viernes, 28 de octubre de 2011

PENSAMIENTO Y CONOCIMIENTO. HILVANES DE RELACIÓN
































Hay dos modos de conciencia

una es luz, y otra, paciencia.

Una estriba en alumbrar

un poquito el fondo del mar;

otra, en hacer penitencia

con caña o red, esperar

el pez, como pescador.

Dime tú: ¿cuál es el mejor?

¿Conciencia de visionario

que mira en el hondo acuario


peces vivos,

fugitivos

que no se pueden pescar

o esa maldita faena

de ir arrojando a la arena,

muertos, los peces del mar?




(Antonio Machado)

A. El pensamiento una habitación humana.
B. Evaluación de los trabajos cognoscitivos.
C. Colocar bien las piedras en el camino
D. Cuando el cielo aparece cerrado para ver el camino.

Tejer un contrapunto entre pensamiento y conocimiento lleva a obtener un tejido básico para observar las actividades diferenciadas de la mente humana y sus resultados. Y también para hacer después los hilvanes de su relación a favor de una sabiduría de los resultados.


El pensamiento establece su referencia a las obras, a las creaciones, a los diseños, a las originalidades del genio. El pensamiento siempre es un principio de actividad en torno a la invención de la realidad. Por su parte, el conocimiento es un recurso del pensamiento, conteniendo elementos de información para los resultados de la acción pensante. Es un recurso como lo son las técnicas, las operaciones, los planes. Los resultados obtenidos por y desde el conocimiento son productos. El conocimiento sólo produce y reproduce, repite y/o ejecuta los diseños creados por el pensamiento. El conocimiento se asocia a las competencias del talento [1].


Hay una diferencia notable entre el autor que crea o inventa obras, y el actor que las ejecutas con sólo el sentido de los productos. La diferencia se establece también en la puesta en práctica de las subjetividades y aún estudiarse las psicodinamiza del sujeto (Vallejo Nájera, 1985). El escenario de la Universidad da para desarrollar tanto una como otra actividad. Específicamente en el escenario de un doctorado en ciencias sociales las dos actividades tienen cabida, y el problema es cómo cuando una y otra tienen que cumplir su función. Sin embargo, la aspiración, a que empuja la ética, es que el estudiante, así como el profesor, no terminen aprendiendo/enseñando a repetir, aun teniendo en cuenta la repetición con una simple competencia. Es necesario adquirir las virtudes del pensar evitando toda comodidad y descrédito del pensamiento [2]. Se trata que el profesor y el estudiante, como un equipo de trabajo, lleguen a activar y ejecutar la inteligencia, y que aún se sientan intelectuales pese al desprecio de que se ha llenado esta palabra [3]. Proponer que el doctorado tiene como objetivo la producción de conocimiento, es insuficiente, es decir, limitado sólo a procesar información, cuando lo más auténtico es la capacidad de producir informaciones, es decir, generar proyectos. Una tesis doctoral debe ser o aspirar ante todo a ser una obra. Umberto Eco permite rematar esta proposición definitoria, cuando después de contar la historia con su precedente, el belga Edgar du Bruyne, saca una segunda consecuencia al comparar esa obra de la tesis doctoral con un cochino, porque en la matanza de este animal no se desperdicia nada, claro, si se hace bien [4].

A. El Pensamiento una habitación humana.


Hacer bien una tesis supone un principio apropiado desde el que se trabaja. No es otro que el pensamiento, y en este caso se trata del pensamiento complejo, reflexivo, colmado de libertad, porque tiene que ser creador. La creación no puede tener sino un núcleo crítico que tiene que ver con la acción. Por eso, antes de la libertad de expresión está la libertad del discurso, como antes de la democracia se encuentra la libertad. Massimo Desiato lo desnuda, y a su vez lo reviste con su originalidad radical: “La conducta es democrática, se cree, si se concede libertad de expresión. Yo sostengo que sólo es democrática si, no sólo se tolera la libertad del discurso, sino que se la lleva a incentivar” (Desiato, 2003).


