martes, 26 de abril de 2016

LA CIUDAD DE LOS TECHOS ROJOS: REALIDDAD O FICCIÓN



 
"Por Caracas he servido al Perú; por Caracas he servido a Venezuela; 
por Caracas he servido a Colombia; por Caracas he servido a Bolivia; 
por Caracas he servido al Nuevo Mundo y a la libertad, 
pues debía destruir a todos sus enemigos 
para que pudiera ser dichosa: 
mi primer deber es hacia ese suelo 
que ha compuesto mi cuerpo y mi alma
 de sus propios elementos, 
y en calidad de hijo debo dar mi vida
 y mi alma misma por mi madre" 
(Simón Bolívar).

El nombre de pila de aquella ciudad castellano-leonesa: Santiago de León de Caracas. Asentada en un valle precioso, el de un paisaje monumental con su montaña de El Ávila y su río de El Guaire corriendo entre su vocación de selva de alta montaña.

La idea que ahora nos interesa de las Etimologías de Isidoro es la diferencia que establece entre ciudad y colonia. “Ciudad es aquella que edificaron, no los extraños, sino solamente los allí nacidos”. “Colonia la que por falta de indígenas se forma con nuevos agricultores”. Al darle a las colonias hispanoamericanas los vínculos y la cohesión de la cívitas sería un tema predominante en tiempos de Felipe II” (Vegas, 115).


Por eso nunca hemos nombrado la colonia de Caracas, sino la ciudad de Caracas con su comarca administrativa titulada Provincia de Caracas, una de las siete provincias de la Capitanía General de Venezuela de 1777.


Este asunto representa uno de los perfiles del alma hispanoamericana tan importante como el español: el lenguaje y el arte de hacer ciudades” (Vegas, 116). Estas son nuestras verdades, pero se encuentran formuladas en la historia y su devenir, su derecho, su arquitectura, sus instituciones sociales. También en su arquitectura que es el problema de Vegas, aunque con gran interés en los problemas culturales de la ciudad. Para nosotros como sociólogo antropológico con perspectiva de urbanólogo, Caracas es una ciudad pero no urbana: obtenemos esta relación social del análisis de las situaciones y conductas de los pobladores de la ciudad, descendientes de indígenas y conquistadores de hace 500 años (año 1567).


Fíjensen a continuación en los motivos que se señalan dentro de los siguientes extractos de la introducción de nuestra investigación en desarrollo: El Animal Urbano: de las piedras al proyecto urbano en Caracas.

“Al presentar el libro Fervor de Caracas, la compiladora de los textos, Ana Teresa Torres, habla de Caracas como de una ciudad nunca hecha del todo, y que no se termina de hacer. El plan urbanístico llamado eje Rotival, que iba a reorganizarla completamente, no se llevó a cabo. Caracas es una ciudad utópica, a la que se estima por dos de sus cosas naturales, la montaña de El Ávila y el clima. A partir de su obra antológica, concluyó diciendo que al fin Caracas alcanzó su estatuto literario[1]”.

Este fervor que imita a Borges sobre Buenos Aires no está a la altura de su conocimiento científico-social. ¿Acaso lo demanda? ¿Quizá nuestra filosofía de la ciudad comience con la ficción del mito, como alude García Bacca al comienzo mítico-poético de la filosofía griega? Veamos los motivos de intelectuales caraqueños en torno a la competencia etnocultural de los pobladores de la ciudad caraqueña y su evaluación.


“¿Qué arte practica la ciudad de Caracas para, al parecer, estar rehaciéndose a sí misma? ¿Es un arte con que se rehace como objeto o como obra, dentro del mito de un Ave Fénix? Hay artes para fundar ciudades, para pensarlas, para analizar su vivir; artes de arquitectura y de urbanismo, artes de hacer la imagen de la ciudad y también el de su marketing contentivo de sus industrias culturales, el arte de su condición social como la mujer de Gogol[2]…¿En qué arte se encuentra la práctica de la ciudad de Caracas para saber de su estatuto urbano? ¿Tendrán los moradores de Caracas los recursos etnoculturales necesarios para desarrollar el estado del arte de lo social y poder hablar de sociedad urbana de Caracas?


