Los ríos Orinoco y Caroní se encuentran en la Guayana venezolana |
LA CIUDAD CONSOLADA[1]
(poemario super flúmina)
Se muestran los motivos del libro
desde otros poetas: Jorge Guillén y Antonio Gamoneda, y se concluye con los
últimos fragmentos de la presentación del libro.
MOTIVOS DE ENTRADA AL LIBRO
Lloren junto a los ríos,
mientras de aquellos sauces penden
mudas las cítaras,
los siempre tan dispuestos
al abandono de esa terca empresa
que es nuestro convivir, todo inventado.
que es nuestro convivir, todo inventado.
Jorge Guillén: “impulso hacia la forma: super flúmina”.
En Aire nuestro y
otros poemas. Barcelona: Seix Barral,
1979, 97.
Hubo denuncia y extensión de sábanas.
Y ciertos pasos
en el exterior.
Alguien ha gemido mientras la noche
cae sobre la ciudad.
¿Quién ha gemido
tras el cinturón de álamos, en las praderas
excavadas
donde los hielos ciñen el pedernal?
La ciudad ha
sido rodeada por un gemido.
¡Puertas
clavadas ante mí, puertas de ocultación! Siento
la
inmovilidad espesa como una sustancias.
Un olor a mercados crece bajo el
crepúsculo: grasa y laurel en las
maderas,
tazas pesadas de alimento, telas usadas en la carne,
hierros muy
fríos. Todas las cosas comunican miedo y los
caballos
agonizan en campamentos muy lejanos.
Un olor a mercados es el olor de mi
alma.
Antonio Gamoneda: “Descripción de la mentira”
(fragmento).
Edición de Miguel Casado. Edad (poesía 1947 – 1986). Madrid:
Editorial Cátedra, 1987, 269.
ÚLTIMOS
FRAGMENTOS DE LA PRESENTACIÓN
Sólo así se puede pensar el
proyecto como obra de conjunto, de mayor envergadura que el de una simple
promesa corriente abajo por el río
para no llegar a ningún sitio. En el poema, la ciudad, el río y la promesa
escalan las alturas de la soledad con las fantasías lúcidas del plano arriba y
con las fantasías azabachadas del críptico abajo, a mayor profundidad que como
tal también es más oscura.
Si cada poema es un recodo de
parada breve en el río, el conjunto del poemario se convierte en una larga
travesía, donde van a caber muchas experiencias que se van reatando consigo
mismas y con los pensamientos de otras travesías paralelas. Una tal ex-periencia (=viajar viendo cosas)
poética es la travesía óptima que añuda el sentido más sublime con los tiempos
laboriosos del quehacer cotidiano. Por eso, en La Ciudad Consolada, junto al sollozo del ángel negro y la sombra
del río, aparecen las fiestas, su gozo protector del misterio y las querencias
de ternuras que la fuente y el río Tormes procuran a la fantasía; en seguida
llega la presencia de las luminarias de la gracia y la ciudad divinal en que se
convierte la sustancia poética. La alegoría del plano arriba pronto se hunde en
lo críptico del nocturno siempre a punto de la aurora, para solucionar la
historia de los saltos vitales y concurrentes. La marcha del viaje despega
desde la raíz del lugar y del sentimiento del pueblo, donde a su vez se
pregunta por la existencia del país, desemboca en el umbral de la playa como
símbolo de apertura a soñar con otros mundos, otros países. Allí conviviendo
con el compromiso de cumplir con la promesa del poema, aparece la soledad del
aguafuerte de la naturaleza abrileña, la soledad de la inteligencia pastoreando
nubes diligentes, y la soledad de la faena laboriosa de producir conceptos para
la ciencia.
¿Cómo anudar secuencias tan
distantes en la lógica de la ida y vuelta, distantes en el espacio del estar
allí y estar acá, distancias de geografía y cultura entre el pueblo castellano
sin río, ni montañas, sin verdor del bosque aún de encinas, y la ciudad de
Santiago de León de Caracas, atravesados sus valles por ríos, flanqueada por
verticales montañas, y sus bosques de selva tropical. Una vez hice un viaje poético[2]
desde la cumbre de Urbión, donde nace el niño
Duero (de manos de Gerardo Diego), con descanso detenido en el claustro
donde la ciencia, el rezo y el ciprés se recrean en el monasterio de Silos,
hasta llegar a concluir lúcidamente en el bosque del campus universitario de la ciudad de Caracas, para seguir
acogiéndome a la inteligencia, a la ciencia social y al andar habiendo placer de la razón urbana.
Siglos de historia, siglos
del mito, conservando la energía de la crónica etnográfica, del ensayo y del
poema. Este libro de poemas super flúmina
es un desafío de la libertad y de la consolación (esperanza) para los tiempos
de oscuridad que marca el reloj de los tiempos en Venezuela. Tiempos en que no
hay febrero con nieve, ni lluvia en marzo, pero sí mucho sol en abril y
permanentes flores en mayo, esperando que el aguafuerte de abril dé paso a la
floración con que comienza el invierno (lluvias) de mayo. Es la ciudad de las
tierras altas, la que inspira la dicha del recorrido poemático y le unifica en
torno a la promesa de amor al mundo y de la soledad de ternura al río, la
conexión poética que nos lleva a las aventuras de la fantasía sentimental, del
mito antropológico y de la historia social.
El río Guaire embaulado a su paso por Caracas |
[1] Un libro de Samuel
Hurtado, en publicación, agosto 2017.
[2] Dicho viaje está narrado
en Chortal y Ciprés. Mis pensamientos
antropológicos. En mi blog http://pensamientosantropologicos.blogspot.com mes de
julio de 2011.
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