En lo crítico del pensamiento se accede a la acción y en lo creador a la imaginación y afectividad. Son los canales de “aprender a pensar de forma crítica y creativa, en el contexto de la libertad y solidaridad formado por la comunidad de investigación”, se convierte en la condición necesaria para convivir en sistemas democráticos (García Moriyón, 1997) [5]. Hay indudablemente un compromiso político que postula como irrenunciable la asociación profunda entre pensamiento y acción para la solución de los problemas éticamente. Por eso el autor de Etnología para Divagantes no duda en proclamar esa asociación en el planteamiento de su obra para decir que el pensamiento sin acción divaga, y la acción sin pensamiento se encuentra sin orientación de sentido, sin viento favorable hacia donde ir. Por eso nuestro pensar sobre Venezuela se queda en rumores que uniformemente repite el colectivo en son de explicación de lo que pasa en el país [6].

“Estas proposiciones estereotipadas, como tantas otras sobre las problemáticas venezolanas, se vienen escuchando en diversos ambientes académicos y profesionales, desde al menos los primeros años de 1970, que es como decir desde que uno tiene uso de razón en Venezuela. La de la “Venezuela surrealista” (se la dice kaftkiana a veces) es la más socorrida (Cf. Massó, 2002). Al oírla uno se queda en Babia casi pensando en el París de Bretón, en el arte primitivo de Picasso (Véase Clifford, 2001). O también en la imaginación dadaísta, espontánea y aleatoria. El milagro es que la cultura iletrada venezolana, no teniendo ningún inventor reconocido, pareciera que habría nacido de la fuente inaugural como imagen de la creación divina del mundo. ¡Una rareza exótica! ¿Ce encumbra ilusoriamente la realidad o ésta es nostálgicamente rechazada ante el espejismo opaco del pensamiento?


“Si de una forma u otra sucumbe la realidad, es porque primero ha sucumbido el pensamiento. Éste sucumbe porque le faltan las garantías para remontar los riesgos en los que le colocan las referencias de la acción. Las garantías se refieren al lugar ontológico desde donde debe pensarse para poder al mismo tiempo, clarificar el lugar que la realidad transita y adónde va. Este proceso conlleva una fuerte dosis de pánico a la realidad para todos los colectivos humanos. La sobreprotección de un líder como ocurrió en el nazismo o de un sistema como se desarrolló en el socialismo, que clausuran libertades, indica una gran regresión al caos social. Pero también la falta de protección social como sucede en los colectivos populistas latinoamericanos lleva a una regresión lindante con el abandono o desamparo originario, en el sentido de estar o quedarse varados en medio de un mar lleno de tempestades y tiburones. Siempre, especialmente en estas situaciones, el pensamiento tiene la máxima responsabilidad” (Hurtado, Etnología para Divagantes, 11-12).


En el principio de la acción, estamos en el campo ciego o caja negra, para decirlo con Lefebvre en la Revolución Urbana, o un estar en blanco que es un vacío (Lefebvre, 1972a, 33). La morada del hombre sobre la tierra se encuentra en la nada mientras no la haga posible el pensamiento con su libertad de creación. Los espacios del actuar identifican un punto originario, pero se convierten también en una fase crítica merced al actuar del pensamiento.


En Teoría de la Inteligencia Creadora, J. M. Marina (1997, 155 y 159) expresa la proposición con las metáforas del esbozo vacío o el patrón vacío como postura abierta a todos los proyectos de creación posibles. La idea de proyectar se inserta en la de campos abiertos a ser cerrados, después de llenarlos, por su orientación ontológica, con la realización de los proyectos y sus obras.


Una artista plástica, vinculada con el color, Milagro Serritiello, ha desarrollado su evolución personal estética en la imagen modelística conceptual del nigredo al albedo. El nigredo representa la parte en la que la noche alcanza su máxima oscuridad y puede asociarse con los pensamientos y percepciones del ser humano. En el proceso de elaboración de sus obras fue deshaciéndose del nigredo interior para “hacer amanecer el contenedor de luz que involucra a lo femenino y masculino” (El Nacional, 5 de junio 2010). Pareciera así que aspira a alcanzar a representar la creación de Adán y Eva emergiendo del pensamiento originario.

