domingo, 23 de agosto de 2020

INVITADA A TERAPIA LA VIOLENCIA EMOCIONAL DEL PAÍS

Perro Pastor dominando al rebaño de ovejas al fondo
 
Yo me callo, yo espero 
hasta que mi pasión 
y mi poesía y mi esperanza 
sean como lo que anda por la calle; 
hasta que pueda ver con los ojos cerrados 
el dolor que ya veo con los ojos abiertos. 

Antonio Gamoneda: “Exentos I”. Antología poética. 
Madrid: Alianza, 2008, 82 (poema breve). 

Mi paseo matinal a la universidad ha sido destruido. Ya no tengo la oportunidad, al atravesar la plaza, de saludar a las Tres Gracias mostrando su frescura sobre el estanque azul de bordes sinuosos. Los sauces llorones engalanando el tierno paisaje de la plaza sobre el agua. Y como viandante en la universidad, más allá, en la ‘tierra de nadie’, no encontrarme con el Pastor de Nubes en su bosque académico… 

-¿Ya te has acostumbrado a como están las cosas en el país? 
-No me queda más remedio. 
-¿Entonces, puede que todo se encamine para bien? 
-No, no me queda otra. Si me desacostumbro… 

¡Los sauces llorones! Me entero que han sido talados… Como para llorar con llanto seco. La destrucción del país no da tregua ni para el llanto humedecido… 

-Si me desacostumbro caigo en la cuenta de que la destrucción se orienta en el contorno de una violencia emocional. La destrucción no está ocurriendo sólo en el paisaje físico, como una violencia a nuestro cuerpo en el territorio de mi mirada. 

La opresión es progresiva y pretende internarse en otros territorios como el del inconsciente. Este fragmento de nuestra cotidianidad se constituye a partir del centro de una voluntad invisible, que despide arbitrariedad de decisiones al servicio del poder. Cuando me detengo ante el abandono del campus académico donde trashuma el Pastor de Nubes, mis lágrimas corren hacia adentro de mí y sumergen mi mundo reflexivo. 

No me quejo del poder, porque la queja es inútil en sí misma. El poder siempre es dominador y su objetivo es someternos. Protesto y me debato por la falta de autoridad que es la que debe poner en orden todas las cosas, una autoridad legítima que emerja de la fuerza de la sociedad y responda a las órdenes que la sociedad le encomienda. Sin autoridad societal surge el poder como tiranía, siempre represora. El resultado origina nuestro secuestro, que se resiente como un atrapamiento banalizado antes que lo decida el poder con su violencia sustantiva. 

-¿Se trata del confinamiento? No, sino de nuestra cultura desidiosa de la realidad. 

El confinamiento es tan solo una contingencia circunstancial, que aprovecha el poder a su favor, pero lo grave es nuestra desidia, como sociedad, de no reconocer la realidad en que nos situamos, desidia convertida en nuestra costumbre (etnocultura), lo que otorga al poder que haga su trabajo impunemente, porque nadie además lo impugna. 

Todavía, la circunstancia de la falta de gasolina agrava la dominación del poder del estado al hacerse sensible bajo una violencia física, hasta corporal. El problema pierde así sus límites para no ofrecerse a su definición clara y simple. El resultado se conecta de nuevo con el poder: la confusión originada funciona como leña en combustión diluyente de la fuerza de la sensibilidad social y la hace a ésta concebir el mal, el daño, la violencia como asuntos banales; banalidad que encuentra un país cada vez más ausente en su sometimiento o secuestro, expresando una destrucción interior profunda. 

Ya no se trata de tener en cuenta sólo esa externalidad de que Venezuela siendo el país con las más grandes reservas petroleras, no produce gasolina (que ya es un problema mayor) y así no dispone de ésta por sí mismo, sino que es un país con lógica aún de conuqueros cuya esencia social consiste en moverse por el territorio ¿qué va a hacer sin el combustible que a estas alturas de la historia permite moverse como mundo? La pregunta aún es: ¿Pero ese movimiento tiene orientación social o no sabe a dónde se dirige? 

Como Venezuela no tiene proyecto social alguno, termina por no saber a dónde va. No le importa la orientación, pues se agota en el movimiento mismo. Como conuquero, el habitante no ha enraizado profundamente en el país porque no ha edificado sede permanente alguna. Hasta el territorio mismo se presenta como falta de hacer espacio en la encrucijada de los caminos por constituirse. 

Lo primero plantea el problema de la poca profundidad de la nada en la raíz del ser, y lo segundo, la confusión del estar en un lugar resuelta como mistificación entre el trabajo y los frutos del trabajo: la lógica de conuquero consiste en cosechar sin haber sembrado. La presencia de la nada como vacua y la confusión como imprecisión de los límites de la realidad determinan la banalidad de la vida que aprovecha el poder para generar el mal como impunidad de la dominación. 

