Nos dice un Filósofo (Vico, 2025) citando a otro filósofo (Ruiz, 2025), que la criticidad se alcanza cuando se atiende a la proposición de otros colegas intelectuales . Dicho así parece que la criticidad resulta de un cúmulo atropado desde una sumatoria de proposiciones en juego consigo mismas, como factores en línea, y no en symploké, sino de un modo deshilachado. A esto se necesita hacer que dicho juego despegue en una dinámica de creación de realidad, pensada de un modo conjuntado de un modo sistemático.
Victoria Camps (2025), otra filósofa, y de atención a la ética, por cierto, nos da la pista, de entrada al camino de llegar al origen de la criticidad; no lo coloca con tal motivo para conectarlo con el pensamiento, sino que ofrece la circunstancia, que para nosotros se elevará a principio, cuando de lo organizativo procedimental con respecto al aprender como insumo genérico, se le coloque la especie de ‘juntos’. Con ello instaura un principio de realidad (del ser); es decir, reconfigura lo organizativo como institución al darle una calidad de excelencia productiva al proceso de aprender.
El Confidencial.com en su aparte de Alma, Corazón y Vida (siempre la vida está de por medio) nos ofrece el reporte sustancial de la entrevista que tuvo lugar en el espacio “Aprendemos Juntos” del BBVA, España. Allí comienza apuntando que la verdadera autoayuda no está en las recetas fáciles, sino en la cultura: en la lectura, el arte, el pensamiento y en la formación continua. A este punto ha llegado bajo el supuesto de que “no pensamos lo suficiente”, y ello como advertencia para acudir al debate que viene trajinando sobre el futuro del trabajo, en un momento en que la inteligencia artificial y la automatización están modificando profundamente el panorama laboral.
El motivo del trabajo y sus circunstancias problemáticas de tecnificación, nos hacen pensar en el retraso que tenemos respecto del pensamiento sobre la técnica en general (Touraine, 1992), al cual hemos acudido para impulsar su avance desde una perspectiva antropológica en nuestra obra de investigación (Hurtado, 2023: 199-245). Camps alerta sobre los extremismos de la rigidez y de la permisividad. Educar para la libertad no es dejar hacer, sino orientar, guiar y formar con criterios de compromiso ético. Porque la felicidad no depende del dinero o del éxito, sino de la vida virtuosa, que implica esfuerzo personal, cultivo interior y sentido de comunidad.
El posicionamiento digital no es sinónimo de plenitud; frente a este prejuicio se reivindica una vida con profundidad emocional, a la que debe secundar el papel del Estado como instrumento de la sociedad, que permita garantizar las condiciones a cada individuo en su propio esfuerzo por aprender a pensar de un modo suficiente. Porque frente a las discusiones simples, es necesario defender la duda como instrumento esencial para construir una ciudadanía crítica y prepararla para afrontar la complejidad del presente y futuro.
Mi singularidad como científico-social me llevó a defender y organizar ese ‘aprendizaje juntos’ para abrir la brecha del origen de esa criticidad en la academia con repercusión en la sociedad venezolana. Se trata de hacerlo converger con el compromiso ético, implicando para ambos la transformación de la realidad a partir de la solución de los problemas del mundo humano. Por lo tanto no como una justificación de una soledad en la construcción de un pensamiento personal simplemente crítico, en consecuencia autojustificativo , sino como una búsqueda de la verdad del país, de una realidad de todo un mundo que hay que salvar, país en donde como autor logre consolarme (tener esperanza) y remediar mi criticidad de pensamiento.
Cuando investigo el pensamiento en su episteme crítica, en conjunción con el alumnado mirando al país, colocando el pensamiento en viandancia (Hurtado, 2019) siguiendo la táctica de Aristóteles, entre los antiguos, y de Nietzsche, entre los modernos, se pone al pensamiento en camino, en método(logía). Mi nomadismo de pensamiento no es simplemente discursivo, como en Kafka , el mío es un nomadismo de pensamiento práctico, en acción, sociológico, mirando hacia adelante, más allá del sí mismo, oteando hacia el quehacer del futuro que ya está presente como la imaginación real de un proyecto de sociedad.
Lejos, por lo tanto, de un sentido regresivo, antropologista, mirando en retroceso desde el pasado con la imagen nostálgica de la ‘tribalización’ de la sociedad. Con las raíces de grupos tribales, no podemos dar con la sociedad por mucho que imaginativamente alarguemos y ensanchemos la lógica de la imagen de la tribu. Ésta es una nueva andanada de la antropología inglesa de Whitehead que después de 2 años de convivir con una tribu primitiva situada cerca de Queensland en Australia nos dice que tenemos que retornar a pensar la humanidad para salvarla porque ha llegado a su extremo final.
La antropología no avanza con seguridad sin su contraparte sociológica (Kroeber) que permite hacer el paso de la societas a la civitas, de la sociedad natural a la sociedad artefáctica o éticamente instituida, esto es, al avance ético necesario para atreverse por parte de los seres humanos a solucionar los problemas de su vida en el mundo. “La humanidad es un proyecto de liberación que brota de unos mecanismos neuronales, es un proyecto valeroso que nace de una naturaleza cobarde. Nos enfrentamos al gran enigma de nuestra especie y al gran enigma de nosotros mismos” (Marina, 11-12).
