad. Pero la seguridad de país no otorga la seguridad interior soñada. El sueño siempre estará operando como clave inconclusa, porque el proyecto ideado no termina hasta tanto se produzcan obras que lo atestigüen como realización.

Mientras tanto habrá traspiés en los sueños y sus voces subirán y bajarán en sus escalas de manifestación de los sueños.

 

¿Por qué estas situaciones de los sueños? ¿Cuáles son sus coordinadas?

Las coordenadas califican largas distancias y aconteceres inarmónicos; las situaciones vienen de desarrollos traumáticos  que mantienen sus diversas duraciones.

 

1. La marcha situacional suele despegarse como huída de acontecimientos indeseables, de amenazas de muertes o de hambres, de persecuciones en razón del género, de populismos agotados por la lógica de la redistribución finiquitada, y en general países que no garantizan ni la libertad ni la seguridad económica y/o política; países cerrados por el fanatismo de la cultura, por la clausura de movimiento poblacional sin alternativas, por el narcisismo que, estancado, opera la caída de las defensas emocionales, por las identidades asesinas que buscan revanchas de tribu.

 

2. Estos acontecimientos traumáticos adolecen como tal del tiempo del pensar, y por lo tanto del generar un espacio de proyecto dentro de la marcha forzada.

 

3. El camino trazado de la huida no está despejado, al menos lo suficiente, para acogerse a una visión plausiblemente tranquilizadora: se pide el asilo, corre el tiempo de la acogida en nación extraña, no se conoce el sitio y condiciones de tiempo y vivienda ¿Cómo comenzar a despegar en la nueva situación, aun cuando tengas la libertad y la seguridad foráneas?

 

Europa suele ser la región de mayor acogida para el mundo entero. Más de 2,5 millones de refugiados habitan allí. El proceso no está concluido porque  medio millón de personas cada año solicitan asilo ¿Qué pretenden en Europa? ¿Saben lo que quieren y cómo lo procuran para no parar en la locura sino llegar a organizarse como inventores en los procesos de la migración? Porque la modernidad se erigió en Europa entre los sentidos de locura y de creación poética. En el vaivén de ambos sentidos se pensó en proyectos de sociedad en la medida que avanzó el proyecto de sociedad moderno.

 

¿Un proyecto de sociedad, si ya pensábamos que había sociedad y el proyecto quedó atrás por utópico?

El refugiado en Europa piensa que ya el mundo está del todo hecho en esta región, y simplemente vienen a acogerse, y con ello, a disfrutar lo que a Europa de costó siglos y guerras para obtener el pensamiento de la sociedad como proyecto. El refugiado observará que también aquí hay necesidades que satisfacer y problemas que solucionar. Ante este descubrimiento pudieran pensar en el regreso a su país; pero no, tendrá que esforzarse por entrar de lleno en la sociedad del país abierto a su aventura de migración.

 

El esfuerzo no será fácil porque a pesar de la acogida oficial, queda la acogida oficiosa de todos los días a enfrentar con los naturales del país. Porque el refugiado puede ser un valor para ese país, pero también un problema a solucionar de todo tipo: económico, político, emocional, cultural, como modos distintos de vivir y convivir. En este proceso, el refugiado se encuentra que tiene que cambiar un poco o mucho su modo de convivir, y ello es una ocasión excelente para adquirir un plusvalor, que no pueden obtener los nativos. He aquí el desafío para un asilado: proponerse adquirir ese valor excedentario a través de un proyecto de nueva vida.

 

Si algo tienen que aprender los seres humanos para solucionar todos sus problemas, es una sola cosa: aprender a vivir juntos, como el corazón del proyecto de sociedad. Dicho aprendizaje no consiste sólo en el mero convivir psicosocial. Tener un proyecto duele, es decir, un proyecto si se propone debe contar, por lo menos, con dolientes.

 

¿Qué es un doliente de proyecto? 

El comprometido a cumplir los acuerdos que se dictan y se instituyen para poder responder por ellos. Para que el proyecto sea auténtico tiene que haber gente que sea compromisario en su desarrollo, es decir, que responda por él y sea testigo social y político del mismo. El núcleo del proyecto tiene la referencia del compromiso subjetivo de un grupo social con el que el proyecto vendrá a su existencia objetiva.

Para llevar adelante el valor excedente a obtener en el asilo, hay que crecer con fortaleza en el interior de uno mismo para poder res-ponder a la exigencia del proyecto que se propone a nivel colectivo. Es necesaria la fortaleza porque en los márgenes (centrífugas) del proyecto de sociedad rondan los riesgos de todo tipo, hasta el desánimo.

 

¿Por qué los riesgos?