Todavía el poder aprovecha nuestra confusión en cómo nos ganamos la vida según la estructura social, para operar nuestro sometimiento por imposición autoritaria, mediante el abuso como nuestra dinámica cultural. La cultura matrisocial no contiene el dispositivo para identificar el uso de las cosas, lo que hace es organizar la polaridad del abuso y el desuso. Poder que no abusa no es poder, y el venezolano que desde su posición dominante no abusa, es un bobo o un débil sexual, según la cultura matrisocial. 

El origen de esta psicodinámica cultural reside en la falta de significación de la figura del padre. Así el autoritarismo nos acorrala desde nuestra profundidad inconsciente… El líder político, el policía o guardia nacional, el técnico con su servicio, el comerciante y el negociante con sus ofertas de productos necesarios… todos empujan para obtener un sobreprecio en las ventas o intercambios. 

La postura del abuso es germen y al mismo tiempo acontecimiento de la violencia emocional con el significado de sometimiento y/o dominación de la escena social frente al otro al que se somete o domina. El abuso tiene a su favor el desuso en su acepción del desdén, indolencia, desidia del dominado u oprimido. El resultado ya adelanta la aceptación del sometimiento mediante la indecisión o ambigüedad de lo real, donde tiene eco importante el doble vínculo, que descubre Bateson, esto es, en una situación contradictoria originada por la confusión de los límites de realidad: se intensifica el ver un lado de la paradoja a costa del otro lado, o simplemente, se aparta a éste de la atención. 

Así la violencia emocional o espiritual cobra importancia a costa o dejando a un aparte la violencia corporal que ha perdido significado, según Bateson (1979) y Foucault (1972; 1993). Con la baja autoestima que aportan el talante conuquero y el abuso sociocultural, el territorio de la génesis de una violencia emocional en el país constituye un hecho pretendidamente consumado. 

Pero la violencia es una sola y para entenderse ha de concebirse de entrada de este modo unificado, y ello venga de o se exprese en el lado en que se sensibilice. Siempre la violencia espiritual tendrá un referente de carácter corporal, y la corporal, uno espiritual, con objeto de evitar la auto-referencia como tal, a lo que se añade su carácter unidimensional que fragmenta ideológicamente la realidad de la violencia. Nuestra violencia cotidiana como sometimiento o dominación que el poder trata de banalizar, como ocurre con el mal, necesita ser tratada en su 
integridad total. 

El medio para enfrentar tal banalización consiste en entrenarse en ejercicios de sensibilización para que nuestro interés cobre altura de atención reflexiva. Se trata de obtener respuestas prácticas porque somos seres que actuamos, no de un conocimiento de las cosas verdaderas, sino de una sabiduría sobre cómo funcionan las cosas en el mundo. Esta acción supone una reflexión inteligente (Barnett Pearce, 281). La frónesis se presenta como algo distinto a la episteme. La función de hacer siempre supone una acción técnica, que en nuestro planteamiento actual está vinculado a una acción terapéutica. Es un saber acerca de la aplicación ubicado entre los medios técnicos a emplear para hacer cosas. 

Dicha aplicación, que con sentido de la frónesis implica reflexología colectiva y una res-ponsabilidad moral, está ausente en el significado etnocultural del país venezolano: reflexión y responsabilidad, es decir, inteligencia social asociada con una moralidad de lo público. De ahí, como sociedad venezolana, nuestra dificultad mayor en la lucha contra el poder. Se precisa obtener un aprendizaje reflexológico con una justificación ética para aplicarnos a la obtención del des-acostumbramiento al sometimiento político en medio de nuestra vida cotidiana, allí donde el poder quiere anidar con sus tentáculos en nuestra conciencia de cuerpo y alma. 

Conciencia de cuerpo que tiene que ver con los estratos más básicos de nuestro interior, aun apetente. Porque el poder está hecho para invadir nuestra totalidad de ser e internalizarse en la mímesis de nuestro comportamiento. Entonces la res-puesta nuestra debe acudir a una sensibilidad reflexiva, atendida en sus distintos lados o aspectos, y plantear con res-ponsabilidad ética una estrategia de integrar una reflexión con otra para su mutua colaboración y la muta defensa de su ser unificado o para su salud programada, haciendo frente, pues, a las amenazas del poder. 

El proyecto de una múltiple reflexión es imperativo para evitar además el equívoco que el dualismo encierra como maniqueo en la paradoja de cuerpo y alma: debe haber la disposición de estar abierto a distintas reflexiones: corporal, anímica, cultural, social, política, religiosa, profesional… Conjeturamos así una panoplia de reflexiones disponibles (reflexos, reflejos) para salvar nuestra vida cotidiana y su comportamiento. 