Diríamos en forma mitopoética que en el principio revoloteaba el pensamiento:

-buscaba un lugar donde habitar, es decir, como constituirse un hábito o elaboración primera del mundo para existir y dar existencia,


-y con ello buscaba un lugar también para hacerlo habitable y proceder a habérselas con el mundo: era la cultura infra-estructural, que constituirá el material antropológico, para otorgar sentido a las cosas del mundo. Él era realidad pero necesitaba dar sentido, diversos sentidos, para él también cobrar sentido existencial



-buscaba también su lugar propio, es decir, para ejercitar su autonomía de acción dentro de la realidad toda. Definitivamente lo definía en sus formas de ser y trabajo.



El pensamiento no es una ideología. Es una realidad


-No es un simple ni mero conocimiento (un recurso parcial), es totalidad del ser.
-No es intuición provisional, es mirada permanente e interior (un intellígere, intus-lecto).


No es análisis, es hermenéutica originaria.



Se parece a la poesía que es (como) su hija, nacida de su libertad creadora de mundos. Como la poesía quiere que construyamos el mundo como una habitación poética, tal como evoca Heidegger, trayendo a colación a su compatriota el poeta alemán Hölderlin y continuando la tradición pre-socrática. ", escribió Hölderlin. Ya sabemos lo que el verso significa. Inteligentemente habita el hombre la tierra, alumbrando en ella el reino de las posibilidades libres” (Marina, 1997, 28).


Por lo tanto, el hombre asiste a todas los acontecimientos de aquellas parcialidades (ideología, conocimiento, técnicas) para impulsándolas, liberarlas de sus defectos y darles un sentido de orientación, y aunque termine al final como u-tópico o lugar comunísimo, (versión positiva del no-lugar negativo, según Yerro Belmonte en Sociología de la Imagen, 1974) reúne como comunísimas a todas las dilexias o lugares particulares mencionados

Si la doxa (opinión, dictamen) es el modo de pensamiento del sentido común, de la apariencia, del comentario superficial, de lo concreto, del bricolage, según opera el pensamiento concreto o silvestre, para decirlo con Levi-Strauss (1972),


-la epistemología es el modo de pensamiento de la ciencia para sacar a flote las evidencias y explicaciones, y de la verdad en filosofía.


Si la doxa nace y es otorgada con la etnocultura


-la episteme se origina en la ética cuya obra objetiva es el proyecto de sociedad: es fruto del esfuerzo de la inteligencia o pensamiento.


La vocación del pensamiento es llegar a la realidad totalizándola con su energía gnoseológica,


-mediante una subjetivación tendente a la contemplación del mundo, a su unión cuasi-mística,


-pero también mediante una acción objetivante y la solución de problemas.


Requiere tiempo para concebir (la) realidad, y para el procesamiento o elaboración de ésta. Rof Carballo dice que ese tiempo se caracteriza por la lentitud, es un tiempo de ternura para con la realidad, de afectividad o amor por la misma. Está lleno de elaboración reflexiva, donde puede entrar ya la elaboración de un dato primario o primero.


La vocación del conocimiento, en cambio, llega a la realidad ya existente y lo hace caminando por las diversas parcelas de la realidad.


-Su finalidad de realización es la de la objetivación sensible del mundo, por lo tanto se le ve trabajando en la relación de materia-forma, relación fundamentada por el esfuerzo de una gnoseología, según Gustavo Bueno en Teoría del Cierre Categorial (1992).



-Es también una objetivación de la práctica teórica y su relación con la técnica, y cuyo fin pretende conseguirse con la explicación de problemas parciales.


En resumen, por estas vías diseñadas llegamos a conseguir dos hitos distintos de acceder y caminar simbólicamente la realidad
-Por el pensamiento alcanzamos a la inteligencia o intelecto, es decir, a la intelectualidad como una operación de intus-especulación. Siempre el pensamiento encerrado en la idea, siempre planeando sobre la realidad para “informarla” esperando que desde otro lado (teoría, técnica, práctica) se le dé una forma cada vez reinventada, en la medida que se inserta o se aplica a la realidad.
-Por el conocimiento damos alcance a la teoría, es decir, a la conceptualización como una operación de explicación de la realidad ya sea visible o invisible, pero siempre en su materialidad. Es decir, el conocimiento científico está encerrado en la realidad material, siempre esperando una forma y realizándose en la reelaboración de formas.


En la relación del pensamiento y el conocimiento hay distinta dosificación de lo subjetivo y lo objetivo, así como distinta cualificación o valor, en la aplicación de ambos en las prácticas (ideática o de realización), de acuerdo a la solución de problemas, relación sujeto-objeto que reserva Gustavo Bueno a la epistemología. Aunque este autor en su libro Teoría del Cierre Categorial, se inclina a ubicar el pensamiento como campo de la filosofía y por lo tanto en la actividad relacional de sujeto y objeto, y al conocimiento en el territorio de la ciencia, y por lo tanto en la operación de materia y forma, sin embargo, pensamos que uno y otro tienen que ver, aunque con distinta dosificación y cualificación en los dos modelos de relaciones, ya sea el de materia-forma ya el de sujeto-objeto.


B. Evaluación de los trabajos cognoscitivos.


Con respecto a nuestro objetivo podemos diseñar cuatro modalidades en las relaciones según los balances gnoseológicos y /o epistemológicos:


1) pensamiento versus teoricismo (triunfalismo teórico sobre el pensamiento: exceso de conceptualismo frente a la falta de pensamiento)



2) intelectualismo versus teoría (triunfalismo de la especulación sobre la conceptualización. Se trata de una operación gnóstica, muy propia de Clifford Geertz, 1995, y aún de Levi-Strauss, 1972).



3) Intelectualismo versus teoricismo (una fuerte carga y exceso de lenguaje, sobre reflexión y explicación, que obnubila la técnica y la objetividad, apoderándose el formalismo sobre la materia o realidad: se trata del imperialismo o triunfalismo del discurso a costa de la representación, y aún de la metáfora conceptual, superponiéndose lo metafórico retórico sobre lo conceptual. El subjetivismo de cierta postmodernidad se eleva sobre lo real y pretende crearlo como un dios demiúrgico).



4) Intelectualidad plus teoría. Se trata de una dosificación conveniente de idea más concepto, donde mutuamente se complementen y se liberen de sus triunfalismos y excesos, complementariedad y liberación necesitadas de operaciones autónomas de lo intelectual y de lo teórico. Defendiendo que sin ideas no hay conceptos, y sin conceptos las ideas no toman territorio sobre la realidad, y se mantienen en la pureza del cielo platónico.


Brevemente, en nuestra trayectoria científica de la cultura y la sociedad, el pensamiento es necesario para inspirar, impulsar, motivar, liberar del empirismo y del racionalismo al conocimiento, tal como ocurre en la ilusión etnológica, el etnologismo crítico, en el ingenierismo sociológico como el positivismo, etc.


C. Colocar bien las piedras en el camino.


Nuestros remates sobre lo epistemológico, junto con el compromiso del investigador y su ideación (concepción) del proyecto se colocan en las veredas del proceso cognoscitivo:


A) Partimos de la metáfora de que la epistemología es, al modo antiguo, un viaje de observación a la realidad (etnográfica).


a) Se observa un primer esbozo o plano general cuyo supuesto es de tipo denotativo o indicador de realidad mediante distingos de descripción. Así se diseñan temas de realidad de primera mano, y se “nocionan” (sic) como primer esfuerzo reporteril del pensamiento. Por ejemplo, se distinguen magia (pretensión de dominar lo invisible mediante gestos y rituales), religión (aceptación de los designios divinos mostrados mediante signos), iglesia (una autoridad de organización con el objeto de controlar los signos que señalan lo invisible y sus rituales de acceso, así como sus revelaciones o designios sobre el hombre y su realidad).


b) Se asciende a un segundo esbozo o planos segundos específicos del quehacer antropológico. El supuesto es el miedo o pánico a la realidad y su respuesta de osadía a la misma con sus problemas. Aquí se tienen dos semiplanos de elaboración de respuestas osadas para calmar las ansiedades:


1. el semiplano de los enunciados primarios.


Se elaboran enunciados de carácter mítico, en un orden de lo dado o natural. Es el orden de la etnocultura. El pensamiento es concreto o mítico, que al enfrentar o verse con lo fenomenológico, inventa el tema de un quehacer o un plan o un proyecto.


2. el semiplano de los enunciados secundarios.


Los enunciados que se elaboran son de carácter filosófico y/o científico, en un orden de creación o invención de lo que debe ser (o lo no dado que hay que inventar) Es el orden de lo societal, y por lo tanto la osadía o atrevimiento son ya de responsabilidad, así nos atrevemos a inventar un proyecto, el proyecto de sociedad. Se trata ya de un pensamiento abstracto con su dimensión ética, que tiene que enfrentar o verse con lo ontológico, de suerte que tienen capacidad de inventar un problema que se vincula solamente con un proyecto, integrando en este el quehacer y el plan.



B) Diferencias ente los niveles fenomenológico y ontológico.


a) el nivel fenomenológico se encuentra en el plano del ser.


Se trata de un postulado cultural cuyos significados están dados en el sistema social y siempre tienes una existencia pre-epistémica. Ejemplos:


El esclavo romano era una cosa, un peculium. Esto dado socialmente, era moral como cultura. Del mismo modo “alborotar al pueblo” despegando solo lo dado de la etnocultura, representa una política en sí misma moral, una democracia qua tal. Esto es lo más placentero, según Simón Rodriguez en el texto de Defensa de Bolívar (1916).


b) el nivel ontológico se sitúa en el plano del deber ser.


Se trata de un postulado ético cuyos significados están objetivados como un perfil del proyecto de sociedad. Es el nivel epistémico qua tal.


Continuación de los ejemplos:


El esclavo romano pasa a ser considerado una persona, con derechos. Esto se adquiere con un esfuerzo histórico-social, o conflicto o pugna entre los grandes grupos sociales. Del mismo modo “orientar al pueblo” o como dice Simón Rodríguez “tener proyecto” o como dice San Agustín en La Ciudad de Dios “ama y haz lo que quieras”, representa la auténtica política. Frente a la demagogia moral por ser cultural, debemos lograr con esfuerzo, la democracia como un perfil del proyecto de sociedad.


Ejemplo de ñapa (otro más) para que se entienda bien el problema:


1. la pornografía es una cosa a disfrutar, donde un falo me atrae y al mismo tiempo me rechaza. (nivel fenomenológico)


2. la pornografía es representada por una persona con problemas. Un yo que carga con lo pornográfico de una sociedad, expresa mi otro yo porno problemático.


Conclusión: el razonamiento etnológico, que es, por esencia científica, ontológico, no puede oscurecerse por ninguna beata “fidelidad” a los datos fenomenológicos:


-Si la etnografía impone lo que debe ser (los datos objetivos, como bandera científica),


-es porque está hecha o realizada ontológicamente (como debe ser desde la teoría del “dato a priori”).


El nivel ontológico representa el nivel civilizatorio o societario, que establece y soporta el nivel de las proposiciones epistemológicas.


D. Cuando el cielo aparece cerrado para ver el camino



A) Los “tiempos de oscuridad” del investigador social se escenifican en Hanna Arendt en sus libro “Tiempos de Oscuridad” (1992). El Prefacio cumple el papel de manifiesto.


a) Hay un interés de la obra referido a una reflexión sobre artículos y ensayos escritos en 12 años.


-son artículos y ensayos de ocasión.


-sobre personas distintas y lo mismo su contexto histórico.


–todos contemporáneos (siglo XX) menos Lessing, pero éste es tratado como contemporáneo.


–No se conocían entre sí.


–No son representantes del zeitgeist (en alemán: espíritu de los tiempos).


b) El tiempo histórico es tiempo de oscuridad. Se toma el título de Berthold Brecht.


-la catástrofe estaba encubierta por el lenguaje y el dialecto ambiguo.


-se expresaba en laguna de credibilidad, que degrada la verdad en trivialidad sin sentido.


-Sartre lo describió en La Náusea en términos de la mala fe. En el artículo sobre Walter Benjamín, Arendt recogerá de él la mala suerte que definió la experiencia de vida de aquél. Son interpretaciones para indicar que todo existe en una forma opaca.


Haidegger lo templó con extraña precisión en Ser y Tiempo: todo lo que es real y auténtico es asaltado por el poder y el discurso que surge del reino público que a su vez determina cada aspecto de la vida cotidiana.


c) Buscando el tiempo ontológico (el que debiera ser), la única forma de escapar es retirarse a la soledad (pagana, diré yo, a los siglos de oscuridad engendrados por las invasiones bárbaras, siglos 5-8) con respecto al reino público. ¿Por qué?


