domingo, 23 de agosto de 2020

BAJO LA ENSEÑA DE MI PADRE

Torre y corro de San Juan (Paredes de Nava - Palencia en Castilla y León)
 BAJO LA ENSEÑA DE MI PADDRE
Tiempo de la Fe

Samuel Hurtado Salazar
Auto-biografía al interior de 
la relación de la fe y la ciencia
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Caracas/ 10 de agosto 2020

A Jesús Miguel, mi hermano.
y a sus Comunidades
en comunión de la fe que compartimos

LA FUERZA DEL LUGAR

Por tu vera, pueblo ‘ el alma
paso de ida y de vuelta:
sueño desgranado al alba
cuando la visión se suelta.

Con la Caracas lejana
sin fuerza el espacio asiente:
se hace visión vectoriana
si el pensar lo sobresiente

Puede que logre temprano
el pensamiento ausente,
que de tenerlo a la mano
el lugar al espacio encuentre.

Será así dilucidado
que la ciudad sea urbana
si en el espacio forzado
la fuerza local devana.

Samuel Hurtado. La ciudad consolada Caracas: Ed. FACES, UCV, 2019. 

ELLOS

Todo para ellos, todo, todo;
viñas, colmenas, pinos, trigos…
----Yo bastante
he tenido
con mi ilusión de luz,
con mi acento divino.
He sido, cual rosa, todo esencia;
igual que el agua, sólo desvarío;
y fueron ellos tierra sana a mi raíz ansiosa
y cauce humano a mi raudal altivo----.
….Todo; que si ellos no han pensado nunca,
¡qué pobres habrán sido!

Juan Ramón Jiménez: ‘Ellos’. En Alonso Schokel, 
Introducción a la poesía moderna. Santander (España): 
Ed. Sal Terrae, 1948: 185. 

ÍNDICE

Introducción: El biógrafo expuesto a ser auto-objeto de estudio.

PARTE 1. De salto en salto remontando el tiempo de la fe.
I
La figura de padre y la fuerza de la realización familiar. Paredes de Nava.
II
Comenzando el viaje en salto preveniente de la fe. Tardajos y Limpias.
III
La curtiembre intelectual de los saltos filo-teológicos y la fe instituida. Hortaleza 
(Madrid) y Sa nta Marte de Tormes (Salamanca).
IV
El salto ecuménico de la fe en país extranjero. Londres y Brentwood (Worsly)
V
Alia sorta est. La suerte está echada. América del Sur.
VI
El despegue ontológico de la fe en la experticia del salto. Caracas.
VII
El salto social de la fe como tiempo de proyecto. Los Postes.
VIII
La fe hace su campamento en el espacio de la ciencia social. Universidad Central de Venezuela.
IX
Concepto y fe en conjunción objetiva. El hecho fuerte: la familia. Doctorado en Ciencias Sociales. 

PARTE 2. Cartografía andante remansando en todo lugar de ciencia y tiempo de la fe. 
X
El giro de pensar la misma fe desde otro comenzar
XI
La cumbre de pensar a Venezuela. La élite venezolana.
XII
Las primeras obras personificadas son invisibles. El alma de los alumnos.
XIII
Destino y significación de la promesa. La diáspora del alumnado.
XIV
Congresos, artículos en revistas, capítulos en libros y cosecha de libros publicados.
El Pastor de Nubes.
XV
Paseo de lo urbano y viaje del pensamiento viandante. La matrisocialidad en su  
florilegio conceptual. 
XVI
Poemario de consolación trasmigrada y el pensar contraviento y marea.
XVII
Materia prima del blog y libros musicales aguas abajo.
XVIII
Nuestro país de misión y punto de medida transcendental para mover
juntas la fe y la ciencia.
XIX
Tareas últimas remedio al tiempo movido de la fe. Los opúsculos.
XX
Calidad y calidez de interpretación de la fe y la ciencia en misión de trabajo conjunto.

Conclusión. Dar a la fe tiempo y a la ciencia formular el proyecto societal.

