domingo, 20 de abril de 2025

MAGIA Y SUERTE DE VIVIR A GUSTO

 

noche estrellada (Van Gogh)  

El sollozo del ángel negro

 

Aún no se habían rebelado los pájaros.

antes,

mucho antes de los balcones con dalias,

de que se incendiara la primera aurora

y la nieve tras los jazmines

arrodillara su éxtasis florido.

 

Entonces con el ala desprendida

sollozo de los mares

expulsado de los cielos-

vino el ángel negro.

 

Sin estridencias, por los corredores

se agolparon los sueños;

carbones del espíritu,

veladas de acelgas,

vidrieras dieron a las calles todas.

 

¡Encuentros!

Era el que me despertaba

con el que yo reía.

 

Lo vi, carbonizados sus cabellos,

traer las últimas luces del crepúsculo.

Después, hundió su frente, y de mi mano

bogaba las riberas de mi pecho,

las escarchas,

las sombras,

un sueño.

 

Con el que yo reía,

ofreciéndome un reposo de berros

con postres de nardos y lunas…

 

¡Encuentros!

Salamanca, diciembre 1963

Publicado en SHS, La Ciudad Consolada.

Poemario super-flúmina de la esperanza venezolana.

Caracas: Ediciones FACES – UCV, 2019

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Dejados y dejado todo a las suertes.

 

Hay pueblos fantasmas porque se quedaron vacíos de gente. Esconden la ninguneidad y dan miedo por esa oquedad, que nuestro inconsciente presiente llena de augurios por emerger. Al atravesar un pueblo fantasmal, uno se torna medio loco, pero la operación de la locura termina cuando uno se remonta sobre sí mismo y comienza a llenar de memorias, de turgencias conceptuales, hasta de colocar tiempos al pasado, y a tener la paciencia de esperar presencias que se quedaron por salir, porque se les acabó la razón de su existencia; entonces uno mantiene todo ese esfuerzo mental con objeto de mantener lo maléfico de los vacíos de la memoria, de los conceptos y del tiempo para terminar por curarse de espantos.

No ocurre así con los pueblos mágicos. Uno acude a ellos, y en vez de hacerse el longuis, se hace el presente, y se convierte en demandante de una energía que está fluyendo por una imaginación plenificada. Allí no entra el vacío, sino el pleno de una energía divinal, que uno trata de inspirar, y aspirar, a ritmo fuera del tiempo y el espacio. Porque todo el mundo cree, --y ¡ay del que no!-- de que vuelan, vuelan. Allí el mundo puede ocurrir al revés, con sus antípodas, o diseñarse como anormal cuando se propone que esa conducta sea la representativa del colectivo, o lo de acogerse al trastorno, a la disminución, a la merma, al déficit de realidad, de sentido, de saber, con objeto del logro de la recuperación, la reinvención, la reorganización, y hasta de lograr el exceso en todo como medida del dominio y control de la realidad mediante señuelos y rituales, con los cuales sentir el flujo de la energía moral en el paciente o en el colectivo trastornado o disminuido.

Si bien, según el dicho, de locos y poetas, todos tenemos un poco, en la subjetividad de los pueblos la idea de tal dicho o enseña, muestra la creatividad de individuos y de colectivos sociales como un desarrollo material de lo significante, de lo sacramental, de signos sensibles que apelan a energías tangibles de operación objetiva. Esta afirmación de lo mágico trae consigo una nostalgia de lo mismo en un mundo gastado por el tecnicismo, la puntualidad, el cálculo, que operan contra el imaginario social e individual.

Esta vuelta a recuperarse en el tiempo y la memoria tiene que ver con un despegue y apoyo del inconsciente que trata de operar sincrónicamente con el favor de la realidad: los llamados al servicio de la comunidad actúan a merced de la suerte, que si falla logran acudir a las excusas del saber. Pero antes, mucho antes de las excusas posibles a las ausencias de la suerte para la justificación popular, chamánica o brujesca, se encuentra la eficacia del sentido simbólico. Sólo cuando este prejuicio falla, termina la imaginación popular por rendirse a la excusa para tomar impulso de nuevo según el mito, pero ya no en la historia, sino en el ritual, es decir, a volver a repetir el aprendizaje como lo señala el poeta Machado en el ritornello de la conceptuación.

El motivo de la magia nos sirvió en una entrevista para dilucidar el alcance de lo mágico en la vida social venezolana, específicamente en lo tocante a la expectativa de alcanzar el estado de riqueza, y por supuesto alcanzarla sin mucho trabajo, pero tampoco con alguna vergüenza. Era a la suerte a la que se abandonaba la meta vital de la gente. Pero también sirvió para dilucidar el alcance de la relación de la disciplina en el trabajo económico. Y lo que queremos decir es que en el uso y expectativa del motivo instrumental o de apoyo y su teoría se escondía lo performativo de un mundo mágico que organiza el imaginario de un modo total en cuanto nuestro mismo hacer el mundo de la vida social.

