Isla de Cubagua en el arquipélago de la Isla Margarita (Esado Nueva Esparta, VENEZUELA) |
Boceto de cómo era Nueva Cádiz en la Isla de Cubagua, años 1523-1544. |
Génesis del Poblamiento de Suramérica
Autor: José Luis Torres Merino.
Sevilla: Punto Rojo Libros, 2018.
Admonición:
La presentación del libro en Venezuela tuvo lugar el 6 de diciembre de 2018,
en Artepunto, Centro Cultural del BOD. Plaza de La Castellana. Caracas.
Fue para mí un honor presentar este libro a partir de mis vivencias como antropólogo venezolano siendo el autor un amigo entrañable, él personalmente y conjuntamente su familia, ya en estos momentos una tribu encaramada entre España y Venezuela. No sé si fue por este motivo de emocionalidad que el autor me pidió mi colaboración, pero es posible que hubiera en Venezuela poca gente intelectual para afrontar dicha presentación no sólo por la información, sino también con mis compromisos intelectuales en primer lugar con Venezuela y por consiguiente con España. No tuvo éxito la grabación oral del discurso y se me pidió redactarlo en discurso escrito. Creo que lo que expongo con los recursos de la escritura, el día 27 de diciembre, y sus propósitos para su divulgación, fueron las ideas que desarrollé en vivo en el Centro Cultural el día 6 de diciembre.
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Cuando leía el libro de Cubagua y a Riqueza Perlífera, y verme
como asignado para su presentación ante un público especial, me preguntaba cómo
podía pensarme a mí mismo con relación a mis planteamientos sobre la Venezuela
actual, si la referencia era de hace 500 años y además como una referencia
originaria.
Porque todo libro sale de las
manos de un hacedor, y llega a las manos de un lector, cuya misión es hacerlo
de nuevo desde su experiencia de vida.
Entonces me asomé a un escenario
histórico donde confluían en aquella etapa inicial, sin diferenciarse aún, la
historia, la geografía y la antropología todavía con su precisión primera de
etnología, es decir, el tiempo, el espacio y el alma o el espíritu de los
pueblos, según la metáfora de Herder en el siglo XVIII, esto es, su cultura.
Y en aquél escenario de la
conformación de la ciudad de Nueva Cádiz de Cubagua, me vi catapultado, a larga
distancia del tiempo, en otro espacio y con diferentes propósitos y
realizaciones objetivas, me vi catapultado, digo, a verme al lado de Herodoto
con su Istoría y a Jenofonte con su Anábasis o La retirada de los 10 mil. Como
intelectuales curiosos del mundo diferenciado que estaba construyendo su
pensamiento, establecieron las marcas de sus experiencias geo-etno-históricas,
inventando a los bárbaros para poder reconocerse como griegos. Recorrieron
diversas sociedades donde se percataron de sus diferentes formas de decir y representar
el mundo, el suyo de cada cual, como los etíopes que pintaban a sus dioses con
las formas y colores con que vivían y sentían ellos. Así Herodoto inventó la
historia etnográfica y Jenofonte la crónica geográfica como etnológica.
No estuve en la fundación de
Nueva Cádiz de Cubagua, hace 500 años, como tampoco estuvo José Luis Torres
Merino, pero como otro geógrafo, historiador y etnólogo a la vez, el también
griego Estrabón, con su obra Geografía
en el siglo I antes de Cristo, tampoco estuvo en España en aquellos tiempos de
la paz romana, y sin embargo,
escribió sobre las pautas de conducta de los pueblos celtíberos con noticias de
soldados, comerciantes y aventureros romanos. También nosotros en el siglo XXI
reunimos documentos, memorias y noticias sobre poblaciones en movimiento
histórico, geográfico y etnocultural, todo dentro de una indetenible difusión
¿Para qué? Para hacernos una idea conceptual (no una opinión periodística) de
cómo fue aquella realidad antigua, casi autóctona, y después pronosticar cuál
fue su resultado, y cómo es el resultado ahora, en su derrotero, con nosotros y
para nosotros.
