Todos los gestos anteriores a la deserción están
perdidos en el interior de la edad.
Imaginad un viajero
alto en su lucidez y que los caminos se deshiciesen delante de sus pasos
y que las ciudades cambiasen de lugar: el extravío no está en él mas si el
furor y la inutilidad del viaje.
Así fue nuestra edad: atravesábamos las creencias.
Los que sabían gemir fueron amordazados por los que
resistían la verdad, pero la verdad
conducía a la traición.
Algunos aprendieron a viajar con su mordaza y éstos
fueron más hábiles y adivinaron un país donde la traición no es necesaria: un
país sin verdad.
Era
un país cerrado; la opacidad era la única existencia.
Ciego en la inmovilidad, como basalto
dentro de basalto, me poseyó el olvido. Éste fue mi descanso.
Permanecí, permanecí, pero mi obra es
la retracción, la retirada hacia una especie maternal.
Y la virtud de mis oídos se adelgazaba
dentro del silencio.
Antonio GAMONEDA, “De Descripción de la
mentira” en Antología Poética,
Alianza Editorial, Madrid, 2008, 125-126.
ARGUEMTO EN VOZ 2
LA VERDAD HECHA TRAICIÓN
La crueldad nos
obliga al regreso. Pero antes que lo intentemos tenemos que enfrentarnos a
nosotros mismos ¿De cuál de nosotros mismos? De la edad y sus espejismos,
espejismos que muestran nuestra propia cosecha en agraz. No hay peor cosa (o
infierno) que no servir para nada como si uno fuera un tornillo que se aisló;
que somos inútiles como un teléfono fuera de uso, o una mercancía hecha para el
no uso como objeto de muestra en vidriera de centro comercial. No hay peor
extravío que no saber que estás extraviado, extraviado por dentro y por fuera,
estando en casa o yendo de viaje. “No hay viento favorable para aquél que no
sabe adónde va” (Séneca). O como cualquier “filósofo criollo” que “sabe ir (a
un sitio), pero no sabe dónde queda”. Peor aún, el extraviado demuestra que
estás más allá del no uso, pues hasta el regreso te está vedado ¿Cómo desandar
un país extraviado? ¿Cómo conjugar las pérdidas que no sabes? ¿Cómo sacar los
furores que se despliegan por el retorno inútil?
Se nos dijo que la
verdad nos hará libres, pero la hemos volteado como síndrome de la traición. La
verdad así se vio traicionada en su misma habitación, sin capacidad de reacción
en un país oscurecido. Aconteció el tiempo en que nadie sabe hablar con verdad,
nadie sabe hablar de verdad, nadie sabe en verdad de qué cosas hablamos. Se
envió a la verdad al descarrío de mentes y vida. El regreso se ha mostrado como
huída sin reversión ¿Nos condenamos al olvido hasta de nosotros mismos? Si
nuestra vuelta al vientre nutricio (de la madre) definitivamente nos enajenara
de nuestro compromiso con el país, éste se convertirá en un fósil. Por eso hay
que plantarle un desafío a la mentira, no sea que ésta termine por desactivar
lo mejor de la virtud maternal (la comunidad). Como alfareros de nuestra
significación (historia) frente al destino (natural), edifiquémonos nuestra
causa y reconstruyamos el fondo de lo que debe ser un país, tu país, nuestro
país. La edad, con hechura de siempre joven, es el resorte más diestro para descorrer
las vendas que cubren nuestra geografía política, y ver así sin tapujos cómo se
arruina en silencio un país sin verdad.
A continuación, en
el Ángel del Destino se nos descubren las ruinas sociales que nos deja nuestra
cultura, como si el país venezolano fuera un yacimiento arqueológico abandonado. [siguiente cuadro]
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