martes, 26 de diciembre de 2017

BUCEANDO EN LA ESPERANZA

Los ríos Orinoco y Caroní se encuentran en la Guayana venezolana



LA CIUDAD CONSOLADA[1]
(poemario super flúmina)

Se muestran los motivos del libro desde otros poetas: Jorge Guillén y Antonio Gamoneda, y se concluye con los últimos fragmentos de la presentación del libro.

MOTIVOS DE ENTRADA AL LIBRO

Lloren junto a los ríos,

mientras de aquellos sauces penden mudas las cítaras,

los siempre tan dispuestos

al abandono de esa terca empresa
que es nuestro convivir, todo inventado.

Jorge Guillén: “impulso hacia la forma: super flúmina”.
En Aire nuestro y otros poemas. Barcelona: Seix Barral,
1979, 97.


Hubo denuncia y extensión de sábanas. Y ciertos pasos

en el exterior.



Alguien ha gemido mientras la noche cae sobre la ciudad.



¿Quién ha gemido tras el cinturón de álamos, en las praderas

excavadas donde los hielos ciñen el pedernal?



La ciudad ha sido rodeada por un gemido.



¡Puertas clavadas ante mí, puertas de ocultación! Siento

la inmovilidad espesa como una sustancias.



Un olor a mercados crece bajo el crepúsculo: grasa y laurel en las

            maderas, tazas pesadas de alimento, telas usadas en la carne,

hierros muy fríos. Todas las cosas comunican miedo y los

caballos agonizan en campamentos muy lejanos.



Un olor a mercados es el olor de mi alma.

Antonio Gamoneda: “Descripción de la mentira” (fragmento).
Edición de Miguel Casado. Edad (poesía 1947 – 1986). Madrid:
Editorial Cátedra, 1987, 269.

ÚLTIMOS FRAGMENTOS DE LA PRESENTACIÓN



Sólo así se puede pensar el proyecto como obra de conjunto, de mayor envergadura que el de una simple promesa corriente abajo por el río para no llegar a ningún sitio. En el poema, la ciudad, el río y la promesa escalan las alturas de la soledad con las fantasías lúcidas del plano arriba y con las fantasías azabachadas del críptico abajo, a mayor profundidad que como tal también es más oscura.



Si cada poema es un recodo de parada breve en el río, el conjunto del poemario se convierte en una larga travesía, donde van a caber muchas experiencias que se van reatando consigo mismas y con los pensamientos de otras travesías paralelas. Una tal ex-periencia (=viajar viendo cosas) poética es la travesía óptima que añuda el sentido más sublime con los tiempos laboriosos del quehacer cotidiano. Por eso, en La Ciudad Consolada, junto al sollozo del ángel negro y la sombra del río, aparecen las fiestas, su gozo protector del misterio y las querencias de ternuras que la fuente y el río Tormes procuran a la fantasía; en seguida llega la presencia de las luminarias de la gracia y la ciudad divinal en que se convierte la sustancia poética. La alegoría del plano arriba pronto se hunde en lo críptico del nocturno siempre a punto de la aurora, para solucionar la historia de los saltos vitales y concurrentes. La marcha del viaje despega desde la raíz del lugar y del sentimiento del pueblo, donde a su vez se pregunta por la existencia del país, desemboca en el umbral de la playa como símbolo de apertura a soñar con otros mundos, otros países. Allí conviviendo con el compromiso de cumplir con la promesa del poema, aparece la soledad del aguafuerte de la naturaleza abrileña, la soledad de la inteligencia pastoreando nubes diligentes, y la soledad de la faena laboriosa de producir conceptos para la ciencia.



¿Cómo anudar secuencias tan distantes en la lógica de la ida y vuelta, distantes en el espacio del estar allí y estar acá, distancias de geografía y cultura entre el pueblo castellano sin río, ni montañas, sin verdor del bosque aún de encinas, y la ciudad de Santiago de León de Caracas, atravesados sus valles por ríos, flanqueada por verticales montañas, y sus bosques de selva tropical. Una vez hice un viaje poético[2] desde la cumbre de Urbión, donde nace el niño Duero (de manos de Gerardo Diego), con descanso detenido en el claustro donde la ciencia, el rezo y el ciprés se recrean en el monasterio de Silos, hasta llegar a concluir lúcidamente en el bosque del campus universitario de la ciudad de Caracas, para seguir acogiéndome a la inteligencia, a la ciencia social y al andar habiendo placer de la razón urbana.   



Siglos de historia, siglos del mito, conservando la energía de la crónica etnográfica, del ensayo y del poema. Este libro de poemas super flúmina es un desafío de la libertad y de la consolación (esperanza) para los tiempos de oscuridad que marca el reloj de los tiempos en Venezuela. Tiempos en que no hay febrero con nieve, ni lluvia en marzo, pero sí mucho sol en abril y permanentes flores en mayo, esperando que el aguafuerte de abril dé paso a la floración con que comienza el invierno (lluvias) de mayo. Es la ciudad de las tierras altas, la que inspira la dicha del recorrido poemático y le unifica en torno a la promesa de amor al mundo y de la soledad de ternura al río, la conexión poética que nos lleva a las aventuras de la fantasía sentimental, del mito antropológico y de la historia social.



El río Guaire embaulado a su paso por Caracas


[1] Un libro de Samuel Hurtado, en publicación, agosto 2017.


[2] Dicho viaje está narrado en Chortal y Ciprés. Mis pensamientos antropológicos. En mi blog http://pensamientosantropologicos.blogspot.com  mes de julio de 2011.

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