De mi parte, no me he dedicado a
escribir sobre antropología histórica, lo que se llama etnohistoria, ni sobre
antropología geográfica, lo que no quiere decir que como etnógrafo mis
recorridos han sido principalmente en la península de Paria, los Andes
venezolanos, la montaña de Sortes y los barrios marginales de Caracas. Como
comparación en España mi recorrido etnográfico fue por Canarias, Vascongadas y
Andalucía. Mi misión en América Hispana se orientó hacia la confluencia de la
historia y la geografía en el presente antropológico de la Venezuela actual, y
por lo tanto de la deriva de su futuro.
La lectura del libro de Cubagua y la Riqueza Perlífera de José
Luis Torres Merino, más pronto vi la carátula, me motivó hacia esa Venezuela de
la historia profunda de las sociedades en su puja de la cultura, y en este caso
de una etnogénesis en ciernes. Por aquello de que el tiempo etnológico, en el
que se engloba el pasado y el futuro en un tiempo de presente mítico como una
mostela de sentido, dibuja los orígenes del tiempo mismo en un pasado a su vez marcando
la deriva del presente hacia el futuro.
Dicha motivación era concreta para mi
trayectoria de investigación sobre Venezuela como autor de la propuesta última
de que Caracas es una ciudad que no es
urbana, propuesta que venía propulsada por mi autoría de la Caracas donde como
un vacío se encuentra la clausura del
pensamiento urbano. Mediando en ello La
ciudad constelada como prospección sociohistórica de la riqueza petrolera,
y, finalmente, en esta época de crisis histórica, el poemario de La ciudad consolada como idea de la
esperanza venezolana[2].
He de hacer notar que la cifra que ofrecen los urbanistas venezolanos, de la
gente que vive en ciudad hoy día en Venezuela, se eleva al 94%. ¡Imagínense cuál
fue su origen primero en Nueva Cádiz de
Cubagua y sus avatares, título de formulación geo-histórica que hubiera
completado al título exótico del simple Cubagua!
El problema que me motiva este
origen anclado en una isla inhóspita como Cubagua, es no sólo averiguar sino
sobre todo explicar por qué el venezolano, mezcla de blancos, negros e indios,
por su etnografía viviente en sus comportamientos sociales, adolece de ser
ciudadano y con más razón de profundidad, de ser urbano. Ello me llevaba a
presentar que, en lo tocante a la ciudad a diferencia de la selva, se encuentra
aún en una situación anterior a Carlos I con relación a Nueva Cádiz, y antes de
Felipe II en sus ordenanzas sobre Caracas. Sus señales de identificación se
encuentran en la naturaleza y no en lo social de las ciudades: el Ávila, el
clima, el verde selvático tropical…
Por eso me vi con los ojos bien
abiertos, como lo augura el poema de Antonio Machado:
El
ojo que ves no es
ojo
porque lo veas
es
ojo porque te ve
cuando me vi con el panorama de Nueva Cádiz de Cubagua, tal como nos
lo presenta gozosamente Torres Merino, como la ciudad de las perlas. Allí,
antes de meterme a compararla con la ciudad constelada como la ciudad del
petróleo, la cual no ha ocurrido en el siglo XX como realidad sino sólo como
pensamiento con el propósito de que el venezolano aprendiera la ciudadanía a
partir de la práctica de construir la ciudad; antes de esa hacer esa comparación
me fijé en los elementos positivos en la experiencia de la Cubagua americana,
no digamos armoniosos, y no siempre solidarios, entre los distintos pueblos y
las diversas culturas confluyentes en Nueva Cádiz.
