El Complejo de Edipo Matrisocial.
(en Venezuela)
1) Si el complejo de Edipo se planteara de un modo simple en la cultura matrisocial, se podría deducir que lo capitaliza la madre, según Martín (1990). La dificultad de establecer el problema del Edipo en un sistema de lógica matrilineal no consiste en eliminarlo o disminuirlo, sino en redefinirlo en la estructura psicodinámica. La figura del padre está ‘presente’, aunque cumpliendo un papel vicariante de benévolo y amenazador, según la ambigüedad simbólica conteniendo doble código. Benévolo, debido a la tendencia natural de que el hijo “alienta un afecto normal hacia el padre” (Roheim, 1973: 222), dentro de la figura de ‘padre cariñoso’ de carácter matrilineal; amenazador, como papel asignado por la cultura, y específicamente reelaborado por la lógica matrilineal: es un extraño, un ogro, un caníbal, un brujo (Roheim, 1973: 220-223).
2) Lévi-Strauss “insiste en que el tratamiento que da Freud al mito de Edipo debe colocarse en la máquina junto a otras versiones anteriores” (Douglas, 83). El paliativo del “padre sociológico” de Malinowski (1974) no destruye la preocupación misma de Malinowski en torno a que el complejo de Edipo no era un instrumento central para que la sociedad trobiandesa dramatizara sus problemas fundamentales sobre la vida y el mundo. La realidad bio-psicológica no garantiza el funcionamiento normal del Edipo dentro de un grupo, porque éste es esencialmente etno-psicoanalítico. Las preguntas de Roheim se detienen en este umbral al plantear el problema en un grupo matrilineal (Roheim, 1973: 223), dando por supuesto como Freud que a nivel cultural, que es el planteado por Malinowski, no tiene las mismas preocupaciones de expresividad en todas las sociedades. Malinowski, sin eco en la antropología posterior en este asunto, abandona también el problema. Aunque muy importante para que el individuo especule sobre su propia génesis y su crecimiento autónomo, el complejo de Edipo no es un registro que goce de independencia hermenéutica absoluta y con el que debe funcional de un modo homogéneo toda sociedad para comprender las significaciones de su cultura, según Lévi-Strauss (Cf. Douglas, 83).
3) Es necesario preguntarse si la incompatibilidad de Freud y Sócrates, de la sociedad burguesa y la sociedad griega pasa del “mismo modo” por cualquier otra sociedad específica. Por ejemplo, si en la sociedad matrisocial venezolana, el complejo de Edipo se plantea como un dispositivo clave para pensar sobre los problemas del mundo, de la vida y la muerte, la libertad y la democracia, el crecimiento cultural y afectivo del individuo y de la sociedad como un todo. Si la sociedad venezolana al preguntarse sobre el “haber nacido de uno” o “haber nacido de dos” (padre y madre) (Cf. Douglas, 83), lo hace “bajo la especie del Edipo” (para proseguir en el instrumento de Lévi-Strauss cuando ubica a los Tsimshiam bajo la especie del pez (sub specie piscis), y ello le servirá a la sociedad venezolana para poner a sus símbolos edípicos en “su lugar” Lévi-Strauss, 1972b: 61): en el “lugar” que le interesa a la sociedad venezolana y no de otra. Se trata de organizar, de acuerdo al ethos matrisocial, las “identificaciones” que en otra cultura significaría “un abuso de significación” (Cf. Lévi-Strauss, 1972b: 62).
El supuesto consiste en que, pese a las posibles “confusiones” de los símbolos o sus trastocamientos, “ciertamente no indica la ausencia de un complejo de Edipo en una sociedad matrilineal” (Roheim, 1973: 224), ni se le puede evitar en su funcionamiento naturalmente normal, porque siempre está presente, como parte del desarrollo ulterior del erotismo anal en su fase genital o fálica (Roheim, 1973: 219). Así lo observamos en la matrisocialidad venezolana, tanto en el diseño del padre benévolo y amenazador, como de la madre fálica represiva.
