Firmas más focalizadas en el tema, insisten en que las
instituciones no funcionan. Su formalidad institucional ha servido para impedir
que funcionen realmente; es decir, la realidad institucional del Tribunal Supremo
de Justicia, de la Fiscalía, del Congresillo, etc. se encuentran en esta
situación. En dicha clave se interpreta que la suspensión del proceso electoral
por parte del Tribunal Supremo de justicia ha funcionado como una mampara de lo
que realmente ha ocurrido, esto es, una máscara para representar en el teatro
de la vida nacional una salida farsesca (seria) de apariencia institucional a
un desastre real.
Es el juego de luces donde la institución en nuestra vida
social se opone al principio de realidad. Por eso el recurso de amparo que
tardíamente introduce la Defensoría del Pueblo y cuyas razones están desde hace
seis meses presionando en la calle, se convierte en un pretexto para justificar
la existencia de una solución institucional. Las instituciones siguen
tambaleándose en su endeblez; se hace difícil establecer su consistencia,
porque parece que existe una “intención oculta” que no lo permite (Viana, en
Blanco, 2000).
En el circo institucional, donde las marionetas políticas,
incapaces de gerenciar, representan sus papeles de figurones, el Tribunal
Supremo de Justicia interviene emitiendo el fallo de la postergación de las
elecciones, cuando por su ineficiencia
el Consejo Nacional Electoral ya no podía ocultar, debido a la
inminencia del tiempo, su desaguisado institucional. En medio de este parapeto
político, que por fin se admitiera en la escena institucional a las
organizaciones de la llamada “sociedad civil”, ayuda a observar que aparte del
valor y acción positiva que éstas demostraron y cuyo servicio fue evitar una
catástrofe mayor, implicó que también se desencadenaran sus “efectos
perversos”; es decir, sirvieron de excusa o comodín para desviar las
responsabilidades con respecto al proceso negativo en funcionamiento y con respecto a la toma de la decisión para
abortarlo, pues además se presentaba un gran costo político.
El amparo admitido
al fin de COFAVIC y Queremos Elegir se refería a los derechos conculcados a los
ciudadanos electores de estar informados, pero terminó en la postergación comicial,
de suerte que produciendo este fallo el Tribunal solucionaba por la vía
negativa la demanda de aquéllos derechos, pero terminó como “efecto perverso”
sirviendo a las conciencias de los actores institucionales: el CNE pudo
justificar la decisión de la postergación por la vía judicial. “Los que medio
creen que se preservó es la imagen de la legitimidad aunque teñida de todo el
abuso de hecho y de derecho que es habitual que el Ejecutivo de esta V
República perpetre y el Tribunal Supremo convalide” (Salgueiro, 2000).
“No se
puede decir que funcionaron las instituciones, cuando es la imposición de
Chávez sobre éstas lo que determina la cómica que Venezuela presenta
gratuitamente estos días ante los ojos estupefactos del planeta. Desde enero se
viene diciendo que aquí no podía haber elecciones precipitadamente. El Gobierno
violó la constitución para imponer el CNE y la fecha... Pero los poderes
supraconstitucionales podían hacer lo que les viniera en gana y todos marchaban
con el mismo paso de ganso” (Blanco, 2000).
En resumen, el fundamentalismo etnicista, la soberanía
absoluta del estado sobre la nación, determinan la dinámica farsesca de las
instituciones, de suerte que cualquier elemento positivo para desenmascarar el
entuerto de la tiranía o imposición del estado es aprovechado como “efecto
perverso” para hacer sinuosa la democracia y aparentar que se participa en las
grandes decisiones del estado.
Referencias:
BLANCO, C.
(2000): “El cuento de la Caperucita institucional”. EL UNIVERSAL, Caracas, 3 de
junio.
SALGUEIRO, A. (2000): “Perú y Venezuela: legitimidad
electoral”. EL UNIVERSAL, Caracas, 3 de junio.
Fragmento de
“La democracia furtiva y el falso mito de la participación” de Samuel Hurtado.
Revista INTENTO. Doctorado en
Ciencias Sociales, Universidad Central de Venezuela, Caracas, N° 1, 2001:
69-70.
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