miércoles, 13 de septiembre de 2023

ME DIERON EN PRÉSTAMO SIENDO UN EDUCANDO

 

patitos en el Pisuerga (Valladolid) aprendiendo del río 

 

La misión del educador

            no solamente es enseñar,

           sino ahondar en la vida

de los alumnos.                             

                                 Porque los niños solamente

                                             tienen dos fuentes de aprendizaje:

                                             el hogar y la escuela.

         Si falla una, la otra no funciona. 

 

Cantinflas[1] en ‘La neta de la política’. 

 

Hermosa película comentan en el facebook. No la hemos visto por falta de suerte. Vemos el rostro de Cantinflas en el reenvío de la red. Cuando leemos su perorata de discurso nos sorprendemos con el tema. Como relámpago se nos abrieron los ojos para entender, y nos colocamos en la orilla de ser un educando, después que nos atenemos al hecho despejado como una idea, la de habernos dado en préstamo para educar a los demás que son pensados como lejanos y/o extraños al mundo del saber.

¿Cómo tener el valor de educar[2] en las condiciones prestatarias tanto de sociedad como de cultura? En seguida nos pusimos epistémico buscando el sentido del valor: podría ser como volumen de capital social, o como actitud de atrevimiento para afrontar las relaciones sociales tanto en las técnicas pedagógicas de la enseñanza, como en el contenido de los sentidos a plantear en el intercambio con los educandos. En las condiciones de prestatario, el capital social, el atrevimiento social, y las técnicas de enseñanza, me rebotan en los marcos de la vivencia etnocultural ¡Fuerte tarea el saber situarse para educar! Los ojos del entendimiento pretendían brillarnos por dentro… ¡Habría que pasar primero (o al mismo tiempo) por la tarea de ser un educando!

Tuvimos que bajar del sueño que comenzaba a dormitarnos como una locura, olvidarnos de haber sido dado en préstamo para molestar como guía social a otros desconocidos en su cultura, y sentir la necesidad de autoanalizarnos para saber de nuestra situación de educador o de educando. En qué condiciones iba a entrar en el ‘ahondamiento’ de la vida de otros, acaso indefensos o indispuestos a nuestras influencias. Si acaso ni nosotros mismo nos habíamos ‘ahondado’ en la propia vida, ni acaso nadie tampoco había estado en nuestras cercanías o intimidades de lo que teníamos que hacer por nuestro adentro.

Comenzaba así nuestra propia película en imaginar ‘La neta de la política’ como un acontecimiento inédito en la vida, tanto privada como pública. La cosa se nos complicaba porque nuestra función de préstamo comportaba compartir el viaje a la sociedad como proyecto,  acompañado con alumnos a enseñar, juntándose la educación hecha ideología. No sabemos si los pretendientes a ser educados (los educandos) podían entender el planteamiento que nos estábamos haciendo a nosotros mismo, situándonos como un educando más, siendo nuestro papel el de educador en préstamo. ¿Acaso habíamos terminado de educarnos? ¿Acaso la educación termina algún día? ¿Acaso el educar no necesita de aprendizaje para cada circunstancia de vida en el que se sitúa uno como educando? ¿Acaso la contratransferencia que despega del educando no es, a tener en cuenta, esencial para mantener el valor de educar como capital social, y también para que dicho intercambio intelectivo sea indispensable con el fin de proporcionar la valentía de educar como atrevimiento ontológico indispensable para acometer la solución de los problemas de la vida, que son de todos?

