martes, 25 de abril de 2017

LA LIBERTAD SEÑAL DE PUEBLO RESUCITADO

Una comunidad política


 Admonición General  del mes abril.
Como en las películas de suspenso que comienzan por la escena final, para después llevarnos a averiguar cómo es que se llegó a ese final tan extraño, es cómo vamos a proceder por unos meses en el blog.  La función final se presenta como solución de llegada, pero también como una fechoría en películas y telenovelas, y en la vida sociopolítica como un problema.

En este caso la representación se va a mover en dos planos:
1
.       -El plano sociopolítico con las escenas por entregas de un artículo nuestro: La democracia furtiva y el falso mito de la participación[1].
2.       -El plano del pensamiento poético de Antonio Gamoneda, que nuestro monitoreo lo elevará a una teología política.

La cultura étnica (matrisocial) hará la convergencia  de los dos planos en cuanto a que a nuestros pueblos les gusta estacionarse en la celebración del dolor y la muerte, cuando su fe teologal y su deseo de sociedad les apuntan a sobrepasarse a sí mismos con sus ideales de libertad, y de salir de su postración ancestral a elevarse a la acción en la plaza pública, a su resurrección.

El trasfondo de la representación lo ocupa el tiempo del mito antropológico, que es el mejor foco, detector de sentido de lo que somos. Porque es el tiempo etnológico que reúne con vez única y total, lo que el tiempo histórico nos obliga a recorrer por los tramos del pasado, del presente y del futuro. En el tiempo del mito, estamos siempre expuestos a un permanente presente vivido. Si se logra una transformación de lo que somos, no por eso desaparece nuestro ser; se incorpora transfigurándose en la nueva acción de sentido.

El artículo del año 2001 puede tener una aplicación en la historia política venezolana, y en el día de hoy el terreno político se presta a su mejor cosecha de resultados.

Por su parte, en el tiempo de Pascua de Resurrección que corre después de la Semana Santa en nuestro mundo cristiano, el poderoso pensamiento del poeta Antonio Gamoneda ofrece la acción de liberación de la muerte, al contemplar al Cristo Yacente de Gregorio Fernández[2]. La furia del Dios de la tierra sella la derrota del dios en su muerte; para, en otro poema, decir que no está vencido cuando los hombres en una profundidad divinal, la del proyecto silente aprenden el arte de vivir juntos cuando edifican el tejido social de la comunidad.


[1] En el año 2001, el Doctorado en Ciencias Sociales de la Universidad Central de Venezuela, editó la revista INTENTO con el tema La democracia. Acaba de tener lugar la asamblea constituyente, con la formulación de una nueva constitución y el eslogan de la democracia participativa y protagónica. Comenzaba el gobierno de Hugo Rafael Chávez Frías. Nuestro artículo aparecía en dicha revista INTENTO, n° 1, 2001: 53-75. Existe una versión corta titulada: Animación totémica y desasosiego comunitario, En Ángel B. Espina Barrios (Dir.), Conflicto y cooperación. Antropología en Castilla y León e Iberoamérica, VIII. Salamanca: Diputación de Salamanca e Instituto de Investigaciones antropológicas de Castilla y León, 2005: 327-336.
[2] Es uno de los Cristo Yacentes, el de 1627, que expone en el Museo Nacional de Escultura de la ciudad de Valladolid, capital de Castilla y León. Pertenece a la escultura barroca y a la especie de policromía.

ANIMACIÓN TOTÉMICA JAQUE A LA LIBERTAD

totems de la Isla de Pascua (Chile)


Admonición: Si no hay un totemicidio, el totem avivado por el culto traerá funestas consecuencias políticas contra la libertad.

En una cultura fundamentalista debido a su primitivismo anclado en el eje paradigmático de la madre/niño, lo que se cultiva como principio del placer es el mesianismo. No es un mesianismo vengador, que supone una elaboración social compleja, sino la de un apocalipsis recolector, la del ritual de cargo o de la destrucción o consumición del presente para adelantar mágicamente el futuro, pensado como pleno de gracia y bienes. Es la compulsión del pecho bueno o abundante por el que se suspira sacramentalmente (=políticamente).
En estas condiciones culturales, la sociedad no tiene un precio de muerte de lo civil; su defunción no se celebra porque no muere lo que no ha existido nunca.  Por eso no nos importa tanto la nación sino el estado; siempre hemos caminado sin memoria, que es la base de la nación. Basta con ver cómo no nos reconocemos en nuestros antepasados, al mismo tiempo que hemos renunciado también a la memoria prospectiva, es decir, “hemos renunciado a inventarnos lo nuestro” en el futuro17. Por lo tanto, una inmensa dificultad que tenemos es la “nacionalización” del estado; es aquí donde debe jugar un papel fundamental la memoria colectiva en su amplificación total, pues la tenemos restringida a la “Venezuela heroica”. Si no hay memoria colectiva, la sociedad se diluye, tal como nos ocurre en Venezuela. La inseguridad como uno de los problemas más agudos, radica en la dificultad cultural de organizar la convivencia social, donde la inseguridad es una de las puntas del ‘iceberg’, de nuestra permanente agresividad y desconocimiento mutuos. Lo que significa que nuestro colectivo se encuentra “incivilizado”.  “Digamos que al tiempo de nacionalizar un poco más al estado hay que terminar de civilizar la sociedad”, dice A. De Miguel de España (1996), lo que se aplica más acertadamente a Venezuela
En semejante marco social, el margen de la participación ciudadana se convierte en un mentís. Cuándo se entenderá en Venezuela que el hombre no es libre por naturaleza; lo que es por civilización, esto es, por sociedad. La libertad no es un instinto; es una pasión, producto de una cultura “civilizada”. Siendo la libertad individual un producto societario, el papel de la democracia consiste en garantizar la libertad, “porque el riesgo que la amenaza viene del mismo poder que instituye”, o en otros términos, “la ley de la democracia transforma la libertad de acción que la instituye en garantía de la libertad política que consagra” (Rubio Esteban, 1996).
Si dicha ley se redescubre en los países de la supuesta “democracia perfecta”, es porque se ha estudiado a fondo la antropología política que encierra, antes de desarrollar su sociología. Si no se cuida o trabaja esa libertad, la muerte es la amenaza permanente por abandono. Si hay vacíos de ciudadanía, automáticamente los llena el poder del estado. Si además la cultura colectiva decide por “imposición” las relaciones sociales, la tiranía del estado se hace primitiva, más brutal. Por eso cuando el taita hable de que otorga la libertad de prensa, de religión, de caminar, de pensar, siempre se guarda el segmento homólogo de la amenaza del proceso de la libertad. El problema es que este no emerge sino mediante el trabajo como un valor individual, aunque esencialmente en condiciones de la existencia de la sociedad. Según esto, hablar de la “democracia participativa” es un sucedáneo espurio, porque la democracia no “se participa”, no se otorga como una gracia, no se impone con todo el poder.
En nuestro análisis no hemos dejado de demoler en clave interpretativa de la “imposición”, el falso mito de la participación, así como el de la responsabilidad de los electores. Haciendo una mueca al taita Chávez, por traer una alusión de la pasión por la libertad de Don Quijote, hemos de concluir que Don Quijote enseñó la libertad al pobre Andresillo (cosa que no hace Chávez), lo que no hizo el viejo hidalgo fue enseñar a Andresillo (personificación del pueblo) a defenderse de su amo, el rico Juan Halduno, (que mucho menos hace Chávez). El tótem no ha sido muerto, ha sido animado. Lo que hemos hecho aquí con ocasión de la postergación de los comicios del 28 de mayo, ha sido denunciar la sinuosidad de la democracia venezolana y su falso mito de la participación, con el objeto de buscar un punto de partida firme y alcanzar el camino conducente, al fin, a nuestra libertad política. En este momento venezolano, el nacionalismo cultural y la política autoritaria se alían entre sí pero a costa de la democracia.

BIBLIOGRAFIA

DE MIGUEL, A. “Sociedad civil, un pleonasmo necesario”. ABC,
Madrid, 30 de noviembre de 1996.
MARRERO CARPIO: “A propósito de este mes”. El Universal,
Caracas, 03 de octubre de 1994.
RUBIO ESTEBAN, M.M. “Frente a la gran mentira”. ABC, Madrid,
30 de noviembre de 1996.








17 Marrero Carpio: “A  propósito de este mes”- EL UNIVERSAL, 03/10/1994.

DIOS DERROTADO NO VENCIDO

Cristo Yacente de Gregorio Fernádez, 1627, Museo Nacional de Escultura, Valladolid


Dios extendido, longitud sagrada.
Duerme envuelto en su sangre. Derramado
bajo la noche, Jesucristo duerme,
descansa como un niño atormentado.

Aquí ataron las manos de Gregorio
Fernández cierta lentitud terrestre
a los huesos de Dios. Veo la boca
donde pastan la luz y las tinieblas;
miro los brazos de marfil y espino,
fugitivos y largos como ríos
que van a morir, y la corona
hirviente aún de los cabellos; furia
serpentina de Dios, dios derrotado.

Antonio Gamoneda. Pasión de la mirada. En Edad (comp.), Madrid: Ed. Cátedra, 1987, 225.

Admonición: El falso mito de la participación chavista tiene el objetivo de ahogo de la libertad. Lo cierto es que sin libertad como proyecto, estamos condenados a la muerte social (total), sin otra espera de que todo, absolutamente todo, nos venga de los amos que no gobiernan sino dominan. Para librarnos de esta injusticia, el Cristo Yacente tuvo que habérselas con la muerte. Aunque derrotado no fue vencido; su logro de vencer definitivamente está pendiente de que, despertando de la ceguera (muerte) los humanos veamos que con el arte de saber vivir-juntos (manos verdaderas) alcanzaremos la verdadera libertad como señal del Dios resucitado. Así el paso por la derrota del Cristo Yacente no fue inútil.  



Fui ciego
como piedra de cripta hasta que un día
vi en el mundo las manos verdaderas.

No eran las manos sino aquella forma
de estar unidos sin tocarse, como
las hojas en el bosque realizan
algo más grande y más hermoso aún:
                        una profundidad entre silencio. 

Antonio Gamoneda. Exentos 1. En Edad (comp.), Madrid: Ed. Cátedra, 1987, 146.