DENTRO
DEL BOSQUE
Para
entender –en ocasiones-
hay
que cerrar el libro.
Andar
hacia adentro
del
bosque. Dejar el hacha.
Perderse
en la espesura y oír viejas historias.
Que
las ramas rocen nuestro rostro.
Volver
a lo sagrado.
Y
observar como tarda
la noche
en llegar
al
pagano refugio.
Luis
DÍAZ VIANA: Pagano Refugio.
República, Valladolid, 1996, 5, 19.
COREGA
Algo bulle debajo de nuestras pisadas
cívicas. A veces explota, y nos pega en el rostro; otras veces, sumergido, nos
susurra plácido: en ocasiones, nos ronca furioso y temible. Todo para hacernos
memoria de nuestra raigambre de antes de las ciudades. Superviviente en los
pagos que yacen dispersos en los campos, se oculta revestido de su propia vergüenza pagana, para luego presentarse
en lo urbano como vergüenza popular.
Con añoranza ansiosa, el aldeano refugio
se acoge a lo sagrado a través de las maravillas con que le gusta vivir al
pueblo, rústico siempre. Así lo sagrado retorna permanentemente desde el
bosque, habitación de la imaginería originaria.
En este su retiro natural se reconcentra para elaborar su obra
contemplativa, que le sirve de compensación social sin alardear de su
referencia a los dioses.
En los tiempos de la modernidad sentimos
que el pueblo retorna a nosotros y bajo las formas culturales nos hace operar
con el significado primero, allí donde está el primordio y se origina el ser y
también nuestras comprensiones inmaculadas. En el pueblo se recupera
continuamente un soñar despierto de lo social pues nos hacer regresar a los
temas primitivos; aquí se trabaja sin cesar como una evocación de los tiempos
antiguos, siempre con “el poder de despertar a las fuentes” (Bachelard), las
fuentes de la fabulación, del imaginario, de las ilusiones. Es la poética del
pensamiento concreto la que, innovándose siempre, impulsa que la creación
continua puede cambiar de sentido premonitoreando su propia transfiguración. En
la experiencia popular, lo irracional, lo inconsciente, se incorpora a la
historia y se torna valioso al activarse en los mitos populares.
Los poetas que colocan su corazón
conectado a la corriente del gusto popular, se entusiasman (=se endiosan) con el discurrir de su versificación;
hasta abandonan sus técnicas retóricas para explayarse en su adoración de lo
sagrado popular, aunque estén ausentes ciertos dioses, especialmente los dioses
de la civilización.
Mi
Pueblo es inmenso
Cuando
canto o recito
Mi
pueblo se alegra
y
se emociona
al
contacto de mi voz
y
de mi canto
esto
se debe a que mi decir
es
su mismo decir
mi
voz
su
misma voz
y
mi saber
el
que he aprendido
viviendo
su misma luz
su
mismo amor
y
sentimiento.
Luis Mariano RIVERA: Cantos de Fragancia Amor y Tierra, Cátedra Pio Tamayo, Universidad
Central de Venezuela, Caracas, 1999.
DICHOSO AQUÉL QUE NO
PROFANA (manipula) LOS REFUGIOS SAGRADOS DEL PUEBLO, SUS SANTUARIOS CULTURALES,
Y NO SE ROBA SU ENERGÍA VITAL.
Así el pueblo muestra que contiene una clave de
interpretación de la realidad siempre revivida. Veámoslo en el siguiente
cuadro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario