“Deseos no empreñan”, se dice en el castellano de Venezuela. Su actualización para nuestro problema diría “la esperanza no empreña con solos deseos”. Es necesario echarle corazón a la esperanza para despertar los deseos de realidad. Se parece este recursivo a aquello de ‘el hombre tiene la gracia y la mujer es la que se la ofrece’, es decir, tiene el papel de depositario pero necesita un estímulo de fuera para infundir valor a su gracia. Este recursivo complejiza el asunto, de suerte que el problema se torna, sino difícil pero si atrayente y de interés para saber cómo acontece el ser. Tal recursivo pareciera fundarse, o al menos tener resonancia, en la relación de ánimus y ánima del psicoanálisis junguiano.
¿Qué es lo que nos propone esta narrativa? La esperanza tiene su razón en sí como depositaria del principio de la posibilidad de los logros a pretender; los deseos, por su parte, se encuentran como circunstancias sustanciales para que dicho principio tenga realidad activadora. Los deseos vanos son inútiles porque se presentan vacíos para el querer y el poder. Si es que ocurren, se necesita darles valor, o en momentos o lugares de oportunidad plenificarse de sentido, para que puedan actuar como oferta y hacer que la esperanza se refresque en su imaginación y logre sus resultados.
¡Ay, de los valores! ¡Qué hacer con ellos! ¡Dónde se encuentran!
Están y se encuentran en la capacidad empreñadora (pregnante) de la esperanza, pero hay que moverse a buscarlos y después trabajarlos. Porque la esperanza es una virtus activa como pleonasmo, no es una espera pasiva, la de quedarse a la suerte mirando al cielo. Se trata de subir de tren a tren para transbordar con la meta de llegar a un país que remonte la vergüenza de ser para adquirir su mente positiva de vergüenza con honor, al sentir de las culturas sociales del mediterráneo. Porque además en el país venezolano en preludio de plenificarse con los valores del proyecto de sociedad se encuentra con la esperanza posible nuestra salvación. Es el capítulo 1 en que el poema Vergüenza de País, rezuma esa esperanza. Con ese ánimo se encabeza el apartado de Encomienda y Educación, prolongando analíticamente al poema de Rafael Cadenas que ilumina la esperanza de todo el libro: Beloved country.
La esperanza se encuentra en estado de alerta hoy más que nunca en un ambiente mundial sacudido por la imbecilidad cada vez mayor de la población. La inteligencia digital (que no es inteligencia) proporciona el exceso de información a que está sometida la población desmerecida de su ilustración y de criterios de orientación en la solución de sus problemas. Si pareciera que la afectación no procediera del montón de información, empero los criterios de verdad, se encuentra anublados por su presentación técnica y sus aparatos de disposición, cuestión que obedece a una práctica super-adelantada con relación a la teoría. Esa distancia no permite ver bien, y en este caso se muestra en el trastrabillar el lenguaje. Para mostrar este escenario de imbecilidad, nada mejor que acudir al escenario de la comparación de países y el manejo del lenguaje. Hemos acudido a dos autores, el de la comparación con España desde Venezuela sentido en la elaboración de Félix Velasco Cortázar, y al del lenguaje descrito por Christopher Clave, como espejo para vernos con y en nuestra mirada desde el afuera francés como expectación de país.
El desemboque de esa encomienda no puede ser otro que el del delta de la educación. Es necesario rehacer la lógica de la educación, para impulsar el encuentro del viaje a la sociedad. Si en algún sitio se debe enseñar educación es en el aprendizaje del uso y desuso del lenguaje. El capítulo 4 está compro-metido como bosquejo para emprender la investigación, al menos teórica, del problema de la educación. Hablar de la educación no es cualquier cosa asociada con pedagogía, enseñanza, cultura, ilustración…Por supuesto que hay que tener luces, y saber prenderlas para su iluminación, pero la educación tiene que ir al meollo del ser: no es suficiente tener, hacer, saber cosas como ejercitarse en los noticieros, en el ser, que identifica al fin a la realidad del existir y la forma de sentir la existencia. Para todo ello se precisa de la conmoción, de la movida interior del ser, colocado frente a la realidad enmarcada en la ética y su objetividad social.
Llegado a este punto, uno tiene que guardar silencio y quietud, y contar las deudas que tiene que solventar más allá del límite de la muerte, ante los maestro que le han enseñado a uno a ser valiente, valeroso para decir, y con ello atreverse a reconocer que hay deudas que es necesario pagar en esta vida, porque tienen su vencimiento. Al menos como homenaje, aquí está nuestra deuda con Alberto Gruson. El homenaje es sólo un momento en el camino, es preciso seguir y poner en práctica sus enseñanzas y compromisos con la sociología venezolana, para mostrar que hemos aprendido, y al fin cumplido con sus objetivos y metas en su destino venezolano: el de enseñar a investigar en este país. Pero lo mejor adquirido como llamativo fue el atrevimiento para meterse en la investigación con el dificultoso país que es Venezuela. Ahí dejo mi obra americana como vencimiento de mi deuda, mi querido y llorado profesor Alberto Gruson. Sin educación no hay país, y con una educación deficiente en país trastrabillará mucho en su historia.
