jueves, 2 de mayo de 2013

EL ABANDONO DEL VARÓN EN VENEZUELA




















LA MADRE


    Reíate la vida, y tú reías,

mientras que cupe, niño, en tu regazo

y mientras fue la forma de tu abrazo

el molde y la corona de mis días.

    Mas creció el niño. Y cuando tú creías

que nunca había de aflojarse el lazo,

necesidad fue ley que, de un hachazo,

separó tus pisadas y las mías.

    Yo iba lejos…Ya tú no me aguardabas…

sola en casa, gemías y esperabas…

“¿Y aquello era vivir?”

                                         A Dios le hablaste,

te hallamos muerta un día sobre el lecho;

tu alma voló, metiéndose en mi pecho,

y nunca más de mí te separaste.


Eduardo MARQUINA: La Madre,

en L. Alonso Schökel, Introducción a la Poesía Moderna,

Bibliotheca Comillensis, Santader, 1948, 45.



CORIFEO

LA MADRE MÁRTIR

En este soneto de Marquina trato de orientarme en el teatro cultural que me abre como espectáculo la palabra Matrisocial. Con ello quiero celebrar en mayo el aniversario de la Palabra. Lejos, lejanía cultural la del poema en que se rompe el lazo umbilical con el hacha social, y la cultura venezolana en la que no se ejecuta dicho patíbulo que debiera protagonizar lo social. Pero en todo lugar la madre es madre con miras a la edificación del hijo. Y así vuelan los seres como vuelan las almas con referencia al vientre parturiento.

En este aniversario, la Palabra Matrisocial se fija en el arquetipo conceptual de la madre mártir venezolana. Se suelen entender mejor los conceptos de la madre parturienta y de la madre virgen (la abuela). Se deja dentro de un entendimiento marginal a la madre mártir. Pareciera que su sufrimiento se debiera a que, si hizo del hijo un consentido, éste se torna ahora esquivo, un desobediente. ¡¡No es así!! Ahora el problema no es el hijo, sino el varón, cuando la madre soluciona negativamente la metáfora del hijo como varón al retener al hijo desechando al varón. En lo hondo, se encuentra la relación primordial del varón organizado como marido (rechazado).  Aparece así la prescripción cultural de la dura fatalidad de la mujer venezolana. Rómulo Gallegos  rastrea este problema como un asunto ficcional en sus novelas:


El Orinoco es un río de ondas leonadas; 
el Guainía, las arrastra negras.

En el corazón de la selva aguas de aquél 
se reúnen con las de éste;

Mas por largo trecho corren sin mezclarse,

conservando cada cual su peculiar coloración.

Así en el alma de la mestiza 
tardaron varios años en confundirse

la hirviente sensualidad y 
el tenebroso aborrecimiento del varón.


Los antropólogos hemos tenido que toparnos con este asunto como realidad cultural, cosa que los psicoanalistas lo vieron como realidad psíquica, así Ramos Calles. En Elogios y Miserias de la Familia en Venezuela, hemos descrito el hecho como elemento crucial de la estructura familiar; pero también atañe a las relaciones sociales. La idea de “La trama del destino doliente” representa un modelo conceptual que espera por su explicación en una tesis doctoral. La cultura maquina contra la madre del “malandro” del barrio: le impone como destino fatal hacer duelo previo por el hijo varón ante su muerte inminente. Su trayectoria de ladrón y quizás también asesino lo ha ya condenado a una muerte temprana. El duelo termina el día en que es muerto su hijo. La madre sabe que no puede recuperar o salvar de la muerte al hijo, porque ya como varón de antemano lo había abandonado a su suerte. Cumplía así con su inevitable destino cultural como mujer.


CODA: Si con el duelo, previo, la madre trata de compensar su fatalidad maternal, es también con dicho duelo, que, al mismo tiempo, al realizar la cultura, la madre redime a la cultura misma de su contradicción matrisocial. Cuando la cultura abandona al varón se cumple con ese trágico destino maternal, que al proyectarse en las relaciones sociales se convierte en una farsa o malanga en la sociedad venezolana. Ver a continuación el escenario en Vivencia Familiar Contraindicada y Desentendimiento del Varón.

No hay comentarios:

Publicar un comentario