Empero, la sociedad matrisocial venezolana demuestra que el Edipo no es una clave hermenéutica de la cultura para hacer preguntas y pedir respuestas que pasen por la muerte del padre como figura poderosa que cierra los acceso a la madre, a la política, a la variedad de formas posibles de pensar el mundo y la vida. Tal problema sobre dicha figura aplastante no “enloquece” trágicamente a la sociedad venezolana como enloqueció a la griega.
Finalmente, la debilidad psicodinámica de la figura del padre obvia que la sociedad venezolana caiga bajo la ‘sub specie edípica’. La respuesta sobre el “haber nacido de uno o de dos” tiende a ser expresada en términos de “uno”, y en torno a ello se organizan los símbolos y las identificaciones del parentesco familiar. La “ginecocracia” venezolana demuestra esto, pues si las mujeres pudieran engendrar sin la cooperación de los hombres, éstos sobrarían en la filiación de un modo absoluto por no cumplir definitivamente ninguna función en la pro-ducción de la estructura familiar, ni como contrapeso. La parafernalia de identificar la estructura edípica puede llevarnos a confusiones y trastocamientos de los símbolos según una progresión definida de etapas pre-edípica, edípica y post-edípica en lo que se entretiene Roheim respecto de una sociedad matrilineal (1973: 223). Si bien el Edipo ‘pudiera’ ser ‘una’ versión para interpretar los problemas del mundo y de la sociedad venezolana, por su tendencia pre-edípica, no parece ser ‘la’ mejor versión.
En Venezuela, el Edipo no funciona bien, pues sus productos terminales de la autonomía o independencia del individuo: su crecimiento psíquico, etnocultural y social, no se logran debidamente. Ni siquiera funciona con las preocupaciones de Malinowski respecto de la institución cultural del avunculado, la cual desplazaría a la institución del Edipo, de suerte que la figura del tío materno funcionaría como el “padre sociológico”. Pero en Venezuela no existe el avunculado en estas condiciones institucionales de la sociedad y de la cultura; ni la figura de la madre capitaliza el Edipo porque cumpla supuestamente los roles sociológicos de madre y padre a la vez, sino que el Edipo no funciona a plenitud, debido a que el tercer término, el Edipo, apenas está asomado en la etapa anal donde se estaciona el individuo que apenas sabe de la etapa fálica de la madre, y apenas también está asomado como autoridad en el Edipo cultural. Con la producción del resentimiento, por un lado, y, por otro lado del autoritarismo segundo donde no está presente el de la autoridad, no logra dibujarse como realidad afectiva y cultural consumada.
La metáfora contradictoria de una “autoridad afectiva” (maternal) deforma el proceso, y lo estanca, como está estancada la figura de la madre como hembra y la del padre como macho, de suerte que los niños y los adolescentes tendrán que ‘identificarse’ con la madre fálica como figura del pecho bueno, y al mismo tiempo ‘defenderse’ de ella como figura de posible pecho malo, sin una ayuda sustancial que debiera proceder de la figura del padre (Rank, 1961; Flügel, 1952) y también de la mujer encantadora de la que tendría que enamorarse (Risquez, 1982; Berenstein, 1981). “La no elaboración de la vivencia del desamparo [que es lo que ocurre en la matrisocialidad] condiciona frecuentemente el fracaso del enamoramiento, la transformación del amor en odio y de la ternura en hostilidad” (Berenstein, 1981: 224). En el Edipo cultural, que tiene una visibilidad más sociológica, se dibuja mejor el resultado que en el Edipo psíquico, lo cual nos permitirá observarlo en su proyección societaria para nuestro caso de estudio venezolano en la medida que hemos ido avanzando en dicho caso en otras investigaciones (Hurtado, 2014 y 2017).
