En la inflexión de la suspensión de los comicios del 28 de mayo, el eje
del desplazamiento, inmóvil, del ethos cultural matrisocial se correspondió con
las relaciones de desplazamiento en el tiempo y espacio sociales del taita,
pero fueron interceptadas por los escritores de artículos de fondo en la prensa
nacional, por actores entrevistados en tertulias de radio y televisión, y al
fin por la acción de la llamada “sociedad civil organizada”: COFAVIC, Red de
Veedores de la UCAB y Queremos Elegir.
Desde su situación de enclave, en el
cual logra subsistir su el tejido social, estas organizaciones pro-vocan
(llamar hacia delante) un proceso de intercambios con el estado, cuyos efectos se resuelven como “cortina de humo” que
enmascara la acción abusiva del taita. Si dicha pro-vocación se originó como efecto retardado, uno de sus
resultados termina siendo un “efecto perverso”. Tal “efecto perverso”(Boudon,
1982) lo vamos a interpretar desde una antropología política teniendo como
datos los proporcionados a partir de la evaluación realizada por analistas en
los artículos de fondo del periódico El Universal de los fines de semana
próximos al 28 de mayo.
En torno a esta fecha, los datos ocurren fluidamente en un contexto que
va desde la crítica al discurso y acción fundamentalistas étnicos del taita y
su discurso y práctica de las soberanías nacionalistas absolutas. En este
contexto, se desprenden las observaciones sobre las actuaciones de la sociedad
civil organizada y se recogen los
juicios sobre el funcionamiento de las instituciones del estado.
El pensamiento del fundamentalismo étnico se orienta a descifrar su
tramo estructural homólogo, el de la ineficacia de las instituciones. El
fundamentalismo se resuelve como magia eficaz, para proclamar las formalidades
de las instituciones existentes, pero
cuyo funcionamiento real a favor del colectivo no entra en sus intereses ni en
sus esfuerzos. El fundamentalismo étnico adquiere un cariz utopista que se
expande por todos los lugares (liderazgo, escenarios políticos, escaramuzas
sociales), pero con ello no se va a solucionar los problemas sociales, sino a
montar teatros políticos, para dejar solamente
que el fracaso también
histriónico del mandatario pudiera albergar un aldabonazo de esperanza11
La soberanía absoluta de la nación frente a otros derechos más
fundamentales del individuo como el derecho a la vida, a la libertad, a la
moral... se ha levantado como una coartada para mantener la figura del taita
que se crece en la medida en que explota lo más perverso del etnicismo
nacionalista: el mito diferencialista de la cultura como motivo para la
confrontación social y política. De la historia heroica al halago al pueblo se orillan el
trabajo y la convivencia esforzada del
ciudadano. Pero detrás de la soberanía
nacionalista emerge la verdadera sombra de la soberanía del estado como tiranía
contra la sociedad y la nación y por lo tanto contra la centralidad de la
persona humana.
El tiempo histórico se encamina cada vez más hacia el respeto
de la persona humana como sujeto de derecho a la libertad individual, mientras
que la “revolución bolivariana” del taita parece involucionar hacia un tiempo
de tiranía estatal de tipo primitivo. ¿Es posible en esta involución una
sociedad civil, y ésta con suficiente fuerza de autonomía? La ley del más
fuerte supone un desequilibrio tal de las condiciones de los poderes, que éstos
no se pueden negociar, y, por lo tanto la estructura democrática carece de
realidad. Un diagnóstico de la existencia de una democracia conlleva
forzosamente el de una sociedad civil, según lo cual el pueblo para que sea
pueblo verdadero tiene que llegar a ser sociedad (Cf. Zambrano, 1988). En el
modelo del taita conceptos y realidades se encuentran en contradicción: hay
“mucho pueblo” y muy “poca sociedad”, lo que implicará que las “hambres
ancestrales del pueblo” (Zambrano, 1988) no podrán satisfacerse y, como
sustituto, quedará el esfuerzo del taita por mantener al pueblo con sus ilusionismos12.
En este marco situamos las interpretaciones que sobre la suspensión de
los comicios del 28 de mayo. Mientras el presidente de la República, sin las
estridencias a las que están acostumbrados sus discursos, interpreta que el
hecho ocurre gracias al funcionamiento de las instituciones emergentes, y ello
dentro de la temeridad mostrada por los funcionarios del Consejo Nacional
Electoral (CNE), los artículos de fondo de la prensa con razonables argumentos
expresan una postura opuesta. Con enormes recursos dedicados al proceso
electoral, el estado muestra una enorme incapacidad para gerenciarlos. Sin esta
capacidad, no se sabe cómo es posible originar un verdadero cambio
(revolución), que se supone debe beneficiar a las grandes mayorías.
Ya no se
trata solo de montar un teatro político; ahora se pasa además a darle un
contenido de veracidad con base en el cuento de que las instituciones
emergentes se hallan en pleno funcionamiento. Los marcos de este cuento se
sitúan en los cielos de la supra-constitucionalidad del Congresillo. La
supraconstitucionalilad y la transitoriedad de los poderes son las condiciones
propicias para manejar éstos con meridiana arbitrariedad, inmiscuyéndose en los
ámbitos de los otros, interfiriéndoles y aún interviniéndoles. Así el Congresillo
y su taita, manipula los procesos electorales, las fechas, las decisiones, a
costa de la independencia institucional del Consejo Nacional Electoral.
“El único complot posible fue el autocomplot
de la irresponsabilidad e ineficacia. Todos los protagonistas de esta
humillante comedia pertenecen a la V República: CNE, TSJ, Fiscalía, Defensoría
del Pueblo, Congresillo, Contraloría y el propio Presidente, son los únicos con
acceso a las instituciones que manejaron el fracasado proceso eleccionario. La
pantomima se asemeja a una de Cantinflas...Los directivos del CNE querían
llegar al 28 para demostrarnos que no era posible efectuar las elecciones.
Pero, más allá de una incidencia cantinflérica, para el país significa
frustración, engaño, fraude moral, y pérdidas que muchos estiman por encima de
los 700 millardos de bolívares, si consideramos el costo de la incertidumbre
económica, política y social”13.
11 Cf. S. Caula: “Pablo o el desengaño” y Pérez Oramas: “El
Bochorno”, Caracas, EL UNIVERSAL, 27/05/2000.
12 Gavarini Di Turno: “Soberanía y Humanismo”, Caracas, EL UNIVERSAL,
15/05/2000. Brassesco: “La Soberanía como coartada”; Pérez Oramas: “El Pueblo y
los expertos”; Bahachille: “Rehén del Subdesarrollo”, en EL UNIVERSAL,
17/06/2000.
13 Bahachille: “La estupidez ilustrada”, Caracas, EL UNIVERSAL, 03/06/2000.
Referencias
BOUDON, R. (1974): Crisis de la sociología, Barcelona: Ed. Laia.
ZAMBRANO, M. (1988): Persona y democracia. La historia sacrificial. Barcelona: Ed. Anthropos.
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Fragmento del artículo de Samuel Hurtado: "La democracia furtiva y el falso mito de la participación". Revista INTENTO, Doctorado en Ciencias Sociales, Universidad Central de Venezuela, Caracas, n° 1, 2001: 67-69.
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