 Porque un proyecto tiene la lógica de una empresa: todo proyecto es y tiene que ser un emprendimiento, precisamente autenticado por los riesgos que conlleva en el afán de su desarrollo. Lo terrible es que el ideal o proyecto no contenga la orientación que justifique la existencia de camino, y si no se inventa como parte de la fuerza del proyecto mismo. La angustia y la depresión, las ansiedades y las inseguridades comienzan cuando no está explícita la referencia de la orientación. Séneca, el filósofo estoico de la Córdoba hispanorromana ya decía: ‘No hay viento favorable para aquél que no sabe  adónde va’

 

Los traspiés del sueño pueden venir y vienen como desánimo y cansancio desde dentro de uno mismo, pero también se encuentran en el desarrollo del camino o movimiento migratorio, y también en el choque cultural con la gente del país de acogida.

 

Todo migrante generó un sueño en su imaginación, que al principio pareció una utopía (irrealizable); después fue creciendo el sueño con su despliegue de posibilidades, que empezaron como alternativas o planes B, como se dice, hasta que comenzó a realizarse en diligencias para mantenerse en el orden social hasta el dia que se abandonara el propio país, y finalmente las diligencias dieron su fruto o resultados cuando el doliente de la migración se ve en un país extraño, acogido como asilado o refugiado al fin. Concebir ese sueño, y después ponerlo en práctica  es uno de los momentos más profundo del ser humano, condenado a vagar sobre la tierra, a encontrarse en diáspora hasta consigo mismo extrañado en ella.

 

Ya no se trata sólo de cambiar la narrativa sobre los refugiados dándoles la voz sobre sí mismos de cara a los demás[2], nosotros proponemos además que el sueño del refugiado tenga un proyecto social propio y con miras a sensibilizarlo en el país de acogida, para que pueda salvar cada tropiezo o traspié que se conseguirá en el camino migratorio, camino que tiene sus propias roturas y los huecos pueden hundir al que lo transita en la vida. Porque el plusvalor que adquirirá en el paso de fronteras le hará superior siempre al nativo que no conoce ese paso tan estimulante para crecer personal y socialmente. 

 

Bibliografía

---Foucault, Michel (1972). Las palabras y las cosas. México: Siglo XXI.

---Goitía, Fernando (2022). "Refugiados: el sueño de vivir en Europa". http://www.elcorreo.com >xlsemanal> a-fondo , 2 de enero de 2022.

---Hurtado, Samuel (2006). “Diáspora, etnicidad y estado de sociedad”. En Café con Leche: Simposio de Cultura, Migración e Identidad. Caracas: Institut Goethe, 112-119.

---Hurtado, Samuel (2018).  “Soledad alterna: breve tratado del exilio” En Variaciones con Tema Matrisocial. Caracas: Ediciones Digitales de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales, UCV, 120-128.

---Marina, José Antonio (2006). Aprender a convivir. Barcelona: Ariel.

---Said, Edward W. (2013). Orientalismo. Barcelona: Random House Mondadori.

---Touraine, Alain (1999). ¿Podremos vivir juntos? México: Fondo de Cultura Económica.             



[1] Estos testimonios representan voces consignadas en el proyecto 1000 Dreams, creado por los mismos refugiados, que muestra su realidad más allá de prejuicios y estereotipos sobre los refugiados (Véase Fernando Goitía).

[2] Véase el reporte de Fernando Goitía que nos refiere la experiencia de Robin Hammond: 1000 Dreamas. R. Hammond es el fundador de la ONG Witness Change. Se trata de cambia la narrativa sobre los refugiados. Lo hace dándoles voz a través de 1000 entrevistas, todas ellas realizadas por fotorreporteros con antecedentes como refugiados también ellos.

LA SOCIEDAD TOMADA POR LA FAMILIA

 


EL ANIMAL URBANO: POR UNA URBANOLOGÍA

 

Con la proposición de la autonomía de lo urbano frente a esa cosa que se dice ciudad, Lefevre (1976) y Nancy (2013) nos orientan hacia un proyecto de sociedad urbana. Se requiere edificar un espacio como monumental cuya fuerza demande su vaciado para los reconocimientos de propios (ciudadanos) y extraños (foráneos) con el fin de garantizar los intercambios de todo elemento visible e invisible en el universo-mundo, urbi et orbi. El derecho social sella dicha garantía. Si la ciudad no contiene ese derecho en su espaciamiento significante no es urbana. Es lo que se demuestra con el análisis de la ciudad de Caracas: sin aceras adecuadas para disfrutar el pasear, con un ambiente embasurado que impide sentir la cultura civilizada, con una autoridad permisiva ajena a mantener un orden de confianza, sin protección institucional frente a una inseguridad mafiosa que deja en el desamparo a la ciudad. Ocurre en la ciencia que el negativo (como el error) permite ver mejor los detalles de lo que se debe saber, en este caso la urbanología, para indicar lo desorientada que está una aglomeración de gente con relación al bienestar que pretende alcanzar.

 

Samuel Hurtado es Sociólogo, Antropólogo, Ms. en Antropología Social, Doctor en Ciencias Sociales. Coordinador  de Línea de Investigación en el Doctorado en Ciencias Sociales, Universidad Central  de Venezuela, donde es Profesor Titular. Ha publicado 15 libros, último título: Agresividad escolar e instalación del edipo cultural en Venezuela, 2014.

 

                                                    Editorial académica española.