El complejo de Edipo como proceso de autonomía del individuo (Laplantine, 1979), en la matrisocialidad se encuentra en permanente estado de regresión, sin la experiencia de los traumas profundos del nacimiento psíquico (Rank, 1961) y del cultural (Hurtado, 2014). El yo del hijo se halla sin aliados eternos (el padre, el cónyuge y la mujer encantadora) que le ayuden a cortar(se) el cordón umbilical de la dependencia materna. La solución del complejo no se produce porque le salga al muchacho el ogro del padre, elaborado por la madre, ni de la arpía de la madre mala, fabricada por la madre buena (Cf. Mendel, 1975: 329); es necesario que se dé el núcleo relacional del amor/odio, como estructura colmada del Edipo. El yo real e individual no puede realizar una acción contracanibalística respecto de la madre (Devereux, 1973: 177-186) si el objeto del afecto (primer Edipo) y la autoridad (segundo Edipo) no son primero identificados y estimados (amados) como tal, y no sólo rechazados y odiados desde etapas pre-fálicas como la oral y la anal. La dificultad de la forma de la muerte/resurrección del padre se debe a que no existe el tirano en la figura del padre. Si le sustituye la madre mala, el símbolo del afecto destruye de alguna forma el proceso porque la fantasía de la madre buena (el consentimiento está vivo y en acción dialéctica como contraindicación más poderosa). Así el padre (ley cuando existe y funciona) y la madre mala (acontecimientos infortunados) son inaguantables (pánico terrible) para el venezolano esperando siempre la solución mágica.
Lo que se produce no es un parricidio/tiranicidio, donde entran en acción los “héroes de mamá”, es decir, los ciudadanos (Devereux, 1989ª: 21), sino un amanticidio del marido realizado acaso como reactivo por los ‘hijos de mamá’, los habitantes. No se dramatiza una tragedia sino una farsa burlesca, aunque seria, como respuesta al gran asunto de la autonomía del yo y su entorno seductor canibalístico de la madre (Cf. Devereux, 1973: 159-176; 1975: 174-175). En el caso venezolano, el padre permanece sumergido, sin existencia cultural y psíquica (Hurtado, 1995b: 187), y si no ha llegado a nacer como padre (Morin en Lorite, 1987), no puede ser objeto de muerte y resurrección para los hijos[1].
Con el autoritarismo materno (Mendel, 1975) es difícil encontrar reparo a la impunidad o el descaro, a la infracción de la ley como desacato, a la eventualidad u ocasionalidad con que transcurre la realidad social en el país. Como la madre nunca pierde a su hijo (compulsión principal), aun después de muerta, la unión consensual del hijo, no permite una autonomía suficiente con rupturas-pérdidas con el proceso anterior maternal (Berenstein, 1981: 225). El grado de regresión aparece como pre-edípico, pues su realidad consiste en la inmadurez; ello significa no que el Edipo se halle ausente, sino que se encuentra infantilizado, categoría que utiliza Roheim para la sociedad de la isla de Normanby, vecinos matrilineales de las islas Trobiand (Cf. Laplantine, 1979: 79); adolescentalizado para la sociedad venezolana.
Los dos grandes rituales que componen la salud mental en la matrisocialidad son el referido al ‘día de la muerte de la madre’ y las celebraciones de su memoria mediante las visitas a su tumba en el cementerio. Estas celebraciones ocurren a veces en fechas hechas significativas como el día comercial de la madre en el mes de Mayo y el 31 de diciembre como inicio al año nuevo, como día cultural de la madre. La madre muere definitivamente, pero está viva continuamente en todas las mujeres de la familia. La gran vagina no desaparece en el dispositivo simbólico de la sociedad venezolana, como tampoco desaparece la estructura del Edipo en la relación primaria del consentimiento/resentimiento, dispositivo represivo que no deja crecer y autonomizar etnopsíquicamente al sujeto venezolano. La regresión no desaparece; la producción de la figura materna sigue con su ida y vuelta histórica y cultural; los desórdenes etnotípicos emergen como consecuencia.
Bibliografía
Berenstein, Isidoro (1981). Psicoanálisis de la estructura familiar. Buenos Aires: Ed.
Paidós.
Devereux, Georges (1973). Ensayos de etnopsiquiatría general. Barcelona: Ed. Seix Barral.
