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| selva tropical |
I
Cuando en el trópico se empina diciembre
el aire almidona trasparencias, las montañas
lucen sus enaguas esponjadas de selva matinal.
Primavera en saldo de lluvias que se alejan,
flores y rosas apuestas para el placer
festivo del cosmos
y la memoria de pueblo.
Allí,
con el tiempo de madre, jocundo,
se inaugura la cultura y perviven
los sentidos primordiales.
II
Nunca a mi esposa he llevado flores,
ni siquiera rosas para celebrar su día de nacida,
rosas con latidos de corazón.
Pero en la primavera que condensa diciembre
le hago el segundo jardín para su disfrute
de casa e intimidad.
(¡Lluvias que se acercan en mayo,
oh, tiempos del primer jardín!)
Allí,
anidan las rosas que se juegan con las flores,
salón de visitas festivas adonde acuden pájaros
negros de pecho gualda enamorado.
III
Jardinero en selva que no bosque,
ni guardabosques, jardinero empeñoso
en navegar galaxias de sueños, alcándara
de la sociedad donde penden los proyectos
esperando la voz que sepa encender sus almas;
ni cazador de otros campos, jardinero con ansias
de bogar ríos entre manglares flotantes
en placidez de restinga, y despertarse
de rama en rama bajo arcos góticos
de árboles y siglos.
IV
Si sonara la música en los arquitrabes
de la selva sería tu silencio de jardín
el aprovechado.
Allí,
la barcaza de la mirada fundiría los deseos
en esfuerzos que arrodillarían la selva
ante tu
destino de paraíso humano.
Selva bizarra, complejo étnico, laberinto
de minotauros enviscados, embrollo
en redes sociales:
Cómo hacer el jardín, regalo de potlacht
decembrino, si montaña y selva anublan
las trasparencias airosas, y sus polisones
de monte y culebra degluten los colores
floreados,
y los perfumes de rosas apurados.
V
¡Agonía de selva y jardín!
En lucha a muerte, cuerpo a cuerpo: se citan
el tenaz deseo ancestral y la confiada tarea
del grato afán.
Jardinero en escarda pugnaz de pensamientos
selváticos…
Si hay que batirse que sea por la confianza
y la gana de hacer jardín.
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