Este arsenal de reflexiones necesita, por una parte, una fenomenología que las organice en el mapa de las terapias generales y después en las específicas de lo reflexo, y, por otra, una disciplina que las justifique en su razón de ser, y por lo tanto que las explique en la orientación de una conceptualización verdadera; tal vocablo puede presentarse a nosotros como una reflexología o razón de los reflexos (reflexiones). Para el tema que estamos ventilando, se trataría de unos ejercicios de reflexos que nos ayudarían a desacostumbrarnos de pensar la banalidad en los renglones de la violencia, el sometimiento, la dominación, todo ello en el aparte de lo político del poder, que nos tiene afectados en la inmoralidad de lo banal del ser y en la preocupación que somatiza nuestra idea fija, maniaca, etc. 

En este intento habremos de andar, aún por caminos verdes, para buscar dicha razón o lógica; necesitamos obtener una oportuna asociación de ideas en el que el andar como de viaje nos proporcione experiencias de cada caso y establecer así una reflexología constituyente. Porque la costumbre del estar sometidos a la opresión o violencia procede de un camino que hemos concebido como verde, como decir, atravesado, que hay que remontar, o verde porque no ha madurado aún, favoreciendo la resistencia a estar acostumbrado a la violencia y al abuso del poder. 

Como constituyente, la reflexología puede operar distintos esquemas según los casos de terapia y sus circunstancias sociales y relaciones personales. Diseñamos un caso experimental acontecido según una múltiple diversidad de etapas dentro de un acto terapéutico total: 1) la conversación terapéutica inicial para obtener entre los asistentes la armonía de animación mental en torno a problemas políticos, biográficos… que indicará una reflexión sobre el self; 2) la reflexión corporal o terapia sobre el cuerpo y sus dolencias; 3) la comulgación en comensalidad, donde la sobremesa hace que la terapia no tenga un corte tecnicista con lo social sino de continuación en un ritual de sobremesa. 

La sobre-mesa no tiene de condición lo post-comensal (corte de señal aparte), sino de sobremesa en el sentido más genuino que otorga su raíz en el prefijo, a lo que se aúna una ética de responsabilidad: la mesa se monta sobre sí misma, porque con la nueva conversación o tertulia de sobremesa se sobre-pone la mesa a sí misma, esto es, nosotros integrados como un self superior nos colocamos sobre nosotros mismos en plan de una curación o terapia total, que como grupo terapéutico (emocional) afectará positivamente a la salud (corporal) del individuo enfermo. Esta experiencia de reflexología constituyente es un buen antídoto para aprender el auto-des-acostumbramiento a como están las cosas de la violencia en el país. 

Con esta fortaleza no tendré más remedio que enfrentar la violencia, y sus amenazas, del poder, desde una terapia reflexológica: atendiendo primero, al comenzar sin ambages desde interior de mí mismo, mi self al que están incorporadas todas las violencias de mi grupo social; segundo, continuando la recuperación de la mirada sobre los límites de los sentidos que me rodean, como el miedo que me insufla el poder y que yo me lo he permitido a mí mismo, y tercero recuperando los territorios de mis deseos de vivir y de mis proyectos que me esperan en el inmediato futuro. 

En breve, la violencia emocional del país empujada por el poder y que se somatiza en mí como violencia corporal, es invitada a una terapia de carácter reflexológico constituyente. Si ésta ocurre en el marco del grupo informal la terapia está expuesta a su agotamiento en una catarsis (desahogo); pero si el grupo es profesional se conseguirá, con carácter científico, mantener el control de la eficacia del saber terapéutico así como su garantía transcendente. 

Bibliografía 
Barnett Pearce, W. (1995). “Nuevos modelos y metáforas comunicacionales: 
 el pasaje de la teoría a la praxis, del objetivismo al construccionismo social y 
de la representación de la reflexividad”. En Dora F. Schnitman (comp.), 
Nuevos paradigmas, cultura y subjetividad. Buenos Aires: Paidós, 265-289. 
Bateson, G. (1979). Mind and nature. Nueva York: Dutton. 
Foucault, Michel (1972). Las palabras y las cosas. México: Siglo XXI. 
Foucault, Michel (1993). Vigilar y castigar. Nacimiento de la prisión. 
México: Siglo XXI. 
Sluzki, Carlos E. (1995). “Violencia familiar y violencia política. Implicaciones 
terapéuticas de un modelo general". En Dora F. Schnitman (comp.), Nuevos paradigmas, cultura y subjetividad. Buenos Aires: Paidós, 251-375.

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