“Caracas fue fundada con todos los rituales políticos y jurídicos que se alínean en las legitimidades civilizadas, y con ello se quedó como herencia de la historia venezolana. Negar dicha legitimidad es retornar regresivamente  a la ilusión historiográfica o caer en la tentación de un complejo de inferioridad: no pudimos, mejor, así celebramos nuestra identidad fuera de juego (outsider). La afirmación del hecho histórico y su afán de civilidad confronta la experiencia de cómo el caraqueño vive, actúa, piensa, con su ciudad, y en definitiva la incorpora a su subjetividad porque la hizo sujeto de su porvenir.


Colocamos el pensamiento de tres autores caraqueños como una muestra motivacional, fuera del relato del principio histórico u operativo de la investigación. Son María Fernanda Palacios (humanista), Federico Vegas (arquitecto) y Arturo Almandoz (urbanista). Más allá de su entusiasmo imaginario, estos autores tienen motivos para enjuiciar el grado de subjetividad de la ciudad de Caracas.

“María Fernanda Palacios (2002) en su libro Ifigenia. Mitología de la doncella criolla (2001), desprende un punto sensible para nuestra conjetura sobre lo urbano  de la ciudad de Caracas.


No sé si existen en América otros pueblos como el venezolano donde haya sido tan precaria la relación con la ciudad, es decir, donde la ciudad sea un ámbito psíquico tan desalmado, y el alma, la que teje y espera, la que conversa y recuerda, se queda resguardada, con la tenacidad y ferocidad, con que defiende lo virginal[3]


“El alma como lo urbano se queda y se resguarda, es decir, se detiene y aún retrocede ante los embates de lo natural de la cultura (lo virginal). Cultura que venimos precisando como primitiva de carácter matrilineal. Este nivel enterizo de etnicidad matrisocial dura acomete sin pausa contra el sentimiento social de lo ciudadano hasta despojarlo de su civilidad urbana, despellejarlo con ferocidad silvestre hasta dejarlo sin alma urbana.


“Federico Vegas (2007) en su libro La ciudad y el deseo toca este punto ciego, que ha presentado en un juego sensible de significados, donde pretende aclarar la reflexión del habitante de Caracas sobre el lugar de  lo urbano en su ciudad, que es por lo que pregunta nuestra conjetura.


Los aspectos felices de Caracas la hacen privilegiada, pero se trata de un inmenso bienestar que no ha sido creado por nuestra familia urbana. Es un placer que se percibe con los ojos cerrados porque está en el aire, o desde muy lejos porque está en nuestra geografía. Cuando decimos: adoro esta ciudad, su clima, su Ávila, su luz, estamos alabando cualidades que preceden a la llegada de su fundador Diego de Losada (p. 83)

“De nuevo el mundo de la ciudad se percibe desde muy adentro en su lejanía eco-psíquica y desde el afuera total en su lejanía geo-social. Todo el deseo (inconsciente) se despliega en el discurso. La creación social es paradisíaca donde la ciudad no es más que una realidad sobrevenida, pues para alcanzar el bienestar placentero, la ciudad no ha tenido, ni tiene motivos para su existencia, una vez que el deseo se cumple en la adoración natural. La posibilidad de lo urbano de la ciudad queda a merced de la vivencia natural de una cultura altamente asilvestrada. .


“Para reafirmar la detección del punto sensible a nuestra conjetura de lo urbano sustantivo en Caracas, un tercer motivo lo proporciona Arturo Almandoz (2010)[4]. El género de la entrevista sobrecoge al entrevistado y en su trance dentro del intercambio, suelta sentidos que como autor no precisa tan sucintamente en el trascurso de sus tomos publicados con base en los insumos literarios sobre Caracas.