El motivo que estamos exponiendo necesita trascenderse para adquirir el conocimiento apropiado de un asunto tan crucial como es el de entender la educación en la vía de la sociedad pensada como un proyecto. Dicha trascendencia no puede darse sino a través de ubicar el problema que como obstáculo se presenta en la interrelación de la enseñanza y la educación. La no precisión de saber y practicar lo ontológico de la enseñanza con sus metas tanto en las relaciones técnicas de interacción psicosocial, como en las relaciones sociales y su compromiso subjetivo entre educador y educando, deja en el aire o en la difusión el punto de apoyo del argumento científico. He aquí que el logro de alcanzar el problema mediante el proceso de su planteamiento constituye ese punto de apoyo para mover, con el pensamiento, la política de la educación respecto de la mira puesta en un proyecto, al mismo tiempo que el planeamiento pide las condiciones de entrenamiento o preparación así como esfuerzos teóricos para saber de la vía de lo societal.   

En el aprendizaje del diseño de esa vía, Cantinflas nos inspira dialécticamente a seguir un camino negativo desde su discurso de conjunción afirmativa. Para confrontar la enseñanza con la educación, es necesario quitar en el discurso de Cantinflas el ‘no solamente’ de la enseñanza como parte de la educación; otra cosa es el aprendizaje como piso genérico del problema. Porque colocarle de momento ese hiato adormece la tematización para el posible planteamiento: entonces la enseñanza aparece funcionando como una excusa de estar como forzada en asociación con la educación. Así resulta que enseñar es igual o coincide con educar. Si suspendemos esa posible asociación, obtenemos que puede haber enseñanza donde no se imparte educación alguna, y a veces hasta es negativa con respecto a ésta, ya por el mero hecho de suplantarla.

Por otra parte, se supone que para la ciencia de la educación es necesario que la enseñanza cumpla un papel de ayuda fructífero en el mundo de la educación si la colocamos en situación dialéctica con relación a la educación y su problemática. Esto nos lleva a proponerla como servicio referencial de detonante para hacer emerger el planteamiento del problema, y además, como el mejor cortocircuito, si empleamos la metáfora, para desprender y encender dicho planteamiento dada su cercanía tan asociada con la educación en la mentalidad social colectiva (Cf. Pensamiento Viandante, capítulo 8, sobre el planteamiento del problema).

¿Cómo conseguir ahora lo que es importante, es decir, a la educación en su propio problema? Al reglón de la enseñanza le ponemos a jugar el papel de detonante en su relación con la educación, en cuanto a su papel de opuesto, de tropiezo, de negación, que obstaculiza el ver en su autonomía existencial a la educación. Por su oposición que diferencia sensibilizamos mejor la identidad de lo acordado. Así la educación se presenta como una verdadera preocupación a remontar por sí misma sin el ropaje con que le presenta envuelto la enseñanza. Se hace sobre todo inteligible como problema si utilizamos el criterio de la enseñanza como ‘opuesta’, justificando la ideología que se desprende de ella cuando se imparte en solitario y sin resultados educativos. En ese choque preparado la chispa del detonante hace desnudar a la educación de los adherentes con que la práctica de la sola enseñanza la ha cubierto.

Por supuesto que la educación no puede ocurrir sin las condiciones de posibilidad que le exige su existencia, es decir, sin la enseñanza de un modelo o maestro que imparte orientación e información, sin una técnica pedagógica como atmósfera pertinente para la comunicación y trato en el intercambio de educador y educando, sin un ambiente social de organización social sea el hogar familiar sea la escuela. Pero junto estas condiciones en su gradación de consustanciales, se encuentran los principios de origen del continente educativo, lo esencialmente ontológico que le proviene de la ética y como expresión de la constitución de la sociedad como proyecto. La educación en su autonomía ontológica la concebimos como una perspectiva o perfil del proyecto de sociedad, de suerte que sin educación el proyecto de sociedad anda enceguecido en la historia y en la estructura social de los países. Sin educación colectiva el proyecto de país está al garete.        

Conclusión premonitora. Nuestro argumento es similar al de ‘el observador observado’, pero echando hacia atrás, desde la ética, en cuanto comienzo cognitivo: como asunto preveniente el educador debe o ha de ser educado (un educando), ya la situación donde la unidad de análisis sea el individuo con cómodo o simple entendimiento, ya la unidad de análisis sea el grupo, la comunidad, el país, con más complejidad para entender y argumentar, en cuanto colectivos.