Para averiguar la disciplina laboral, el skecht de la entrevista utiliza el motivo religioso como instrumento de apoyo y lo refiere como oposición a lo ateo como contraindicado. Su función era la de iniciar la conversación investigadora. Pero a continuación el motivo religioso se convertía en motivo mágico y a éste se le reduce a su sentido espiritual o moral al manejarlo con la supuesta oposición de una postura materialista, es decir, lo mágico expresaba todo un mundo espiritual como institución total con miras a preguntar al pueblo venezolano por sus relaciones morales (o espirituales) que se desarrollan en la vida económica o de control del mundo vital. Ya no era tanto averiguar su virtud de disciplina como analizar el uso del instrumento en la averiguación. Para calificar la vida del pueblo venezolano, la magia tenía una contundencia de aceptación entre el corpus de la élite social entrevistada[1].

Frente a un comportamiento disciplinado se encontraba para contraponerlo y vencerlo el comportamiento mágico. Pero la idea de la conversación era que de entrada se acepta sin discutir que el pueblo es religioso, es decir, humilde y de acogida de la divinidad frente a la soberbia del ateo, que no necesita de dios, ni de nadie. Pero habiendo entrado ya en plan de la conversación, viene con el segundo punto o pregunta el desarrollo en otro plan, en el de la prepotencia o manipulación de la divinidad mediante la ritualización de signos para referirse al control del mundo, y por lo tanto la invocación de la suerte, pero ahora el choque con la contra-referencia como apoyo de contraindicación ya no es la moral negativa del ateísmo, sino la de una actitud materialista en cuanto gusto por obtener las cosas visibles: a todo pueblo, y el pueblo recolector venezolano con su propio improntus de conuquero, el recoger la cosecha, el salario, la remuneración, sin trabajar mucho o nada, resulta fascinante para su inconsciente social.

Y sin embargo, lo religioso con especie mágica se sobreponía a lo materialista, y no sin razón porque la estructura socioeconómica le daba consistencia de la falta de cultura del trabajo o de la fascinación de cosechar sin trabajar. Así la disciplina y su aprendizaje quedaron sin contenido de haber, frente al contenido de haber de la suerte que depara el comportamiento mágico. La virtud moral de lo mágico sobresalía en la evaluación, como lo fue la religiosa, tanto frente a lo ateo, de no creer en nada, y lo materialista, de solo fiarse de lo real tangible. Pero la sobreposición de lo mágico frente a lo materialista, se construía en el contexto de la inclinación profunda que se tiene como pueblo recolector. En suma, lo mágico-religioso campea en el comportamiento venezolano, y no sólo referido al mundo visible (la estructura social) sino también al mundo invisible (la infraestructura etno-psíquica).

En consecuencia, la conducta mágica del venezolano se configura como una institución total[2] que afecta, incide o interviene en todo su mundo de vida divinal y humano, moral e inmoral, deducible en cada momento de su comportamiento y en todas sus direcciones: económicas, políticas, culturales, etc. En nuestra trayectoria de investigación, la magia, así como la familia y el populismo político, se atraviesa por todos los sitios o costados de nuestra navegación investigadora en su método de comprobar la explicación conceptual. Como tema totalizante, ha sido tratado con las diversas disciplinas, por lo que nos ha permitido comprenderlo de un modo adicionalmente pluridisciplinario. En el primer capítulo, mediante una generalización sociológica, rastreamos con el carácter de la antropología social la virtud moral de la suerte, opuesta al trabajo como vía para llegar a ser rico y a disfrutar de la riqueza sin envidia ajena.

A partir de constatar esta virtud moral, supuestamente neutra entre los intereses, envidias y admiraciones ajenos, se obtiene el tipo de suerte con que se despega el comportamiento venezolano. Una etnografía con inspiración sociológica y complementada con un marco de etnopsiquiatría nos revela que es una suerte impulsiva, es decir, de la invocación de la suerte para atrae a la suerte misma desde otro ángulo, esto es, de lo espiritual o moral, que tiene que ver con el comportamiento de una improvisación compulsada en clave inercial. Es como la espera del encantamiento de lo real: Eso se tiene que dar porque sí. Y se espera con placer positivo el resultado dentro de una lógica apetente del que cómo vaya viniendo vamos viendo: ahí se conjuga la adaptación con la normalidad (y eso que estamos en el punto de la anormalidad), cómo se manejan con sabiduría instintiva las teclas con que se tocan los distintos niveles inconscientes, y con ello la dosis del buen aprovechamiento para empatar la creencia objetiva del colectivo social y la experiencia subjetiva de cada individuo. El mundo mágico del venezolano goza de buena salud como institución total. La improvisación inercial da la oportunidad para lograr rápidamente toda adaptación con toda la experiencia subjetiva a disposición.