La ciudad venezolana se asume como urbana porque le gusta la aglomeración y no porque tenga una cultura urbanizada (…) No vamos a refugiarnos allí [está en el comentario de la arqueología del derrumbe de Cabrujas] para disculparnos por no tener una cultura de lo urbano, que también tiene sus propios códigos de convivencia…No me gusta el término de caos, pues se ha banalizado. La sociedad es anárquica y el venezolano lo celebra, bajo la excusa de que las ciudades se han convertido en metrópolis en pocas décadas (…) nos costó asimilar ciertos códigos de lo público (entendido como el patrimonio común)… la urbanización cultural es un proceso más complejo, que pasa por valores y actitudes, por la asimilación de lo público y la construcción de la ciudad. En parte, mi investigación trata de exponer esto.


“Almandoz equivale urbanizado y urbano, cuando en nuestros axiomas lo diferenciamos: el que ha sido modelado como urbano desde la lógica del otro y el que tiene y produce lo urbano desde su autonomía social sustantiva. Aunque la noción de estos términos indica sociedad de orden y al parecer de orden refinado frente a la sociedad venezolana anárquica, la convivencia de ésta tiene una lógica propia de disfrute del desorden. Señalado el punto sensible para avalar nuestra conjetura, la excusa y aún la disculpa enmarcan el discurso de Almandoz. Pero la problemática de lo urbano en la ciudad de Caracas está apuntada. Basta ampliar y fundamentar el fenómeno dentro de la estructura social de lo urbano como proyecto de sociedad y explicarlo en términos particulares de la cultura matrisocial venezolana.


“Poetisa, arquitecto y urbanista, estos autores bordean la franja de la etnocultura venezolana al tocar el problema de lo urbano en la ciudad de Caracas. El criterio cultural les permite aflorar el punto sensible en cuya dirección se orienta nuestra conjetura. Llama la atención cómo se vive y se piensa la ciudad de Caracas desde un pensamiento natural (étnico), que puede sugerir la posibilidad de un modelo de análisis histórico de ciudad bárbara por oposición a una ciudad o metrópoli urbana.


“Aunque las publicaciones de estos autores aparecen en tiempos del régimen bolivariano, con sus trazas políticas de la anti-ciudad (Negrón, 2004), sus proposiciones no tienen carácter historicista. Sus marcos referenciales están colocados en la lejanía presente del tiempo mítico, es decir, total, por oposición a los tiempos históricos y sus épocas parciales. Para no quedarnos solo en el motivo de textos escriturarios, la telenovela de Ibsen Martínez, Por estas calles, coloca el problema de Caracas en el corazón de la ciudad, sus calles, y su cénit, las conductas de los moradores a partir de su situación política y económica, reducidas las conductas y las situaciones, a la sobrevivencia cultural como fondo del inconsciente colectivo práctico. El régimen bolivariano exacerba esta reducción, que puede sesgar la recolección de los datos, únicamente corregido por el rigor de la argumentación teórica del modelo conceptual del animal urbano.

El papel del imaginario de Animal en la metáfora conceptual del Animal Urbano es la de una luz ultravioleta de material etnocultural arrojado a lo urbano, pretendiendo eliminar de lo urbano su fondo de proyecto de sociedad. ¿Cómo argumentamos la explicación de este drama social en la ciudad de Caracas? El resumen del argumento se encuentra a continuación en Caracas no urban city. Nuestro planteamiento de ciudad no urbana trae consigo el problema de crisis de ciudad, similar a la que Mario Briceño Iragorri dirá “crisis de pueblo”[5]

REFERENCIAS

Almandoz, Arturo (2010): “La sociedad es anárquica y el

venezolano lo celebra”. Entrevista por Michelle Roche

Rodríguez. El Nacional, 20 de marzo.

Briceño Iragorri, Mario (1972): Mensaje sin destino.

Ensayo sobre nuestra crisis de pueblo. Monte Ávila, Caracas.

Hurtado, Samuel (1999): “Castilla-León y América Latina. El desencaje

                Del proyecto histórico-político de Venezuela. En Tierra Nuestra

                Que estás en el Cielo, Ed. Consejo de Desarrollo Científico y

Humanístico, Universidad Central de Venezuela, Caracas, 217-232.