También los conflictos entre los habitantes de esta ciudad, conflictos
que siempre se presentan como motores en la formación de toda sociedad si ésta
pretende existir como tal, y con ello el encontronazo con grupos autóctonos que
se gesta por el grupo de los protagonistas de la gesta (sic), porque hubo una
gesta, de gestación heroica, lo que ocurrió allí. Si digo protagonistas además
de minoría, es porque éstos no llegaron a un vacío social en el contexto
geográfico de islas y Tierra Firme, pese a que el ambiente geográfico e
histórico de Cubagua era inhabitable, y con más razón para fundar una ciudad y
perseverar en su vida.
Para poder vivir aquella experiencia, por supuesto antes de que se
agotaran los bancos perlíferos, hubo que luchar con otros “emprendedores”
españoles que venían a disputar el rico lugar de las perlas, emprendedores que
también habían firmado su compromiso con el rey Carlos I, dueño del mar y la
tierra. Aquí lo curioso y de proyección histórica y geográfica en América
hispana en plan de los descubrimientos y apropiación de riquezas, es cómo el
rey con tino político, de tipo provincial y no económico colonial, da la razón
a la comunidad de la ciudad en formación política, y no al adelantado como
sujeto personal. En este tipo de conflicto, se entrevé la razón de las crónicas
de los descubridores, viajeros y conquistadores, como la de Gonzalo Fernández
de Oviedo y Valdés, y hasta de los largos poemas como el de Juan de
Castellanos, con el objetivo de justificar las acciones emprendidas ante los
tribunales de justicia del reino y adelantarse a las consecuencias jurídicas y
políticas.
Lo atinado después, en la organización política de las comunidades
españolas en América, ocurre en la concertación de españoles e indios (más allá
del problema económico de la esclavitud, que es otro gran problema donde se
enfrentan las prácticas de Colón y de la reina castellana, la católica Isabel
I) a propósito de la defensa del territorio frente a piratas y corsarios, como
en el caso del cosario francés, Diego Ingenios ¿Cuál es el impulso? La matriz
de la nueva sociedad en formación, donde se origina la alianza de los naturales
autóctonos (los guaiqueríes) y los naturales nuevos (los advenedizos
castellanos) que están adquiriendo su naturaleza americana en la medida en que
la construcción de una organización política moderna con base en la actividad
económica de exportación perlífera para satisfacer los gustos de la nobleza
europea, va teniendo lugar y sentido histórico y geográfico con miras a la
génesis del poblamiento de Suramérica. Los dirigentes de la defensa (20
españoles) logran la victoria militar merced a los 50 flecheros guaiqueríes,
logrando además tomar presos a 19 del grupo corsario.
Esta alianza como americana, ocurre también porque a nivel interno del
territorio, que va a ser Venezuela, el encuentro duro fue desde el primer
momento con el pueblo caribe en Tierra Firme. Los caribes eran los dominadores
de otros pueblos tribales (guaiqueríes, araguacos, caquetíos…). No es extraño
que la nueva fuerza impositora lograra las alianzas con los naturales dominados
por los caribes. Lo vemos en los procesos de fundación de ciudades como Coro,
El Tocuyo (la ciudad madre), Valencia y Caracas. En esta última ciudad, donde
la lucha fue feroz, a las expediciones sucesivas de Francisco Fajardo, Juan
Rodríguez Juárez y Diego de Losada, se añadía como mayoría el componente de
naturales autóctonos (indios).
Todo esto se puede extraer en la fundación de Nuestra Señora de los
Remedios de Nueva Cádiz, que precedió en mucho tiempo a la fundación de la
ciudad de Cumaná, asediada permanentemente su pretendida fundación por los
caribes. Ni siquiera la fortaleza en la desembocadura del río Cumaná, que da
origen al nombre de la ciudad, únicamente para defender las fuentes de agua
dulce para llevar a Nueva Cádiz, dejó de ser asediada, y aún destruida. Aquélla
pasará por etapas como Nueva Córdoba, después Nueva Toledo, hasta quedarse con el
nombre del río, que a su vez cambió de nombre como río Manzanares.
