ADMONICIÓN
(=advirtiendo):
En su lucha de agonía contra la sociedad (venezolana)
el socialismo del siglo XXI (de inspiración comunista)
ha terminado por desprestigiar la revolución
porque la hizo estúpida.
Alguien la direccionó así; y otros, los muchos,
le siguieron como a un iluminado alcanzando para
su haber y tener una condensada ración de estupidez.
Javier Caraballo. En su columna MATACÁN de El Mundo.
Andalucía, 17 de agosto de 2006, redacta un pensamiento
sobre la ESTUPIDEZ, término que José Antonio Marina
evita proferir y en ese caso preferir el término de fracaso
para reflexionar los resultados de la estupidez en sus libros
La Inteligencia Fracasada y
Las Culturas Fracasadas,
editorial Anagrama.
(Atención al fragmento grande del texto de J. Caraballo):
ESTUPIDEZ
El periódico
sensacionalista Bild publicó hace
unos días una noticia de auténtico impacto. Por lo visto, un científico alemán
ha estado probando en su laboratorio, con resultados excelentes hasta el
momento, con una pastilla ‘anti-estupidez’. ¿Se imaginan? Si se llega a
comercializar, seguro que tiene más éxito que el viagra….
De todas
formas, el mercado mayor que se le abriría al comercio de estas pastillas sería
el político. Y no porque en la política el porcentaje de estupidez por metro
cuadrado sea mayor que en el resto de la sociedad, que este sería otro debate
interesante, sino por los efectos inmediatos. El científico Hans-Hilger Ropers,
director del instituto Max-Planck de Genética Molecular de Berlín e inventor de
la revolucionaria píldora, sostiene que ya está probado que “en ratones y
moscas de la fruta somos capaces de eliminar la pérdida de memoria a corto
plazo”.
Si en los
ratones y en las moscas de la fruta que deben andar más o menos igual de genes
que los humanos, ha funcionado el invento, por qué no iba a ser eficaz en este
personal tan desmemoriado. ¿Acaso el mayor mal de la política no es el olvido
sistemático de las promesas electorales? Pues ya está, solucionado. Pero, ¿qué
decir de la cantinela asfixiante que lleva a los partidos políticos a exigir
cuando están en la oposición aquello que nunca aplicaron cuando estaban en el
gobierno? ¿Cómo afectaría a los nacionalistas, fundamentalistas, a los
imbéciles sin más? Pero es que, sin ir tan lejos, ¿cuántas estupideces se oyen
a diario en el circo político?
Ya hay dos
cosas que deberían figurar en la puerta de entrada de todos los parlamentos. En
mármol, la frase aquella de Ortega y Gasset, en su primera intervención como
diputado en el Congreso: “Señorías, es de plena evidencia que hay sobre todo
tres cosas que no podemos venir a hacer aquí, ni el payaso, ni el tenor, ni el
jabalí”. Y junto a la cita sublime de Ortega, un ujier con una mesilla repleta
de cajas de esas pastillas.
Hans-Hilger
Ropers puede revolucionarlo todo con su imprescindible invento, sí señor. En el
diario Bild se ha bautizado el
descubrimiento como “la primera pastilla del mundo contra la estupidez”, y por
aquí la estamos esperando ya ansiosos.
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