Como dado en préstamo a país ulterior, se nos dio la oportunidad de averiguar muchos caminos, y elegir el más apropiado para plantearnos el cómo (la forma) del viaje a la sociedad. La educación resulta el camino largo, pero el más apropiado, mientras que quedarse sólo con la enseñanza muestra un atajo que contiene a la educación como ideología; la enseñanza en cuanto técnica sin contenido social ético (educación) deja al individuo y al país en el espejismo del viaje a la sociedad, es decir, haciendo sentir como si has llegado a la sociedad. La enseñanza sola es mantenerse en la utopía de creerse en la sociedad, mientras que la educación es la que te sienta frente a la sociedad y su trabajo de entenderla como un proyecto; sólo los esforzados en adquirir la capacidad interior o profundidad de saber llegar a acuerdos y establecer leyes para ser cumplidas por todos, es como se llega al estado de libertad y felicidad posible en el mundo de los humanos. Es lo que contiene ontológicamente el ahondar en la vida de los alumnos, y de todo quisque que propone situarse como educando, y, por lo tanto, de crecer hacia adentro, hincando cada vez más las propias raíces como autorrealización o disponiéndose como el otro para crecer hacia adentro desde fuera (ex-dúcere) con el objeto de poder sostener la presencia de lo social con los demás, siempre existentes hacia afuera.   

El método de demostración nos lleva a consignar que bajo el supuesto de que enseñar no quiere decir exactamente educar, nuestro argumento de exposición procede bajo el diseño de los siguientes puntos o niveles de análisis: 1) la enseñanza como técnica interactiva cuya razón exterior (desde fuera) se propone como función de mover el mundo interior de los sujetos; 2) El proceso de la movida interior se refiere a una con-moción, el de moverse con-sigo mismo, necesaria para la con-versión a los demás o proyección hacia afuera; la con-moción auténtica evita que la con-versión no sea una alienación, y se mantenga como donación a los demás en cuanto un exilio de lo propio auto-elaborado. 3) En una realidad de mundo, diseñada edípicamente, es decir, para las autonomías de la voluntad de los sujetos como personas: hay quien toca a la puerta del otro y acaso o no, éste tiene la puerta dispuesta para que le toquen, que puede abrirla o no, rezongar si la abre, saludar por cortesía, o gritar para que no le molesten, etc.; 4) Instalada la abertura hacia el otro como razón natural (cultural), intervenir en una operación de libertad a libertad (sujeto a sujeto), supone además esencialmente trabajar un nivel ético que es preciso para lograr la realidad de la sociedad como expresión objetiva de la ética; este proceso se presenta de entrada como la aspiración y la meta de lo societal por construir.

  Coda: ¿Habrá escuela de educación para educadores? Porque al final el no educado no puede educar; se amplifica este principio con la proyección de que tampoco educa el que no tiene la disponibilidad de seguir educándose en la medida que educa. Esta operación indica la necesidad de un principio originario respecto de una autoeducación como permanente deseo así mismo de autocumplimiento. En breve, se trata de propulsar la educación al otro como un esfuerzo inscrito en un proyecto de sociedad como instancia al fin plural: al mismo tiempo de identidad/comunión y difusión/diferenciación, para no caer en el particularismo ideológico tan caro a los antropólogos. 

 



[1] Cantinflas es el seudónimo del actor humorístico melodramático del cine mexicano Mario Moreno.

[2] Es el modelo conceptual de la obra de Fernando Savater, El valor de educar, Barcelona: Ariel, 1997,  que nosotros en El Pensamiento Viandante, en el capítulo 7, hemos desglosado epistémicamente con algunos de los indicadores que señalamos aquí.



No hay comentarios:

Publicar un comentario