No interesan los análisis de Heidegger,


-ni la tradición del pensamiento filosófico, para su desarrollo.


-sino una experiencia fundamental que recoja la expresión de un pensamiento constituyente o mejor aún, que lo produzca, originario y originante, es decir, no interesa tanto su historia como su ontología. (Posición similar a la reflexión de José Antonio Marina en su Ética para Náufragos (2001), señalada en sus dos primeras páginas, y referida a una ética constituyente, autor que no se sale de este marco constituyente en sus innumerables publicaciones).


El interés de todo esto lo constituye el papel del pensamiento en la configuración de la teoría, y ésta en la conformación de las ciencias sociales.


B) En nuestro contexto venezolano, diríamos que la luz negra de lo público todo lo oscurece. Victoria Camps, una filósofa de la ética titula ya su libro como Malestar en la Vida Pública (1990). Pero en Venezuela además lo público está oscurecido, tanto etno-culturalmente (cultura matrisocial) como sociopolíticamente (sistema populista). La luz de nuestra etnocultura no ayuda a la luz del pensamiento público. Nosotros jugamos permanentemente con el pensamiento mítico en una sociedad simple o mágica, sin que tal pensamiento deje paso a operar a la ideología política de las sociedades complejas&lt [7].


Los “tiempos de oscuridad” no son simplemente los representados por las monstruosidades. Por supuesto, no son nuevos, ni una rareza en la historia.


Sin embargo en tiempos de oscuridad tenemos el derecho a esperar cierta iluminación, una luz que puede prevenir menos de teoría y conceptos, y más del pensamiento.


El pensamiento es el que puede inventar las teorías y los conceptos para las explicaciones que tenemos entre manos y no sabemos resolver. Hay que pensar, ejercitarse en pensar. Para ello hay que reformar la inteligencia humana: se trata de buscar la racionalidad poética para cambiar el régimen del pensamiento concreto o mítico del “divagante” haciéndole caminante.


A la hora de emprender la formulación de un proyecto, el investigador en ciencias sociales debe incursionar en una poética de la acción para hacer posible una nueva cultura sentimental a incorporar en su subjetividad y de aquí a su plasmación objetiva en la investigación. Por consiguiente, la importancia de un ejercicio subjetivo básico y originario que consiste en una contratransferencia entre lo ético-epistemológico y el pensamiento fundamental que tenga como consecuencia una metanoia o conversión del científico a la acción científica. Sin “socioanalizarse” el investigador social tiene dificultades epistémicas de hacer ciencia (Lefebvre, La Vida Cotidiana en el Mundo Moderno, 1972b, 227; Bourdieu, El Sentido Práctico, 39). Si “hacer ciencia es hacer mundos”, y por lo tanto una especie de creación, el pensamiento requiere de esa conversión a la lentitud, a la ternura, a la dedicación, al amor, a la pasión por la realidad que demanda ser innovada socialmente. Como decíamos arriba. Ya Freud lo propuso para el psicoanalista (tiene que pasar por la experiencia de psicoanalizarse), y así Devereux lo propone al antropólogo como deber (tiene que “antropologizarse”), en su obra epistemológica De la Ansiedad al Método (1989). Son modos de sincerarse con la objetividad.


Este paso de ordenamiento del laberinto subjetivo donde juegan los afectos, la etnicidad y lo societal en el investigador, a un plano de una nueva subjetividad implica saber que los tres niveles diseñados tienen un estatuto particular en la constitución contratransferencial. Para ello hay que establecer como cuestión esencial que lo afectivo o pasional entra como elemento constituyente del pensamiento necesario en la motivación, búsqueda, afrontamiento e interiorización de la realidad temática y/o problematizada. Sin embargo, los vínculos afectivos existentes se juegan en los sistemas culturales, y es con ellos que se estructuran los vínculos de lealtad. Conceptualmente, los vínculos afectivos no coinciden con los vínculos leales. Aquéllos son parte de éstos. Aunque el volumen y la calidad de los afectos pudiera condicionarlos psíquicamente, sin embargo, no determinarán nunca las estructuras de la lealtad a las cuales pertenecen.


De modo paralelo, las estructuras culturales son parte del sistema social, y no determinan éste. Sin embargo, le proporcionan sentido y dirección, de suerte que la acción de aquél debe revisar su comprobación en la cultura, y viceversa, la cultura no es nada fuera de su territorio que es la acción social, y su sentido debe comprobar su autenticidad en la acción.


