martes, 19 de junio de 2018

LA SUPRACONSTITUCIONALIDAD SIEMPRE MÁSCARA DEL ABUSO


En la inflexión de la suspensión de los comicios del 28 de mayo, el eje del desplazamiento, inmóvil, del ethos cultural matrisocial se correspondió con las relaciones de desplazamiento en el tiempo y espacio sociales del taita, pero fueron interceptadas por los escritores de artículos de fondo en la prensa nacional, por actores entrevistados en tertulias de radio y televisión, y al fin por la acción de la llamada “sociedad civil organizada”: COFAVIC, Red de Veedores de la UCAB y Queremos Elegir. 

Desde su situación de enclave, en el cual logra subsistir su el tejido social, estas organizaciones pro-vocan (llamar hacia delante) un proceso de intercambios  con el estado, cuyos efectos  se resuelven como “cortina de humo” que enmascara la acción abusiva del taita. Si dicha pro-vocación  se originó como efecto retardado, uno de sus resultados termina siendo un “efecto perverso”. Tal “efecto perverso”(Boudon, 1982) lo vamos a interpretar desde una antropología política teniendo como datos los proporcionados a partir de la evaluación realizada por analistas en los artículos de fondo del periódico El Universal de los fines de semana próximos al 28 de mayo.

En torno a esta fecha, los datos ocurren fluidamente en un contexto que va desde la crítica al discurso y acción fundamentalistas étnicos del taita y su discurso y práctica de las soberanías nacionalistas absolutas. En este contexto, se desprenden las observaciones sobre las actuaciones de la sociedad civil organizada  y se recogen los juicios sobre el funcionamiento de las instituciones del estado.

El pensamiento del fundamentalismo étnico se orienta a descifrar su tramo estructural homólogo, el de la ineficacia de las instituciones. El fundamentalismo se resuelve como magia eficaz, para proclamar las formalidades de las instituciones  existentes, pero cuyo funcionamiento real a favor del colectivo no entra en sus intereses ni en sus esfuerzos. El fundamentalismo étnico adquiere un cariz utopista que se expande por todos los lugares (liderazgo, escenarios políticos, escaramuzas sociales), pero con ello no se va a solucionar los problemas sociales, sino a montar teatros políticos, para dejar solamente  que el fracaso   también histriónico del mandatario pudiera albergar un aldabonazo de esperanza11

La soberanía absoluta de la nación frente a otros derechos más fundamentales del individuo como el derecho a la vida, a la libertad, a la moral... se ha levantado como una coartada para mantener la figura del taita que se crece en la medida en que explota lo más perverso del etnicismo nacionalista: el mito diferencialista de la cultura como motivo para la confrontación social y política. De la historia heroica  al halago al pueblo se orillan el trabajo  y la convivencia esforzada del ciudadano.  Pero detrás de la soberanía nacionalista emerge la verdadera sombra de la soberanía del estado como tiranía contra la sociedad y la nación y por lo tanto contra la centralidad de la persona humana. 

El tiempo histórico se encamina cada vez más hacia el respeto de la persona humana como sujeto de derecho a la libertad individual, mientras que la “revolución bolivariana” del taita parece involucionar hacia un tiempo de tiranía estatal de tipo primitivo. ¿Es posible en esta involución una sociedad civil, y ésta con suficiente fuerza de autonomía? La ley del más fuerte supone un desequilibrio tal de las condiciones de los poderes, que éstos no se pueden negociar, y, por lo tanto la estructura democrática carece de realidad. Un diagnóstico de la existencia de una democracia conlleva forzosamente el de una sociedad civil, según lo cual el pueblo para que sea pueblo verdadero tiene que llegar a ser sociedad (Cf. Zambrano, 1988). En el modelo del taita conceptos y realidades se encuentran en contradicción: hay “mucho pueblo” y muy “poca sociedad”, lo que implicará que las “hambres ancestrales del pueblo” (Zambrano, 1988) no podrán satisfacerse y, como sustituto, quedará el esfuerzo del taita por mantener al pueblo con sus ilusionismos12.

En este marco situamos las interpretaciones que sobre la suspensión de los comicios del 28 de mayo. Mientras el presidente de la República, sin las estridencias a las que están acostumbrados sus discursos, interpreta que el hecho ocurre gracias al funcionamiento de las instituciones emergentes, y ello dentro de la temeridad mostrada por los funcionarios del Consejo Nacional Electoral (CNE), los artículos de fondo de la prensa con razonables argumentos expresan una postura opuesta. Con enormes recursos dedicados al proceso electoral, el estado muestra una enorme incapacidad para gerenciarlos. Sin esta capacidad, no se sabe cómo es posible originar un verdadero cambio (revolución), que se supone debe beneficiar a las grandes mayorías. 

Ya no se trata solo de montar un teatro político; ahora se pasa además a darle un contenido de veracidad con base en el cuento de que las instituciones emergentes se hallan en pleno funcionamiento. Los marcos de este cuento se sitúan en los cielos de la supra-constitucionalidad del Congresillo. La supraconstitucionalilad y la transitoriedad de los poderes son las condiciones propicias para manejar éstos con meridiana arbitrariedad, inmiscuyéndose en los ámbitos de los otros, interfiriéndoles y aún interviniéndoles. Así el Congresillo y su taita, manipula los procesos electorales, las fechas, las decisiones, a costa de la independencia institucional del Consejo Nacional Electoral.  

 “El único complot posible fue el autocomplot de la irresponsabilidad e ineficacia. Todos los protagonistas de esta humillante comedia pertenecen a la V República: CNE, TSJ, Fiscalía, Defensoría del Pueblo, Congresillo, Contraloría y el propio Presidente, son los únicos con acceso a las instituciones que manejaron el fracasado proceso eleccionario. La pantomima se asemeja a una de Cantinflas...Los directivos del CNE querían llegar al 28 para demostrarnos que no era posible efectuar las elecciones. Pero, más allá de una incidencia cantinflérica, para el país significa frustración, engaño, fraude moral, y pérdidas que muchos estiman por encima de los 700 millardos de bolívares, si consideramos el costo de la incertidumbre económica, política y social”13.



11 Cf. S. Caula: “Pablo o el desengaño” y Pérez Oramas: “El Bochorno”, Caracas, EL UNIVERSAL, 27/05/2000.
12 Gavarini Di Turno: “Soberanía y Humanismo”, Caracas, EL UNIVERSAL, 15/05/2000. Brassesco: “La Soberanía como coartada”; Pérez Oramas: “El Pueblo y los expertos”; Bahachille: “Rehén del Subdesarrollo”, en EL UNIVERSAL, 17/06/2000.
13 Bahachille: “La estupidez ilustrada”, Caracas, EL UNIVERSAL, 03/06/2000.

Referencias
BOUDON, R. (1974): Crisis de la sociología, Barcelona: Ed. Laia.
ZAMBRANO, M. (1988): Persona y democracia. La historia sacrificial. Barcelona: Ed. Anthropos.
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Fragmento del artículo de Samuel Hurtado: "La democracia furtiva y el falso mito de la participación". Revista INTENTO, Doctorado en Ciencias Sociales, Universidad Central de Venezuela, Caracas, n° 1, 2001: 67-69.

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