Esta
condición geográfica de Cubagua de tanta carestía como el agua, por ejemplo, y
pese a la alta capacidad económica y el logro de su organización política como
alcaldía, Nueva Cádiz no alcanza a configurar un centro político de
organización provincial, como lo logrará la ciudad de Coro como capital de la
primera gobernación provincial de Venezuela, exactamente a donde se trasladan
los habitantes de Nueva Cádiz con la nueva y sucesiva explotación de las perlas
en el Cabo de La Vela, esta vez como desplazamiento del oriente al occidente de
lo que será Venezuela.
Así Cubagua siempre fue dependiente económica y políticamente de las
grandes islas del mar caribe, La Española
(Santo Domingo) y San Juan (Puerto
Rico). Tal excentricidad política tuvo consecuencias para la identificación histórica
y su ubicación geográfica en los archivos burocráticos para su estudio científico.
Desaparecida la ciudad de Nueva Cádiz, la isla de Cubagua se extravía en los
archivos, y sus documentos aparecen exóticamente reubicados por otras
geografías y otras historias. Aquí está uno de los esfuerzos duros de José Luis
Torres Merino, el de ubicar sus derroteros, deslindar los documentos y marcar
su realidad histórica y geográfica como el primer asentamiento de Suramérica y
hacerlo pesar como datos científicos.
Con este esfuerzo de investigación nos trae a la realidad a la isla de
Cubagua dentro de los límites de Venezuela, con la imaginación de que allí, en
esa isla inhóspita, de planicie de desierto, vacía de poblamiento, se construyó
la primera ciudad española en América del Sur. Tal imaginación nos viene a los
interesados cuando en el ferry, vía a la isla de Margarita desde Cumaná o desde
Puerto La Cruz en Tierra Firme, dejamos de lado esa tierra blancuzca, baja y
solitaria, achicharrada por el sol tropical, que aparece como un espectro
aparecido en el mar caribe, y aún los interesados sorprendidos aparten de ella
los ojos, para dirigirlos a los saltos de los delfines que nos van escoltando
el catamarán con vistas a la isla de Margarita, soñando con playas civilizadas.
El estudio de Cubagua, asociado a otros escritores venezolanos sea por
literatura como a Enrique Bernardo Núñez, sea por arqueología como a J. M.
Cruxent, de hoy en adelante los interesados en la memoria y su origen para la
Venezuela, organizada a medio tenor aún, tienen en el estudio histórico y
geográfico de Pepe Luis Torres una documentación bien organizada para agarrarse
a los datos y a la imaginación que proporcionan.
[2]
Véanse las publicaciones que avalan mi recorrido por la ciudad venezolana. El Animal Urbano: Espacio y Proyecto de
Sociedad en la Ciudad de Caracas. Saarbrücken (Alemania): Editorial
Académica Española, 2017(Investigación larga). “La
ciudad de Caracas o la clausura del pensamiento urbano”. Extramuros, revista de la Facultad de Humanidades y Educación, UCV,
abril, 2009 N° 30: 33-54. Re-censado también en Tulio Hernández (comp.), Ciudad, espacio público y cultura urbana.
Caracas: Fundación para la Cultura Urbana, 2010: 411-432 (artículo como
investigación menor). Coautor Juan Miguel Vázquez: “De la ilusión de la ciudad
al proyecto urbano: la ciudad constelada”. Extramuros,
revista de la FHE, UCV, mayo 2002, N° 16: 61-84. Re-censado en Samuel Hurtado, Contratiempos entre cultura y sociedad.
Caracas: Ed. de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales, UCV, 2013:
187-210 (artículo como investigación menor). La Ciudad Consolada (poemario super
flúmina de la esperanza venezolana). Caracas: Doctorado en Ciencias
Sociales, UCV, 2018, 51 págs.
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