Finalmente, ni los contenidos de la pasión sentimental y actitudes, ni el sentido basal de la cultura (barbarie) y la mera acción social, tienen capacidad de producir un proyecto social por sí mismos. Necesitan que su nivel de realidad ético-epistemológica tenga entrada en la acción creadora, es decir, que cree posibilidades de realidad y solución a las problemáticas que se presenten. Se trata pues de lógicas o razones inventivas donde emergen los derechos que signan lo societal fundado por el deber ser que propulsa la Inteligencia Ética del hombre y que éste justifique qua tal. El afecto, la etnocultura y la simple acción y actividades, pueden ser plataformas de conocimiento, prerrequisito del despegue del pensamiento constituyente de lo social que funden los derechos y su ética de acción poética cuya objetivación es el proyecto de sociedad.


Referencias



Arendt, H. (1992): Hombres en tiempos de oscuridad, Gedisa, Barcelona.


Bourdieu, P. (2008): El sentido práctico, Siglo XXI de España, Madrid.


Bueno, G. (1992): Teoría del cierre categorial, Pentalfa, Oviedo.


Camps, V. (1990): El malestar en la vida pública, Prensa Ibérica, Barcelona.


Consalvi, S. A. (2003): “La sabiduría del ‘diente roto’”. EL NACIONAL, Caracas, 29 de junio, A/11.


Desiato, M. (2003): “Libertad de discurrir”. EL NACIONAL, Caracas, 13 de julio,


Devereux, G. (1989): De la ansiedad al método en las ciencias del comportamiento, Siglo XXI, México.


Eco, U. (2003): “Cómo se paga una deuda a plazos”. EL NACIONAL, Caracas, 7 de diciembre, A/10.


García Morrión, F. (1997): “Aprender a pensar”. ABC, Madrid, 23 de mayo.


Hurtado, S. (2006): Etnología para divagantes, FACES-UCV, Caracas.


Ibáñez. Jesús, (1990): En “Editorial: las dimensiones de un pensamiento complejo: investigación social y proyecto utópico”. En Revista Anthropos, Sociología Crítica de la Cotidianidad Urbana, Nº 113.


Lefebvre, H. (1972a): La revolución urbana, Alianza, Madrid.


Lefebvre, H. (1972b): La vida cotidiana en el mundo moderno, Alianza, Madrid.


Lefebvre, H. (1975): El derecho a la ciudad, Península, Barcelona.


Levi-Strauss, C. (1972): El pensamiento salvaje, FCE, México.


Marina, J. M. (1997): Teoría de la inteligencia creadora, Anagrama, Barcelona.


Marina, J. M. (2001): Ética para náufragos, Anagrama, Barcelona.


Rodríguez, S. (1916): Defensa de Bolívar, Imprenta Bolívar, Caracas.


Rangel, M. A. (Serritiello, M.) (2010): “El arte es la alquimia del ser humano”. EL NACIONAL, Caracas, 5 de junio.


Serrano, S. (1974): Formas simbólicas de la imaginación, Equinoccio, Caracas.


Todorov, T. (1988): el Cruzamiento entre culturas” en T. T. (comp.), Cruce de Culturas y Mestizaje Cultural, Júcar universidad, Madrid, 9-31.


Vallejo Nájera, J. A. (1985): Locos Egregios, Mediciencia Editora, Caracas.


Yerro Belmonte, M. (1974): Sociología de la imagen, Sala, Madrid.



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[1] Preside la consideración de este modelo, el modelo que formula Henri Lefebvre en El Derecho a la Ciudad, en su capítulo de Industrialización y Urbanización. Él mismo se apoya en el modelo de la Economía Política del valor de uso que dará lugar a las obras y el valor de cambio que se realizará en los productos (Lefebvre, 1975). Siempre el pensamiento está asociado al ámbito de un valor de uso, porque la autenticidad del pensar como principio se asoma éticamente al valor del uso relacionado con una actividad primordial. Aunque todo pensamiento, como todo valor, es creativo por definición, aún el rutinario, nos referimos en esta ocasión al pensamiento epistémico de la reflexión especulativa y teórica, que cuando se aúna intencionalmente con una elaboración metafórica, la obra resultante tiene un improntus creativo imp0onderable. En la metáfora está asociada la imaginación y lo mágico, aspecto creativo por excelencia (Serrano, 1974).