Devereux, Georges (1975) [1972]. Etnopsicoanálisis complementarista. Buenos Aires:
Amorrortu editores.
Devereux, Georges (1989). Mujer y mito. México: Fondo de Cultura Económica.
Douglas, Mary (1972). “El significado del mito con especial énfasis a la gesta de Asdiwal”.
En Leach (compilador), Estructuralismo, mito y totemismo. Buenos Aires: Ed. Nueva Visión, 79-103.
Flügel, J. C. (1952). Psicoanálisis de la familia. Buenos Aires: Ed. Paidós.
Hurtado, Samuel (1995b). Cultura matrisocial y sociedad popular en América Latina.
Caracas: Editorial Trópykos.
Hurtado, Samuel (2014). Agresividad escolar e instalación del Edipo cultural en
Venezuela. Caracas: Ediciones de La Biblioteca de la Universidad Central.
Hurtado, Samuel (2017). El animal urbano. Espacio y proyecto de sociedad en la ciudad de
Caracas. Saarbrücken (Alemania): Editorial Académica Española.
Laplantine, Francois (1979). Introducción a la etnopsiquiatría. Barcelona: Ed. Gedisa.
Lévi-Strauss, Claude (1972ª). “La gesta de Asdiwal”. En Leach (compilador),
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Lorite, Juan (1987). El orden femenino. El origen de un simulacro cultural. Barcelona: Ed.
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Malinowski, Bronislao (1974). Sexo y represión en la sociedad primitiva. Buenos Aires:
Ed. Nueva Visión.
Martin, Gustavo (1990). Homo-Lógicas. Caracas: Ediciones de la Facultad de Ciencias
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Mendel, Gérard, (1975). La rebellion contra el padre. Barcelona: Ed. Península.
Rank, Otto (1961) [1924]. El trauma del nacimiento. Buenos Aires: Ed. Paidós.
Rísquez, Fernando (1982). Conceptos de psicodinamia. Caracas: Monte Ávila editores.
Roheim, Geza (1973). Psicoanálisis y antropología. Buenos Aires: Ed. Suramericana.
[1] Colocamos un esquema desarrollado del Edipo en dos sociedades, para aprovecha el rendimiento de la comparación. Son las sociedades de Atenas y de Caracas.
EL EDIPO EN DOS SOCIEDADES: ATENAS Y CARACAS.
PATRILINEAL Y MATRISOCIAL.
Carácter ATENAS (Pericles) CARACAS
Clave -Significación -Destino
Social
Función -Prevista por -Imprevista
completa la cultura por la cultura
Metáfora -Padre/Tirano -Amante (marido)/
Aborrecido
Estructura -Amor/Odio -Consentimiento/
simbólica Resentimiento
Acción -Parricidio/ -Amanticidio/
estructural Tiranicidio Autoritarismo
caciquil
Retórica -Drama -Farsa
social trágico burlesca
Transfor- -Resurrección -Sumersión
mación del Padre del Padre
simbólica como ley como ley
Reacciones -Temor (castigo) -Descaro (impunidad)
sociales -Internalización -Externalidad
a la Ley: -Cumplimiento -Infracción (desacato)
al Contrato -Institución -Eventualidad (ocasión)
Social de la sociedad de la sociedad.
Democracia - la ley y autoridad -i-legal y autoritaria
Resultados -1. anti-tiránica - pro-tiránica tribalesca
estructurales (héroes de mamá) (hijos de mamá)
-2. ciudadanos de -la Cívitas
la Polis sin ciudadanos
Lógica del -Afirmación -Negativismo
Orden étnico social social
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[Tomado de Hurtado: Cultura Matrisocial y Sociedad
Popular en América Latina, Trópikos, Caracas, 1995, 187,
con algunas correcciones precisas en 2013 y 2016]
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Publicado en Samuel Hurtado S. : MATRISOCIALIDAD. Saarbrücken
(Alemania): Editorial Académica Española, 2019, 2a. Edición corregida y
aumentada sobre la 1a edición de 1998. Tesis Doctoral defendida en 1992.