Bibliografía sucinta. 
Apéndices. 
-La biblioteca y el autor. 
-Pensamiento en estado de sitio. 
-Salvar a Dios en Venezuela 
-Addenda breve con metódica científica 

Introducción. 
 El biógrafo expuesto a ser auto-objeto de estudio. 

Nunca me imaginé que encaramado dentro del cerebro de mi árbol de mandarinas, recogiendo la cosecha por sus cúspides, iba a mirarme en retrospectiva del tiempo, y reconstruir el interés de mi historia ¿Cuál historia de interés? La del conocerse a sí mismo como necesidad de conocer el mundo, ese mundo de los objetos; porque es perentorio generar una centrífuga autoobservable, y aún una vuelta autocrítica, del conceptor sobre sí mismo. Es una cosa enjundiosa sentir aquella relación conjuntiva del cerebro vegetal inspirador y el cerebro humano receptor, para devolverse a una acción de interpretación del sentido; porque éste, percibido en una historia natural de los objetos, termina por los sujetos humanos catapultado a una historia social, y, por lo tanto, expuesto a asumir un cauce de historia subjetiva.

Dicha relación conjuntiva muestra el tratamiento aplicado desde un laboratorio antropológico donde es posible acogerse para mostrar, al fin la potencialidad de mi creencia de ser como un crédito que me doy a mí mismo para poder trabajar, y aprender de este modo la objetivación. Estoy en la recta final de la digitalización de mis viejos libros, escritos en los años de 1980, casi representando vestigios de hace 40 años. La sensible experiencia de ver cómo entré en un mundo desconocido para aprender a conocer como objeto, fue la de voltear el final de hoy para convertirlo en el principio de siempre; era volver a verme como en un hodierno comenzar. 

En estas condiciones me sentí trasportado a la pro-activación de una memoria sensible, que me hizo revivir las primeras incursiones a la Venezuela profunda en su organización social según sus diversas medidas y campos. Aquella conjunción de cerebros y, a distancia, de la conjunción de máquinas con técnica sensible, se iba fundiendo en mi retorno autoobservable cuya autocrítica me permitía sobreponerme al árbol y a la computadora y poder ir más atrás (plus retro) en mi historia, que si era natural como antropológica (étnica) debía sobremontarse en cuanto social como sociológica (de acción ética). 

Había que buscar dentro de uno mismo, no ya la situación, a donde había llegado como medra social, sino el sentido de la acción en el recorrido que previene de la infancia, se sobreviene con la juventud y se adviene con la esperanza de la madurez; sentido de siempre añejado, caldeado por un modo del siempre comenzar. Eran, y son, despegues del pensamiento cuyo cultivo no ha cesado de incentivarse en el estilo de una cultura de innovación. El mundo me fue previniendo, y seguí tras él en el sitio y lugar que me asignó la historia azarosa (natural) pero pautada. 

Había que proseguir hasta ir reconstruyéndola con la significación que me aportaba el trabajo del pensamiento en aras de explicarme los problemas de la sociedad mediante la producción socio-histórica de un conocimiento conceptual. El mundo objetivo y mi pensamiento se fueron fundieron en una lógica de lo posible en realización. Lo fabuloso y lo desconocido fueron dando, a afanes y quehaceres, incentivo de ir descubriendo, como un sueño despierto, los avatares de lo real traídos a la luz por el conocimiento mismo. 

¿Aquel niño, creciendo en tierra de meseta y páramo, sin árboles, reseca y dura, soñaría que algún día trabajaría conceptos en tierra de montaña tropical, blanda y húmeda, confabulado con árboles frutales y con su gente? ¿O aquél niño que ideó una biblioteca con cuatro tablas, ringada, y con cuatro libros de escuela de pueblo, viejos, soñaría que iba a vivir entre bibliotecas propias, con anaqueles de filosofía, teología, sociología, lingüística, antropología, etno-psiquiatría…? Hasta constituir en medio de esas bibliotecas un anaquel de ‘Biblioteca y el Autor’ con la cosecha propia de libros cultivados y producidos… 

¡Imposible el despunte de aquél sueño! Y sin embargo, “estamos hechos de la materia de los sueños” (Shakespeare), y vivimos como soñamos, según Conrad, y más aún somos lo que creemos ser, como el crédito que se da uno a sí mismo. Son finales que se marcan como principios, de acuerdo a la recursividad de T. S. Eliot, y según se va aprendiendo a objetivar en el laboratorio de una auto-historia. Es una objetivación personal que sin remedio funge de gran medicina apuntando como autenticidad a la maduración del yo (Bourdieu, 2008). 