¿Podremos ‘aprender juntos’?
Son necesarias las condiciones de la existencia de ser “juntos”. Este plural apela a un colectivo, a un grupo, comunidad, sociedad, país. Desde nuestra hincada social y de país, podremos conformar ese origen donde se genera la criticidad del pensamiento como realidad instituida, elevando a la categoría societal ese ‘juntos’ (o juntará(da), que evoca en nuestra sensibilidad de Venezuela al gentío -Gustavo Campos calificaba así a la sociedad venezolana- , o gentará(da) en el argot popular venezolano-. Tal moción que apunta a nuestra condición presocial, nos pone en aprieto para indicar la oportunidad de vida, esa vida que se nos muestra en nuestra historia venezolana. Y sin embargo, no hay otra vía sociológica para aprender, de entrada, como decir del origen, de las situaciones en que hoy nos ha colocado la historia.
En este texto no queremos referirnos a aprender del resentimiento respecto a nosotros mismos, ni del escarmiento por lo sufrido en la vida, ni aún de la quejumbre de los años del siglo XXI: ¡cómo hemos llegado a esto! ¡Cuánto durará esto! ¡Ya Venezuela no aguanta más! El problema que estamos lanzando, no es del simple aprender, o de aprender con el mérito personal, sino de aprender bajo la pro-acción de aplicarse ‘juntos’; condición que sea elevada a principio sustantivo con el objeto de autenticar el pensamiento en su aprendizaje de la criticidad; tal como lo ofrece la situación originaria de hacerlo con la calidad de ‘juntos’, calidad precintada como de institución que muestra y avala al mismo tiempo al proyecto de sociedad que debemos pretender alcanzar.
Es la pretensión de la ética, donde la criticidad del pensamiento expresa una objetividad del proyecto de sociedad, al tiempo que demuestra la constitución de sociedad y de país independiente (Pardinas, 125). En este alerta, tenemos que contar con la intervención de ese volumen de cultura étnica que siempre se oculta, pero que siempre actúa desde los bastidores en el escenario social.
¿Qué pasa con el actor identificado con el otro, los otros, germen del colectivo ‘juntos’, con sus diferencias internas en su ser 'conjuntado'?
“La disolución y decadencia de todo orden humano es una degradación”. Lo que en Venezuela era una virtud natural, luego no se reconfigura como un crecimiento social, y, por lo tanto, como oportunidad de crecer el ‘ajuntamiento’. La reacción de los otros como germen de la existencia de lo social suele lucir ausente, lo que anula toda capacidad que implicaría la impugnación al proyecto social y que requiere el nivel de criticidad de una sociedad modernizada (Hurtado, 2000).
La crisis política y la moral que debiera sostener la cultura, se orientan hacia la falta de proyecto de sociedad en el país; así el Estado no está consolidado del todo y el Mercado muestra su cara mercantilista. En breve, el origen de la criticidad de pensamiento que ubicamos en el ‘aprendemos juntos’ se halla así desmoronado desde el fondo social. Queda que cada cual mire a ver que puede hacer en el interregno, o en el entretanto de Cabrujas, de nuestra historia.
Referencias
Camps, Victoria (2025). “No pensamos lo suficiente”. En el espacio ‘Aprendemos Juntos’ del BBVA, Madrid. Reproducido en El Confidencial.com, 12 de julio.
Hurtado, Samuel (2000). Élite venezolana y proyecto de modernidad. Caracas: Ediciones del Rectorado, Universidad Central de Venezuela.
Hurtado, Samuel (2019). El Pensamiento viandante: de la idea de investigar al proyecto de investigación. Saarbrücken (Alemania): Editorial Académica Española.
Hurtado, Samuel (2023). “La ‘función técnica’ en la mira de Arquímedes”. Duelo de país en contramarcha. De la ilusión de la ‘tierra de gracia’ al retroceso del ‘golfo triste’. Saarbrücken (Alemania): Editorial Académica Española, cap. 19, 199-245.
Marina, José Antonio (2006). Anatomía del miedo. Un tratado sobre la valentía. Barcelona: Editorial Anagrama.
Moeller, Charles (1960). “Franz Kafka o la tierra prometida sin esperanza”. Literatura del siglo XX y cristianismo. Madrid: Editorial Gredos. Tomo III: La esperanza humana, 225-366.
Pardinas, Felipe (1977). Metodología y técnicas de investigación en ciencias sociales. México: Siglo XXI editores.
Ruiz, José Carlos (2025). El arte de pensar. Madrid: Editorial Almuzara.
Touraine, Alain (1992). Critique de la modernité. París: Fayard.
Vico, David Pastor (2025). “¿Qué pasa si los niños ya no juegan?” Madrid: Family Xperience. Educación: Ser padres. Charla en Cinesa Proyecciones, 18 de marzo.