El modelo oficialista que refleja el modelo cultural atribuye todo el desastre de las
megaelecciones del 28 de mayo a actores externos como los procesos técnicos y
las empresas internacionales, pero también los observadores internacionales que
como imbéciles son “partícipes de obscuros complots”(el Canciller lo dijo
refiriéndose a los observadores de la OEA (Salgueiro, 2000). Siempre hay una
causa foránea que se piensa desde el realismo mágico o es atribuida a un
inconfesado complot de espías que se confabulan contra Venezuela14.
Los datos del pensamiento científico prefieren aludir
a una “intención oculta” (Viana), o a una voluntad malévola (Salgueiro, 2000),
o a la “ilusión mágica” incorporada desde dentro con la conquista15 o a una “ilusión voluntarista” de
imponer el progreso sin tener en cuenta las resistencias profundas del
colectivo16. Las causas de las resistencias
profundas pueden coincidir o ser el segmento homólogo de la imposición profunda
que encontramos en el modelo matrisocial; estructurado así podría ser un
elemento decisivo. Se puede nombrar como autoritarismo (impuesto y aceptado), o
caudillismo o personalismo (poder personal) o arbitrariedad social.
Allí en la profundidad, las imposiciones se dan la
mano con las resistencias en aquel juego adversivo que hemos expuesto arriba.
Este tipo de eje de los desplazamientos -que nosotros llamamos ethos cultural
matrisocial- puede generar, forzosamente
a partir de sus desórdenes étnicos, determinadas
patologías en el colectivo; en sus desplazamientos en el tiempo y
espacio sociales, dicho ethos cultural suelen producir sus propias indicaciones
inmunológicas. En la historia del país, observamos que dichas indicaciones
permiten deshacerse de determinados taitas abusivos, pero es para caer de otro
modo en el siguiente: de Boves se pasó a Páez, de Betancourt a Caldera, de C.
Andrés Pérez a Chávez (Hurtado, 1999).
El factor de la “mala suerte” no permite salir de
dicho proceso, porque no sale de la sala de espera por un salvador ¿Qué
significa esto? Que en la cultura matrisocial, por ser muy primaria, no existe
un sistema de control adecuado de las relaciones sociales; es como un grupo
religioso carismático que a diferente de una iglesia no tiene un dispositivo de control
de los signos.
Las dificultades culturales en Venezuela radican en su
misma cultura: “no nos queremos como somos” de suerte que vemos nuestra
realidad al revés, es más no queremos, ni aceptamos problematizar nuestra
cultura. Esto quiere decir que el problema no se encuentra sólo en el taita, en
la cabeza, sino también en el colectivo, en el cuerpo social principalmente: no
permite influencia alguna desde ningún enclave interior ni exterior.
Dicho ethos cultural también afecta a los supuestos
enclaves internos o agencias sociales que como tejidos sociales pueden ser
movilizados hacia la sociedad civil, pero que como tal no lo son y que a la
larga suelen funcionar internamente con el
mismo ethos autoritario. Hay
“algo profundamente arraigado y forma parte de la mentalidad autoritaria y
caudillesca del venezolano común y también puede ocurrir en las organizaciones
de la llamada ‘sociedad civil’” (Pérez Vigil, 2000).
La “intención oculta” no se encuentra tan oculta;
basta ver la psicodinámica cultural; no es una hipóstasis, sino una realidad
bien contactada y visible, porque es el contacto mismo de las realidades que el
etnólogo caracteriza como el principio del arraigo, y que el modelo de tótem
expresa con profundidad etno-psicoanalítica (Freud, 1975).
El asunto es que, dada la dificultad de remover el eje
de los desplazamientos (el ethos), en Venezuela va a persistir la irregularidad
de las instituciones. Este fenómeno que algunos identifican con “democracias
imperfectas”, colinda con el de las “democracias espurias”. Si bien un elemento
democrático consiste en la facultad de votar para expulsar algún mandatario del
poder teniendo como alternativa a otro competidor, dicho elemento formal no coincide con los
elementos relacionales, donde podríamos sustituir la facultad de votar por la
posibilidad de votar en condición de responsabilidad.
La responsabilidad tiene en cuenta las condiciones
culturales de la viabilidad de la posibilidad, de suerte que la especifica como
tal. Sin responsabilidad no hay posibilidad de votar verdaderamente. Una masa
gregaria no reúne las condiciones de una democracia para construir la libertad;
ahí está la gran tarea histórica de las minorías: hacer que la masa llegue a
ser pueblo (Zambrano, 1988).
Pero el taita de la V República en vez de los
procedimientos progresivos, utiliza los regresivos. Las “llaves de Chávez” resulta
un ‘kino de la suerte’ o lotería del voto, en un colectivo cuya cultura es
jugar siempre a ganador, pues es malo correr riesgos. Las “llaves” conducen al
colectivo a hundirse más en una masa gregaria regresiva.
El asunto ya no es el procedimiento como tal, sino que
las “llaves de Chávez” funcionan y
funcionan bien. Su “funcionamiento perfecto” indica más que una “democracia
imperfecta”; en Venezuela por la psicodinámica cultural de doble estructura,
dicho funcionamiento implica un permanente desplazamiento o movida de los
actores, que comienzan haciendo un trabajo “celestial” y terminan cayendo en un
desplome “terráqueo” (Cf. Hurtado, 1999), o lo que es lo mismo no hacen un
trabajo en la base social con respecto a una enseñanza/ aprendizaje de la
participación en las comunidades locales (Cf. Villasante, 1995).
REFERENCIAS
BAHACHILLE
(2000): “La estupidez ilustrada”.
El
Universal, Caracas, 03 de junio.
CAULA, S. (2000): “Madera humana”. El Universal,
Caracas, 13 de mayo.
FREUD, S. (1975): Tótem y Tabú, Alianza,
Madrid.
HERNANDEZ, C. R. (2000): “Cronistas de Indias”
El Universal, Caracas, 16 de junio
HURTADO, S. (1999): Tierra Nuestra que estás en
el Cielo,
Consejo de Desarrollo Científico y
Humanístico, UCV, Caracas.
PEREZ VIGIL, I. (2000): “Sociedad civil y
participación
política”. El Universal, Caracas, 16 de junio.
SALGUEIRO, A. (2000): “Perú y Venezuela –
Legitimidad electoral”. El Universal, Caracas, 3 de
junio.
VILLASANTE, T. R. (1995): Las Democracias
participativas.
De la participación ciudadana a las
alternativas de la sociedad, HOAC, Madrid.
ZAMBRANO, M. (1988): Persona y democracia.
La historia sacrificial.,
Anthropos, Barcelona.
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Fragmento conclusivo (parte 1°) de
Samuel Hurtado S. de “La democracia furtiva y el falso mito de la
participación”. Revista INTENTO, Doctorado en Ciencias Sociales, Universidad
Central de Venezuela, Caracas, N° 1, 2001: 70-72.
14 Bahachille: “La estupidez ilustrada”. EL UNIVERSAL, 03/06/2000.
15 Hernández, C. R.: “Cronistas de Indias”. EL UNIVERSAL,
16/06/2000.
16 Caula, S.: “Madera humana”. EL UNIVERSAL, 13/05/2000.
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