[2] No siempre el pensamiento como lo será la intelectualidad tuvo buena prensa. “El viejo lema de la Universidad de Cervera , acabó siendo adoptado por todas las universidades del mundo. Al menos, en las Facultades de Ciencias Sociales. Los científicos sociales dejaron de pensar y se pusieron a calcular. La cara empírica se disolvió en empirismo (investigación despojada de la teoría); la cara teórica, en positivismo (teorización reducida a análisis lingüístico de los términos). Se abandonaron los significados (emic) para centrarse en las causas (étic). Había llegado al final de las ideologías: el control mediante cuentos iba a ser sustituido por el control mediante cuentas. La ciencia dejaba el campo libre a la técnica. Los nómadas dejaban paso a los sedentarios” (Ibáñez, 2).




3] Todorov (1988) clasifica las actividades y la de intelectual puede dar sentido a las otras: “Estas dos actividades de una misma persona, la de científico y la de político, padecen por igual un mutuo aislamiento; pero ¿es posible concebirlas en otra relación que no sea la de alternancia (erudito de nueve a cinco y militante de cinco a nueve? Sí, a condición de admitir que junto a estas dos funciones puede existir una tercera, que yo designaría con ese término ambiguo, si acaso desvalorizado, de intelectual. Yo querría que este momento se entendiera, mediante esta palabra, la necesidad que pesa sobre el especialista en el espíritu humano y sobre sus obras de dar cuenta de los valores que subyacen a su trabajo y de la relación que éstos guardan con los valores de su sociedad. El intelectual, en tanto que tal, no es un hombre de acción” (Todorov, 10).



[4] “Y aquí llegamos a la segunda moral de mi historia. Escribí en mi libro Cómo se hace una tesis que una tesis bien hecha es como un cerdo, no se tira nada, e incluso décadas más tarde se podrá volver a usarla en distintas ocasiones. Estoy contento de haber tenido razón”(Eco, 2003)



[5] El articulista García Moriyón presenta el libro de M. Lipman, Pensamiento complejo y educación, Traduc. De Virginia Ferrer, Ediciones de la Torre, Madrid, 1997, 366 págs, desarrolla su exposición haciendo la relación del pensamiento reflexivo y la educación, atendiendo a las dimensiones de realización del pensamiento: criticidad y creatividad: “”un pensamiento que es al mismo tiempo crítico y creativo, que tiene en cuenta la dimensión cognitiva de nuestros procesos superiores y la dimensión afectiva, en la que se incluyen aspectos tan decisivos como la empatía, la autoestima o el cuidado de nosotros mismos y de los demás” (García Moriyón, 1997).




[6] A propósito del cuento de Emilio Coll: “El diente roto”, compilado en Cuentos para volar, editados por Carolina Ledezma y María Sol Reyna, Simón Alberto Consalvi dice que “abunda el “dienterrotismo” que en definitiva se da la mano con los lenguaraces. Una versión contraria del mismo fenómeno: dárselas de “sabelotodo” sin saber de nada. Tronar y atronar. Yo, puesto en la disyuntiva, me quedo con Juan Peña. Que si se engaña, no es suya la culpa” (Consalvi, 2003). El muchacho o chico que se rompió el diente, adopta una actitud hierática, de éxtasis, acariciando su diente roto en la oscuridad de su boca, sin pensar en absolutamente nada, pero todo el mundo se hacía lenguas de su postura reflexiva y pensante. Hay en las aulas una generalizada pereza por el pensar que “se reproduce en la sociedad” , según M. Desiato (2003)



[7] Se toma el modelo analítico de Levi-Strauss de acuerdo a como lo propone este autor: en las sociedades complejas, la ideología política viene a ocupar el puesto que en las sociedades simples ocupaba el pensamiento mítico (1972).


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Dossier del Dictado de Investigación, Parte I: punto 1. Universidad Central de Venezuela Facultad de Ciencias Económicas y Sociales, Postgrado en Ciencias Sociales, (Véase en este mismo blog, día 3 de junio de 2011).


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