He aquí viéndome encabalgado en retrospectiva autobiográfica e interpretando como proyecto mi problema humano conjuntando el árbol por dentro y el pensamiento por fuera, y a la computadora subjetivada con la memoria perceptivada, y en plena centrífuga hacer la síntesis de cerebros y máquinas, fueran vegetales, electrónicos o espirituales; todo al final como en un desorden del pensar (Borges/Foucault, 3), aunado, para convertirse en nuevos enseres y fundirse bajo una animación pensante. Hice que el árbol de mandarinas se pusiera a pensar, y a la computadora a generar memoria sensible. Que el mundo de los objetos con sus tiempos y espacios, se pusiera a dar vueltas, pero no como la caballería cegada de la noria de Antonio Machado, sino como las ideas-fuerza de la “cibernética” epistemológica, que sin venda en los ojos, hicieran que los sueños dieran su cosecha en molienda de obras y ciencia. 

La exposición contiene dos partes. Se diferencian, la primera, por su movimiento de tiempo en saltos geográficos que subrayan la lógica de avance del conocimiento y práctica de la fe. La segunda, se caracteriza por sus remansos de acción reflexiva de la fe en mutua ayuda de maceración con el pensamiento científico-social. La acción geográfica contiene la idea y el proyecto de internarse en el mundo del inconsciente del país con herramientas disciplinarias apropiadas de la etnopsiquiatría, y hacerlo internalizándose primero dentro de sí mismo como recurso y requisito de la forma de trabajo subjetivo. 

En esta doble escalada según las dos partes de ejercicios en saltos y remansos, el biógrafo se dispone y se expone a ser su propio auto-objet(iv)o, es decir, a mostrarse como su propio auto-objeto exterior (fuera de sí) porque de antemano se auto-dio el objetivo interior de conocerse (dentro y desde dentro de sí). El cortafuegos a construir mediante la movida de la fe es indispensable: el pensamiento de guardabosques no debe cobrar ningún estipendio (como desquite) a la existencia del tiempo de la fe, porque el propósito es pasar, con el tiempo de la fe, al pensamiento de jardín con el fin en funciones de levantar en Venezuela la idea, al menos, de un proyecto de sociedad.



INVITADA A TERAPIA LA VIOLENCIA EMOCIONAL DEL PAÍS

Perro Pastor dominando al rebaño de ovejas al fondo
 
Yo me callo, yo espero 
hasta que mi pasión 
y mi poesía y mi esperanza 
sean como lo que anda por la calle; 
hasta que pueda ver con los ojos cerrados 
el dolor que ya veo con los ojos abiertos. 

Antonio Gamoneda: “Exentos I”. Antología poética. 
Madrid: Alianza, 2008, 82 (poema breve). 

Mi paseo matinal a la universidad ha sido destruido. Ya no tengo la oportunidad, al atravesar la plaza, de saludar a las Tres Gracias mostrando su frescura sobre el estanque azul de bordes sinuosos. Los sauces llorones engalanando el tierno paisaje de la plaza sobre el agua. Y como viandante en la universidad, más allá, en la ‘tierra de nadie’, no encontrarme con el Pastor de Nubes en su bosque académico… 

-¿Ya te has acostumbrado a como están las cosas en el país? 
-No me queda más remedio. 
-¿Entonces, puede que todo se encamine para bien? 
-No, no me queda otra. Si me desacostumbro… 

¡Los sauces llorones! Me entero que han sido talados… Como para llorar con llanto seco. La destrucción del país no da tregua ni para el llanto humedecido… 

-Si me desacostumbro caigo en la cuenta de que la destrucción se orienta en el contorno de una violencia emocional. La destrucción no está ocurriendo sólo en el paisaje físico, como una violencia a nuestro cuerpo en el territorio de mi mirada. 

La opresión es progresiva y pretende internarse en otros territorios como el del inconsciente. Este fragmento de nuestra cotidianidad se constituye a partir del centro de una voluntad invisible, que despide arbitrariedad de decisiones al servicio del poder. Cuando me detengo ante el abandono del campus académico donde trashuma el Pastor de Nubes, mis lágrimas corren hacia adentro de mí y sumergen mi mundo reflexivo. 

No me quejo del poder, porque la queja es inútil en sí misma. El poder siempre es dominador y su objetivo es someternos. Protesto y me debato por la falta de autoridad que es la que debe poner en orden todas las cosas, una autoridad legítima que emerja de la fuerza de la sociedad y responda a las órdenes que la sociedad le encomienda. Sin autoridad societal surge el poder como tiranía, siempre represora. El resultado origina nuestro secuestro, que se resiente como un atrapamiento banalizado antes que lo decida el poder con su violencia sustantiva. 

-¿Se trata del confinamiento? No, sino de nuestra cultura desidiosa de la realidad. 

El confinamiento es tan solo una contingencia circunstancial, que aprovecha el poder a su favor, pero lo grave es nuestra desidia, como sociedad, de no reconocer la realidad en que nos situamos, desidia convertida en nuestra costumbre (etnocultura), lo que otorga al poder que haga su trabajo impunemente, porque nadie además lo impugna. 

Todavía, la circunstancia de la falta de gasolina agrava la dominación del poder del estado al hacerse sensible bajo una violencia física, hasta corporal. El problema pierde así sus límites para no ofrecerse a su definición clara y simple. El resultado se conecta de nuevo con el poder: la confusión originada funciona como leña en combustión diluyente de la fuerza de la sensibilidad social y la hace a ésta concebir el mal, el daño, la violencia como asuntos banales; banalidad que encuentra un país cada vez más ausente en su sometimiento o secuestro, expresando una destrucción interior profunda. 

Ya no se trata de tener en cuenta sólo esa externalidad de que Venezuela siendo el país con las más grandes reservas petroleras, no produce gasolina (que ya es un problema mayor) y así no dispone de ésta por sí mismo, sino que es un país con lógica aún de conuqueros cuya esencia social consiste en moverse por el territorio ¿qué va a hacer sin el combustible que a estas alturas de la historia permite moverse como mundo? La pregunta aún es: ¿Pero ese movimiento tiene orientación social o no sabe a dónde se dirige? 

Como Venezuela no tiene proyecto social alguno, termina por no saber a dónde va. No le importa la orientación, pues se agota en el movimiento mismo. Como conuquero, el habitante no ha enraizado profundamente en el país porque no ha edificado sede permanente alguna. Hasta el territorio mismo se presenta como falta de hacer espacio en la encrucijada de los caminos por constituirse. 

Lo primero plantea el problema de la poca profundidad de la nada en la raíz del ser, y lo segundo, la confusión del estar en un lugar resuelta como mistificación entre el trabajo y los frutos del trabajo: la lógica de conuquero consiste en cosechar sin haber sembrado. La presencia de la nada como vacua y la confusión como imprecisión de los límites de la realidad determinan la banalidad de la vida que aprovecha el poder para generar el mal como impunidad de la dominación. 

Todavía el poder aprovecha nuestra confusión en cómo nos ganamos la vida según la estructura social, para operar nuestro sometimiento por imposición autoritaria, mediante el abuso como nuestra dinámica cultural. La cultura matrisocial no contiene el dispositivo para identificar el uso de las cosas, lo que hace es organizar la polaridad del abuso y el desuso. Poder que no abusa no es poder, y el venezolano que desde su posición dominante no abusa, es un bobo o un débil sexual, según la cultura matrisocial. 

El origen de esta psicodinámica cultural reside en la falta de significación de la figura del padre. Así el autoritarismo nos acorrala desde nuestra profundidad inconsciente… El líder político, el policía o guardia nacional, el técnico con su servicio, el comerciante y el negociante con sus ofertas de productos necesarios… todos empujan para obtener un sobreprecio en las ventas o intercambios. 

