viernes, 24 de febrero de 2012

COMUNIDAD Y ORIENTACIÓN PARA PROYECTOS SOCIALES






RANCHITO CAMPESINO

Ranchito, ranchito mío

con olor a hierbabuena

con fragancia de albahaca

con sabor a miel de abeja

con arrullo de silencio

con humo y calor de leña

ranchito de entrada franca

sin cerradura ni puerta.

Yo que he vivido tu encanto

yo que he vivido tus penas

que me he metido en tu adentro

en el amor que tú encierras

que he saboreado tu mundo

el mundo de tu pureza

que me he dormido en tu sombra

y despertado sin queja

que me has dado cariño

en corazón sin reserva.

Ranchito, ranchito mío

en honor a tu belleza

recibe lo que te canta

mi corazón de poeta.

Luis Mariano Rivera

Cantos de Fragancia, Amor y Tierra

Las socialidades comunales plantean algunos problemas sobre lo organizativo, lo institucional comunitario, la dinámica poblacional, las aspiraciones y el cambio social.

1) Lo organizativo, aprendido socialmente, se revela como la identificación de la sociedad local. No sólo se trata de la organización en lo económico, sino que la dimen-sión comunal conduce a que también sea una organización respecto de lo social, con capacidad de convocatoria para el colectivo. Este suele responder en todo lo relativo a la ejecución de actividades infraestructurales: agua, luz, limpieza de calles, carreteras, etc. Pero es irresponsable respecto de necesidades culturales como la educación escolar de los niños. La organización social se encuentra entre la satisfacción e insatisfacción del colectivo local. En este proceso la comunidad alcanza experiencia y logra un aprendizaje social. El Comité, La Junta, La Organización Económica Campesina, representan gérmenes de lo social nuevo.

2) Los procesos institucionales comunitarios (familia, vecindario, amistad, religión) se presentan de entrada como elementos para iniciar y aun consolidar una organización. Caseríos fuertemente organizados como El Algarrobo proceden de que casi el colectivo pertenece a la religión evangélica, además de estar emparentados en un 80%. La organización de El Llanito se compone casi integralmente de miembros de religión sabatista. En Coicual, en El Algarrobito, y en otros caseríos como Santa Tecla, lo familiar y lo vecinal detentan lealtades sociales que suelen movilizar lo social hacia la organización como La Junta, o ser ocasión de mayores resentimientos entre la población hacia lo cual condujo la utilización de un terreno vecinal para hacer deporte en Santa Tecla. Estos procesos indican la diferencia entre sociedad y familia (vecindad, religión); así como el tacto de administrar lo institucional comunitario para el desarrollo de la sociedad.

3) Geográficamente, los caseríos se delimitan internamente como Caño Ajíes Arriba y Caño Ajíes Abajo, Quebrada de Monos Arriba y Quebrada de Monos Abajo, Agua Fría de Arriba, Agua Fría del Medio y Agua Fría de Abajo, etc. Socialmente indica que una población es más antigua o tradicional o arraigada y la otra es advenediza, desarraigada; la primera habita en ranchos, la segunda en Viviendas Rurales. Aquella observa con desconfianza y resentimiento a la segunda, pues es desordenada, poco laboriosa, etc. Los prejuicios mutuamente se acumulan a nivel comunitario.

Unas líneas de precisión objetiva pueden trazarse para su comparación. La población tradicional, que vive en ranchos suele tener una economía más diversificada. En Caño Ajíes Abajo, la población además de conuquera participa en actividades de pesca; en Santa Tecla, la población tradicional además de conuco tiene finca de cacao y a veces de cítricos, o se alquilan por tiempo como asalariados; estos últimos antes tenían algún ganado mayor, lo que les podía definir como campesinos independientes. La población desarraigada proviene de otros caseríos, que abandonaron bajo la enseña de una vida mejor en las Viviendas Rurales construidas por el gobierno; su economía es menos diversificada, pues su actividad es normalmente conuquera, especializándose últimamente en la monoproducción.

Los resultados sociales de uno y otro grupo son distintos. La población tradicional y arraigada se compromete con su trabajo, tiene una familia más estable, son buenos vecinos, agradecen la ayuda. En cambio, la población advenediza no se compromete con su trabajo, lo ejecuta mal, á medias, no lo termina; sus familias son ‘desarregladas’ y resultan peores vecinos. Sin embargo, esta última población dinámicamente representa un desafío histórico, pues dentro de lo negativo tiene gérmenes de organización, expresa lo “nuevo”, las iniciativas, una ruptura con el pasado, como en Caño Ajíes, El Llanito, El Algarrobo, Coicual, pero también un posible retroceso socio-cultural, una desorientación como en Guatamare y Santa Tecla, que puede llevar a esta población a ser ingobernable.

4) Colectivamente tienen un bajo nivel de aspiraciones sociales. Suelen procesar poca información de la sociedad nacional, y aun más, para la sociedad campesina de Paria todo lo que ocurra más allá de Cumaná pareciera no interesarles, como si fuera una realidad ajena. Los que regresan mediante un proceso de retorno migratorio desde las grandes ciudades vuelven a lo mismo: no incorporan novedades. Al nivel de lo proclamado, la población joven habla de irse a trabajar a Margarita; también aspiran a tener resueltas las necesidades básicas de agua, luz, escuela y transporte. La población influenciada por el “Centro de Formación Los Pinos” habla de salud, vivienda, de no convertirse en jornaleros, desean mantenerse en la comarca, de mejorar las relaciones en el núcleo familiar, de conservar el medio ambiente.

Sin embargo, nadie hace nada para llevar a cabo lo proclamado. Hay vecinos en Santa Tecla que con el agua a la puerta del rancho no han hecho ni la acometida para tenerla dentro de la vivienda y se siguen bañando en la calle con camisón (las mujeres). En Ajíes tienen 8 meses con las tuberías puestas, sin agua y nadie protesta. En Guatamare, un lugar cercano a las minas de sulfato, reclaman tierra, después de abandonarla y dejarla “perder” (se torna monte o selva). Los caminos están en mal estado, sin asfaltar, sin puentes para poder pasar cuando llueve y crecen los ríos; y aun cuando esa infraestructura es básica para el transporte, parece no dolerle a la población, que no presiona al gobierno. Según un informante: “Aquí en Paria, de un modo especial, lo que hacen es esperar”, “la sociedad está inmóvil”, se percibe la pasividad, lo abúlico, la falta de interés por mejorar. El curso de alfabetización de ACUDE no obtuvo adepto alguno en Santa Tecla, “habiendo analfabetos en bruto”

5) La dificultad de organizarse y de organizar la realidad para alcanzar las escasas aspiraciones es otro problema. Los campesinos de Paria tienen que seguir organizándose para lograr una formación económica elemental, sobre todo en lo que se refiere al crédito, a la administración y al consumo. Deben aprender cuánto les quedará de maíz después de pagar el crédito. Según los resultados, deberían saber que después de pagar el crédito tiene que quedarles un remanente de maíz mayor del que antes producían sin crédito. De lo contrario, el aprendizaje de lo socioeconómico no logra obtener piso, de abrirse camino.

De igual modo, la organización de la bodega comunal necesita superar las carencias sociales de la administración y de lo laborioso mercantil. Más que el contenido económico de la organización falla el manejo o gerencia social de la misma. La gerencia de las relaciones sociales tiene un límite, que suele transgredirse cuando dichas relaciones versan o se aplican al proceso económico. Es más, parece que la sociedad se coloca o se confabula en contra del desarrollo económico. La desconfianza de los asociados y la bancarrota del negocio se vinculan estrechamente. Las relaciones culturales de la viveza, de la picardía, en el trato de lo económico, se oponen a las de la lealtad hacia lo institucional comunitario. Es necesario un aprendizaje de lo social relacionado con la organización económica, quizás incorporando las motivaciones de las lealtades comunitarias.

Otro aspecto que corrobora la importancia del aprendizaje social consiste en que el proceso de la organización social tiene siempre un desarrollo al revés, va siempre ‘in decrescendo’, sea porque es inspirado desde fuera, o porque no es asimilado, o quizás porque se piensa inicialmente fácil y separado o distinto de su contenido o quehacer social. Así la organización se inicia con un tope de asociados en la práctica y poco a poco éstos se van desligando. En El Algarrobito, por ejemplo, la organización se inicia con 11 asociados en una población de aproximadamente 30 vecinos. En vez de ir creciendo en socios, desciende el número de éstos hasta quedar reducida al mínimo de 3.

El problema del gasto reducido en alimentación procede de una pauta cultural estrecha. Esto es, también obedece a otra carencia social. La bodega comunal debiera ser, en primer lugar, una ocasión de aprendizaje administrativo, y, en segundo lugar, una práctica de valoración del gasto en el consumo alimentario con ocasión del abaratamiento de los productos. Debiera conseguirse que el gasto en alcohol cediera un poco con relación al gasto en comida, si es que no se llega al equilibrio. Hay que aprender a aumentar el dinero destinado a la compra de alimentos, al mismo tiempo que la idea de que no por eso debe gastarse totalmente. Así puede surgir el ahorro monetario mismo y evitar el gastar por gastar, porque hay que comprar hasta que el dinero alcance. Por lo tanto, se juega a colocarle una medida social y cultural al gasto en comida, eliminando, por una parte, la reducida cantidad de dinero prefijada, y por otra, la compra de productos innecesarios. Un aprendizaje de este doble proceso tiene que ver con lo social del problema, donde están involucradas las relaciones desiguales al interior del grupo familiar, así como el proceso cultural del campesino de Paria.

El aprendizaje social se revela como el gran problema de la organización económica. Lo social de ésta es más un instrumento para entrabar el proceso económico que para desarrollarlo en beneficio común. En cambio, lo social referido a hechos de instituciones comunitarias como los entierros de difuntos, las fiestas y ayudas recíprocas, tienen alta motivación para la organización que se cierra en torno a las lealtades mutuas: familiares, vecinales, religiosas, ya que salvar la distancia de lo social y lo económico es crucial, con el fin de que la organización económica se abra a un proyecto social de la propia comarca pariana.


Esta es una conclusión titulada La Necesidad del Aprendizaje Social, del capítulo IV: Las Sociedades Comunales, del libro: Ecología, Agricultura y Comunidad, Ediciones de la Biblioteca, Universidad Central de Venezuela, Caracas, 2008. (Véase en este blog, día 5 de octubre de 2010). El subtítulo era survey en la Península de Paria (Venezuela) para la Orientación de Proyectos Sociales. Es por lo tanto una investigación de Antropología Aplicada.

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