Los pueblos para existir, y no mal vivir, necesitan producir pensamiento a largo plazo. Para obtener las condiciones de dicha producción no es suficiente con decir que Venezuela tuvo un momento heroico, es un pueblo solidario, acogedor y placentero, o, que, por el contrario, no es una nación sino un gentío (Gustavo Herrera), un pueblo indisciplinado e incivil (Arturo Uslar Pietri). Sin pretender establecer un pensamiento sobre la realidad venezolana (ello es oficio de filósofos e intelectuales), como trabajo científico de carácter etnopsicoanalítico, lo que se quiere es hacer el camino que va y viene entre la realidad y la reflexión; es decir, analizar e interpretar las instituciones de la etnocultura (antropológicas) con respecto a la acción política, económica, social y simbólica, de la élite venezolana, en cuanto capital del pueblo que apunta a la existencia de un proyecto de sociedad. Por la lectura de la prensa, este libro es un producto que nadie espera, pero que muchos (inconscientemente) demandan como insumo exigido para suscitar y sustentar científicamente un pensamiento veraz sobre el país venezolano. Es un libro no sobre el funcionamiento institucional, ni sobre el constitucionalismo jurídico-político, sino sobre lo que constituye étnicamente el ser de Venezuela con la mira de si está indicada o no para producir el proyecto de sociedad, que es como se conceptualiza en este libro la objetividad de modernidad. Entrando en el siglo XXI, urge averiguar cómo es posible para Venezuela generar la idea del proyecto societal, porque es la única y posible garantía para que tenga como pueblo una existencia social en el concierto de las sociedades, encuadradas ya con el ideal de proyecto y su pensamiento a largo plazo.
viernes, 21 de mayo de 2010
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