La postura del abuso es germen y al mismo tiempo acontecimiento de la violencia emocional con el significado de sometimiento y/o dominación de la escena social frente al otro al que se somete o domina. El abuso tiene a su favor el desuso en su acepción del desdén, indolencia, desidia del dominado u oprimido. El resultado ya adelanta la aceptación del sometimiento mediante la indecisión o ambigüedad de lo real, donde tiene eco importante el doble vínculo, que descubre Bateson, esto es, en una situación contradictoria originada por la confusión de los límites de realidad: se intensifica el ver un lado de la paradoja a costa del otro lado, o simplemente, se aparta a éste de la atención. 

Así la violencia emocional o espiritual cobra importancia a costa o dejando a un aparte la violencia corporal que ha perdido significado, según Bateson (1979) y Foucault (1972; 1993). Con la baja autoestima que aportan el talante conuquero y el abuso sociocultural, el territorio de la génesis de una violencia emocional en el país constituye un hecho pretendidamente consumado. 

Pero la violencia es una sola y para entenderse ha de concebirse de entrada de este modo unificado, y ello venga de o se exprese en el lado en que se sensibilice. Siempre la violencia espiritual tendrá un referente de carácter corporal, y la corporal, uno espiritual, con objeto de evitar la auto-referencia como tal, a lo que se añade su carácter unidimensional que fragmenta ideológicamente la realidad de la violencia. Nuestra violencia cotidiana como sometimiento o dominación que el poder trata de banalizar, como ocurre con el mal, necesita ser tratada en su 
integridad total. 

El medio para enfrentar tal banalización consiste en entrenarse en ejercicios de sensibilización para que nuestro interés cobre altura de atención reflexiva. Se trata de obtener respuestas prácticas porque somos seres que actuamos, no de un conocimiento de las cosas verdaderas, sino de una sabiduría sobre cómo funcionan las cosas en el mundo. Esta acción supone una reflexión inteligente (Barnett Pearce, 281). La frónesis se presenta como algo distinto a la episteme. La función de hacer siempre supone una acción técnica, que en nuestro planteamiento actual está vinculado a una acción terapéutica. Es un saber acerca de la aplicación ubicado entre los medios técnicos a emplear para hacer cosas. 

Dicha aplicación, que con sentido de la frónesis implica reflexología colectiva y una res-ponsabilidad moral, está ausente en el significado etnocultural del país venezolano: reflexión y responsabilidad, es decir, inteligencia social asociada con una moralidad de lo público. De ahí, como sociedad venezolana, nuestra dificultad mayor en la lucha contra el poder. Se precisa obtener un aprendizaje reflexológico con una justificación ética para aplicarnos a la obtención del des-acostumbramiento al sometimiento político en medio de nuestra vida cotidiana, allí donde el poder quiere anidar con sus tentáculos en nuestra conciencia de cuerpo y alma. 

Conciencia de cuerpo que tiene que ver con los estratos más básicos de nuestro interior, aun apetente. Porque el poder está hecho para invadir nuestra totalidad de ser e internalizarse en la mímesis de nuestro comportamiento. Entonces la res-puesta nuestra debe acudir a una sensibilidad reflexiva, atendida en sus distintos lados o aspectos, y plantear con res-ponsabilidad ética una estrategia de integrar una reflexión con otra para su mutua colaboración y la muta defensa de su ser unificado o para su salud programada, haciendo frente, pues, a las amenazas del poder. 

El proyecto de una múltiple reflexión es imperativo para evitar además el equívoco que el dualismo encierra como maniqueo en la paradoja de cuerpo y alma: debe haber la disposición de estar abierto a distintas reflexiones: corporal, anímica, cultural, social, política, religiosa, profesional… Conjeturamos así una panoplia de reflexiones disponibles (reflexos, reflejos) para salvar nuestra vida cotidiana y su comportamiento. 

Este arsenal de reflexiones necesita, por una parte, una fenomenología que las organice en el mapa de las terapias generales y después en las específicas de lo reflexo, y, por otra, una disciplina que las justifique en su razón de ser, y por lo tanto que las explique en la orientación de una conceptualización verdadera; tal vocablo puede presentarse a nosotros como una reflexología o razón de los reflexos (reflexiones). Para el tema que estamos ventilando, se trataría de unos ejercicios de reflexos que nos ayudarían a desacostumbrarnos de pensar la banalidad en los renglones de la violencia, el sometimiento, la dominación, todo ello en el aparte de lo político del poder, que nos tiene afectados en la inmoralidad de lo banal del ser y en la preocupación que somatiza nuestra idea fija, maniaca, etc. 