Palacios, María Fernanda (2001): Ifigenia. Mitología de la

 doncella criolla. Ed. Angria, Caracas.

Palacios, María Fernanda (2002): “Frente al complejo virginal”.

Entrevista por Milagros Socorro. El Universal: Verbigracia,

n° 21, año V, 23 de febrero.

Vegas, Federico (2007): La ciudad y el deseo. Ed. Fundación Bigott, Caracas.

  



[1] Entrevista a Ana Teresa Torres. El Nacional, 7 de noviembre de 2015. El eje Rotival lleva el nombre de su diseñador urbanístico de origen francés.

[2] Tommaso Landolfi: La mujer de Gógol. Cuento de relato breve gracioso donde la mujer se llama Caracas, reflejando la época de la inmigración a Caracas en los años 1950. (Véase Vegas, 177-181).

[3] María Fernanda  Palacios: “Frente al complejo virginal”. Entrevista por Milagros Socorro. El Universal: Verbigracia, n° 21, año V, 23 de febrero de 2002.

[4] Arturo Almadoz: “La sociedad es anárquica y el venezolano lo celebra”. Entrevista por Michelle Roche Rodríguez. El Nacional, 20 de marzo de 2010.


[5] Véase sobre este problema nuestro capítulo “Castilla-León y América Latina. El desencaje del proyecto histórico-político de Venezuela”. En Tierra Nuestra que estás en el Cielo, Ed. del Consejo de Desarrollo Científico y Humanístico, Universidad Central de Venezuela, Caracas, 1999: 217-232.


CARACAS: CIUDAD NO URBANA



CARACAS: UNA CIUDAD NO URBANA.

(Caracas: no urban city)


S. Hurtado

Universidad Central de Venezuela

Doctorado en Ciencias Sociales




Con la revolución industrial, lo urbano se autonomiza de la ciudad (Lefebvre, 1976). Como resultado deslocaliza a ésta y la aleja por su tendencia a cubrir el territorio entero. La lógica urbana pasa por la ciudad para alejarse con ella (Nancy, 2013), porque lo urbano es relativo a un profundo intercambio total. Dos principios lo constituyen: el espaciamiento cuyo nodo es la plaza monumental, y el proyecto cuyo arte de hacer ciudad se inscribe en el derecho (a la ciudad, Lefebvre, 1975) que garantiza la universalidad del intercambio, urbi et orbi. En Caracas estos principios se ven contradichos por el comportamiento negativista de la ciudad. Explicamos el problema con el modelo conceptual de El Animal Urbano, para hacer coincidir en la formación lingüística del concepto, pero para contraponerlos, la cultura dada (animal como metáfora) y la sociedad como resultado a obtener (lo urbano como proyecto de sociedad). Se organiza su análisis en los comportamientos de la acera abandonada, el detritus como pauta, la  autoridad faltante y el desorden mafioso. La evaluación analítica se inscribe en el negativismo social, que porta la cultura matrisocial (Hurtado, 1998), mayoritaria en Venezuela. Se diseñan tres zonas de observación: una, céntrica y de clase media moderna (Santa Mónica y Los Chaguaramos), otra, de trasiego popular (Sabana Grande), y otra, de buhonería en torno al metro Petare, zona populosa suburbana. Técnicas: la crónica etnográfica y entrevistas especializadas a protagonistas de las zonas (consejos comunales) y a urbanistas académicos y profesionales de las alcaldías. Si lo urbano es pasar por Caracas (sus servicios desorganizados) para alejarnos con ella portando nuestros esfuerzos sociales disminuidos en economía, política y conocimiento, se muestra que no hemos logrado el arte de vivir juntos, lo propio de la ciudadanía, como asunto ajeno, universal (Hugo de San Víctor en Said, 2013; Sennett, 1997).



Palabras claves: espaciamiento, proyecto social, animal urbano.      
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RESUMEN, presentado en la LXV Convención Anual de La Asociación Venezolana para el Avance de la Ciencias (AsoVAC), 30 de noviembre al 3 de diciembre de 2015, Universidad Simón Bolívar, Sede Litoral, Camurí Grande, Estado Vargas.