Los capítulos 3 y 4 no sacan sino las consecuencias de las reparaciones en el desgaste y deterioro que trae consigo el trajín de la vida,  y las satisfacciones que como apetencias nos merecemos tener en la vida: el vivir a gusto. El mundo mágico en que vive el venezolano como institución total no le deja tener ni deseos de ser de otra forma, de adquirir poder como posibilidad otra de ser, ni mucho menos con eso del deber ser para transformarse como mundo y vivir mejor, algo así como mejorar las suertes mismas. La satisfacción con su propio ser es, a su vez, total. Esta es su inspiración compulsiva -y su aspiración apetente- a vivir a gusto-, a diferencia de la respiración ética a vivir mejor. Por eso el investigador de este mundo de vida, tiene que adquirir el poder entrar a vivir en esa creencia tradicional del colectivo y alcanzar una expresión subjetiva como experiencia de ser (venezolano), de lo contrario no entiende, no puede entender, cómo se manejan las cosas y las relaciones sociales en este país.

Es decir, cómo se bate el cobre, que por lo mismo el Consejero Principal de la Unión Europea, allá por los años últimos del siglo XX en Caracas, no entendía cómo Venezuela, teniendo todos los recursos posibles no lograba arreglar sus problemas, siempre en crisis y en deudas externas, cada vez peor manejadas, y me pedía la explicación. La consiguió en el texto de “La ‘época de la emigración’ y el aprendizaje social del venezolano”[3]. ¿Es posible aprender lo social en un mundo totalizante de magia, de recolección económica, de privilegio político y de consentimiento maternal? Es difícil plantear así a Venezuela como un país serio y firmemente orientado al futuro. El Consejero Ives Zaragoza no lograba entender intelectualmente, hasta que realizó en mi presencia una cura de sí mismo al relatar en las circunstancias de mi presencia, las peripecias de cómo son los venezolanos como cultura antropológica.  

 

 



[1] He aquí el skecht referido a la variable de la disciplina al ser evaluada con referencia a la magia. Sabremos de su comportamiento disciplinado y su grado de disciplina al analizar el comportamiento mágico del venezolano. “1. ¿El pueblo es religioso o ateos? 2. Pero ¿parece que es materialista (se guía por criterios tangibles) o es más bien mágico (actúa fomentando la suerte, intangible, en su conducta)? 3. ¿Aprendió a actuar con disciplina?”. SHS: Élite venezolana y proyecto de modernidad. Caracas: Ediciones del Rectorado, UCV, 2000. 348.

[2] Goffman, Erwin: Internados. Ensayos sobre la situación social de los enfermos mentales. Buenos Aires: Amorrortu, 1972. “Una institución total puede definirse como un lugar de residencia y trabajo, donde un gran número de individuos en igual situación, aislado de la sociedad por un período apreciable de tiempo, comparten en su encierro una rutina diaria, administrada formalmente. Las cárceles sirven de ejemplo notorio…Este libro se refiere a las instituciones totales en general, y a un caso particular de ellas: los hospitales psiquiátricos. Enfoca principalmente el mundo interno, no el del personal, y se propone, como uno de sus objetivos básicos, exponer una versión sociológica de la estructura del yo” (p. 13). Goffman insiste en que “toda institución absorbe parte del tiempo y del interés de sus miembros y les proporciona en cierto modo un mundo propio; tiene, en síntesis, tendencias absorbentes” y califica la tendencia absorbente como totalizadora en cuanto está simbolizada por los obstáculos que se oponen a la interacción social más allá de ese mundo proporcionado (pp. 17 y 18).

[3] Publicado en SHS: Contratiempos entre cultura y sociedad. Caracas: Ediciones de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales, UCV, 2013, 211-241. También publicado en Fundación Francisco Herrera Luque. Las inmigraciones a Venezuela en el siglo XX. Caracas: Banco Mercantil editor, 2004,  225-239.  Y también publicado en Baptista, Asdrúbal, José Balza y Ramón Piñango (eds.). Suma del pensar venezolano. Caracas: Fundación Empresas Polar, 2011, Tomo 1, Libro 1, dentro de Héctor Valecillos: “Población y dinámica demográfica”. 

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Presentación del Opúsculo /2 de la Magia de S. Hurtado S., Caracas: Doctorado en Ciencias Sociales, Facultad de Ciencias Económicas y Sociales, Universidad Central de Venezuela, 2020, 7-10.  

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