La segunda parte la recoge la relación de Ética y Ciencia con sus cuatro capítulos un poco dispersos en los objetivos autonomizados entre sí. Se debe a que cada capítulo obedece a circunstancias propias de elaboración según su audiencia de recepción inmediata. El capítulo 6 se redactó para ser pronunciado en la organización social del Rotary International de Venezuela en San Antonio de Los Altos en el estado Miranda, aledaño a Caracas. La ciencia fue el motivo fundamental para fundar la paz en el país. El capítulo 7 fue una intervención netamente académica en Jornada de Investigación en el Doctorado en Ciencias Sociales de la Universidad Central de Venezuela. Había que fundar la actividad científica con su fundamento ético. La perspectiva prende ser sobre el asunto epistémico de conocimiento que tiene sus dificultades en el país. Nuestra preparación etnopsicoanalítico llega al fondo de la consecución de la originalidad de la existencia de la ética. El capítulo 8 resulta un esfuerzo por diseñar una éticaficción en medio de la relación de cultura y sociedad, los dos marco de oposición de nuestras investigaciones en la realidad venezolana. Como variable interventora se halla la educación. El capítulo 9 consiste en la exposición de la experiencia de una minitienda (minishop) en internet impulsada por nuestro alumno Miguel Ángel Palau Jaimes, que se asoma como posibilidad de un marketing del saber científico social; terminamos con el logro de retirarnos a una trastienda de venta al menudeo de acuerdo a las necesidades e intereses que se presenten en la escolarización y del público en general. El trascurso es de una experiencia con sentido de afrontar la exposición de nuestra trayectoria de investigación.
En la tercera parte, Sociedad al Revés y Cultura se encauza la exposición en la relación de sociedad y cultura. Se simboliza a la cultura con la metáfora del retrovisor para ver la sociedad, y el efecto es ver la depresión de ésta con la imagen de al revés. El escenario es la función del profesor referida en relación a la función del padre. El alumno se ha extraviado a partir de su autonomía, y es necesario rescatarlo esperando su regreso. Hay en el fondo un planteamiento de la educación como momento a aprovechar para hacer crecer al alumno a partir de un cuidado que debe tener el profesor como maestro y como debe ser la función de un padre.
La parte se va llenando con el homenaje que representa la Justa del Aniversario Bloguero, donde se da cuenta para ese año de las tareas cumplidas y por cumplir en la trayectoria de investigación y el destino de sus textos. Es un momento de festejar el avance del acontecimiento bloguero. Contrasta la tristeza en el capítulo del Nido Aborrecido a partir de una experiencia de habitación y su balcón volcado a la jardinera. Apenas manipulado el nido que está en el rosal, la pájara no regresó al mismo, lo aborreció. Se aprovecha la vista a la ciudad para considerar la depresión y la emigración de la gente del país para evocar la destrucción de su sociedad, así como su aborrecimiento considerando la emigración masiva.
Crece el motivo de infundir esperanza para el futuro regreso al país, cuando los capítulos 13 y 14 se encargan de aplicar el análisis cultural al movimiento en que se sumerge el país. Todo movimiento tiene el supuesto de ser positivo, pero la cultura matrisocial se encarga de que ese movimiento se encuentre en un movimiento de espera, signado por la comodidad y la inercia de la promesa política. La actitud etnocultural es aprovechada para sentir la espera como un autoengaño feliz para huir del miedo. Es el momento apropiado para caer en la seducción de la promesa y embaucarse políticamente como colectivo social. La sociedad es retratada en una situación de vivir al revés, sin decir en este momento de regresión existencial. La esperanza de país como transición ‘debida’ en su historia, tiene mayor motivo para ser infundida en la población. Su urgencia es que la huída expresa no una resistencia, aún de pasividad, sino de inercia que conduce sin remedio a su rebaja existencial, a ‘crisis de pueblo’, dirá Mario Briceño (1972) en 1950.
En la cuarta parte, Esperanza en Expectación recoge las grandes preguntas en cada uno de sus tres capítulos. ¿Cómo hacer con la andadura del país? ¿Cómo hacer con la esperanza de un país que no sabe adónde va? ¿Qué hacer cuando la esperanza se desplaza al exilio interior? Con estas preguntas se profundiza el camino del análisis para dar con el inconsciente colectivo. Se analiza a partir de la expectación con se mira a su inconsciente cada individuo personal al ver al país que se va en marcha de huida para asegurarse su existencia con un regreso posible sin fecha de retorno. Tenemos en este caso a la esperanza martirizada, buscando con expectativa de futuro mantenerse en operación activa.
En la quinta parte, La Esperanza del Sí Mismo por la Llegada del Nos-Otros, se describe el panóptico etnopsicoanalítico, colocado como capítulo final con función de capítulo bandera del libro. Se trata de una investigación sobre el acto de observación en las ciencias del comportamiento. El exilio de sí se convierte en presupuesto fundamental para hacer lugar a la presencia de para sí del nos-otros como sujeto societal. Entra en juego la transferencia de los sujetos como expectación de la posibilidad de hacer país desde la hondura del inconsciente sociologizado. Si buscamos cómo hacer con la esperanza, encontraremos a ésta con dificultades, columpiándose entre complejos, paradojas, inspecciones de enfocar su mirada expectante hacia cómo se va a analizar el país desde el exterior hasta el interior, entre una dimensión política y una dimensión social y personal. El panóptico puede revelar muchos detalles en el acto de observación, pero la expectativa linda siempre con el quehacer de lo subjetivo, aún personal, y la creación de lo social, aún en su inconsciencia masiva. Siempre queda en el panóptico la mirada con la expectación de ser atendida mediante recomendación y también reconducida por la educación.
Bibliografía
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araya.valentina@grupoamerica..com.ar
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Caracas: Monte Ávila Editores.
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Hurtado, Samuel (2022) [1995]. Cultura matrisocial y
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Marina, José Antonio (2004). Crónicas de la ultramodernidad.
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Quillet, Diccionario Enciclopédico (1973). Buenos Aires:
Editorial Argentina Arístides Quillet.
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Introducción al libro de Samuel Hurtado S. (2025). Esperanza de
país con mirada expectante. Alentando a un pueblo hacia su debida
'travesía' histórica. Caracas: Doctorado en Ciencias Sociales, UCV
(en publicación)
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