En este intento habremos de andar, aún por caminos verdes, para buscar dicha razón o lógica; necesitamos obtener una oportuna asociación de ideas en el que el andar como de viaje nos proporcione experiencias de cada caso y establecer así una reflexología constituyente. Porque la costumbre del estar sometidos a la opresión o violencia procede de un camino que hemos concebido como verde, como decir, atravesado, que hay que remontar, o verde porque no ha madurado aún, favoreciendo la resistencia a estar acostumbrado a la violencia y al abuso del poder. 

Como constituyente, la reflexología puede operar distintos esquemas según los casos de terapia y sus circunstancias sociales y relaciones personales. Diseñamos un caso experimental acontecido según una múltiple diversidad de etapas dentro de un acto terapéutico total: 1) la conversación terapéutica inicial para obtener entre los asistentes la armonía de animación mental en torno a problemas políticos, biográficos… que indicará una reflexión sobre el self; 2) la reflexión corporal o terapia sobre el cuerpo y sus dolencias; 3) la comulgación en comensalidad, donde la sobremesa hace que la terapia no tenga un corte tecnicista con lo social sino de continuación en un ritual de sobremesa. 

La sobre-mesa no tiene de condición lo post-comensal (corte de señal aparte), sino de sobremesa en el sentido más genuino que otorga su raíz en el prefijo, a lo que se aúna una ética de responsabilidad: la mesa se monta sobre sí misma, porque con la nueva conversación o tertulia de sobremesa se sobre-pone la mesa a sí misma, esto es, nosotros integrados como un self superior nos colocamos sobre nosotros mismos en plan de una curación o terapia total, que como grupo terapéutico (emocional) afectará positivamente a la salud (corporal) del individuo enfermo. Esta experiencia de reflexología constituyente es un buen antídoto para aprender el auto-des-acostumbramiento a como están las cosas de la violencia en el país. 

Con esta fortaleza no tendré más remedio que enfrentar la violencia, y sus amenazas, del poder, desde una terapia reflexológica: atendiendo primero, al comenzar sin ambages desde interior de mí mismo, mi self al que están incorporadas todas las violencias de mi grupo social; segundo, continuando la recuperación de la mirada sobre los límites de los sentidos que me rodean, como el miedo que me insufla el poder y que yo me lo he permitido a mí mismo, y tercero recuperando los territorios de mis deseos de vivir y de mis proyectos que me esperan en el inmediato futuro. 

En breve, la violencia emocional del país empujada por el poder y que se somatiza en mí como violencia corporal, es invitada a una terapia de carácter reflexológico constituyente. Si ésta ocurre en el marco del grupo informal la terapia está expuesta a su agotamiento en una catarsis (desahogo); pero si el grupo es profesional se conseguirá, con carácter científico, mantener el control de la eficacia del saber terapéutico así como su garantía transcendente. 

Bibliografía 
Barnett Pearce, W. (1995). “Nuevos modelos y metáforas comunicacionales: 
 el pasaje de la teoría a la praxis, del objetivismo al construccionismo social y 
de la representación de la reflexividad”. En Dora F. Schnitman (comp.), 
Nuevos paradigmas, cultura y subjetividad. Buenos Aires: Paidós, 265-289. 
Bateson, G. (1979). Mind and nature. Nueva York: Dutton. 
Foucault, Michel (1972). Las palabras y las cosas. México: Siglo XXI. 
Foucault, Michel (1993). Vigilar y castigar. Nacimiento de la prisión. 
México: Siglo XXI. 
Sluzki, Carlos E. (1995). “Violencia familiar y violencia política. Implicaciones 
terapéuticas de un modelo general". En Dora F. Schnitman (comp.), Nuevos paradigmas, cultura y subjetividad. Buenos Aires: Paidós, 251-375.