lunes, 28 de mayo de 2018

ENCLAVE POLÍTICO Y DEGLUCIÓN DE LA SOCIEDAD POR EL TAITA

ciudad y sociedad deglutidos por el poder político



¿Qué relación existe entre el capital étnico cultural y las relaciones de sociedad? 

¿Qué es lo que pasa en el fondo cultural, y no es posible otro, del colectivo venezolano? ¿Cómo interpretar la reacción de la llamada sociedad civil? En el capital cultural del colectivo no se genera la lucha por alcanzar las relaciones de sociedad. Si existe una reacción de la “sociedad civil organizada” no se resuelve  sino como enclave con el sentido de fuerte vicariedad en la que el colectivo delega absolutamente todo su esfuerzo: no asume, ni procesa, si es que se requiere algún empeño, dicha reacción10.

Sin resonancia en el colectivo, que permanece en la inercia como destino cultural, está afectada la posibilidad de la existencia de la sociedad civil. Aquí se significa ‘civil’ como asunto de hacer sociedad, que resulta  un pleonasmo necesario (De Miguel, 1997) para significar lo opuesto a sociedad natural o comunidad. En este año electoral del 2000 podemos observar tres procesos del enclave:

1)      Enclave sin efecto: la reacción de la sociedad civil organizada (SCO) comienza desde enero, días después de anunciar el día de los comicios. Dicha reacción no incide en la marcha del proceso electoral.

2)      Enclave con efecto retardado: a partir del 22 de mayo, en vísperas de los comicios, se produce una primera consulta a la sociedad civil organizada con motivo del anuncio de la inviabilidad del acto comicial.

3)       Regreso al enclave sin efecto: Reacomodada la dirigencia política oficial en la “normalidad” del proceso abortado, la segunda consulta a la sociedad civil organizada a primeros del mes de junio interrumpe su actividad sin llegar a conclusiones efectivas, por lo que regresa al proceso que se reinicia con el próximo anuncio de la nueva campaña electoral, cuyo acto comicial parece ser el 30 de junio.

Si no ocurre el ‘efecto’ podríamos decir que no existe el problema, cuando ello es el verdadero problema. Pero cuando el ‘efecto’ ocurre de un modo retardado emerge el problema en la punta de su ‘iceberg’. Vamos a quedarnos ahora en este problema de superficie; porque el problema de fondo lo hemos explicado reiteradamente en nuestras investigaciones.

La reacción caracterizada como enclave con efecto retardado no significa otra cosa que una operación de comodín cuyo resultado consiste en enmascarar el abuso del estado. Esta operación social no pertenece a la intención de los actores civiles, pero el sistema político la aprovechó para reorganizar su orden, aunque queden saldos sociales aprovechables para la reflexión y para la acumulación de experiencias  que se reciclan en la configuración de los enclaves de la acción social transformadora. La impotencia de una sociedad civil mínimamente existente además, se ciñe a la prepotencia del “sistema político” del taita que se debate en su propia ineficacia.

A medida que avanza la historia, la prepotencia del taita se manifiesta en finas relaciones invisibles de dominación, cuya acción se aproxima a la lógica del “perro del hortelano”: ni participa, ni debate, ni deja participar ni debatir al soberano (pueblo). Dicha prepotencia pasa por la capacidad de silenciar los problemas de la participación que forzosamente generan conflictos con el poder. Insistimos en que esa capacidad no se asocia a una afirmación social, sino a la inercia productiva del negativismo social: no hacer nada produce dividendos.

Los sectores que apoyaron al taita  (Hugo Chávez, cuyo mito del “maisanta” llanero quiso él revivir) en 1998 y que pretendieron participar aportando conocimientos y compromisos, se fueron desgajando del entorno del “taita” en, al menos, tres grandes bloques: los primeros fueron intelectuales, académicos, altos funcionarios, profesionales del derecho, historia y comunicación social. Los segundos expresan todo el conjunto de comandantes pares del presidente, que se alzaron con éste en los intentos de los golpes de estado del año 1992. Los terceros se vinculan con el pequeño partido Patria Para Todos (PPT); el llamado “polo patriótico”, que cada vez más capitaliza Chávez y su amorfo partido Movimiento de Quinta República (MVR), se va limpiando de aliados camino del monopolio político de la ideología patriota.

El taita no tiene capacidad de debate porque el suyo es un discurso único construido cada vez más con base en un monólogo; no admite señalamientos que no le gustan aunque les oiga, ni oposición a la que no sólo no tolera sino respecto de la cual detenta una incapacidad cultural para decir que existe. Así, por ejemplo, el Frente Militar Institucional ni es frente, ni es militar, ni es institucional: la palabra sacramentalmente mágica es eficaz, la cual priva de toda realidad a la mismísima realidad viviente. Entonces, la diatriba con que se crece el taita se orienta y ocurre a costa de los actores de las organizaciones corporativas: los representantes de la iglesia (obispos), los periodistas cuando se desmarcan con la información ‘veraz’, los directivos de FEDECAMARAS que demuestran el estancamiento de la economía, los gobernadores de la oposición... En sus inquietudes, estos actores expresan zonas de la realidad civil que denuncia el monopolio y arbitrariedad del poder del estado taita.

Importa definir lo sustantivo de la “relación de la sociedad civil” en perspectiva democrática y de la participación ciudadana. Dicha relación se encuentra en la dirección que toma la “asociación” (o sociedad) con respecto a la impugnación de los planes del estado. Para poder ver bien esta “relación” en Venezuela vamos a proceder mediante el método comparativo del modelo gregario (el taita) y el de la libertad individual (democracia).

El taita proporciona una elaboración menguada de la identidad étnica, pues la dependencia y la exclusión definen la relación del líder/masa: sólo el cascarón del símbolo del líder constituye o da sentido a la masa, es decir, ésta solo existe en esa forma vacía. En cambio, la libertad individual  otorga las condiciones de independencia y de inclusión de los actores que son protagonistas de la relación societal.
El líder no define el criterio de cada individuo, sino que únicamente coordina las iniciativas individuales para potenciarlas en la institución y en la organización, de suerte que todos participen en las ventajas de la acción común. Por tanto, el individuo puede “asociarse” produciendo el tejido social, y eso es lo normal y lo favorable para todos; pero el tejido social no es aún la “asociación”, ni la “sociedad civil”, pero si se dirige críticamente hacia o contra los proyectos del estado se desarrolla su “relación de ciudadano”.

El problema se torna  complejo cuando en las relaciones con el estado tanto el individuo como la sociedad civil no encuentran mediaciones. Sin “asociación” (sociedad) no puede constituirse o generarse la “relación de la sociedad civil”, y sin grupos intermedios como los notables y las corporaciones comunitarias, el individuo no puede establecer su “relación de ciudadano”. Sin polo de intercambio entre el estado y el colectivo, el estado se apodera de todo el colectivo monopólicamente no dejando originarse ni crecer las relaciones de ciudadanía ni de sociedad civil.

Tal es lo que ocurre en Venezuela; como excepción, sin embargo, podemos decir que si hay alguna existencia de éstas, es solo posible dentro de enclaves u organizándose como islas, desde donde se defienden de la tiranía y abusos del estado. Es entonces que la voluntad de querernos como somos y de inventarnos mediante el esfuerzo productivo puede conducirnos a un proceso de crecimiento donde el cambio cultural puede acontecer desde la cultura misma dentro de la difusión cultural y su propia perturbación (Cf. Devereux, 1975). Ello no puede acontecer desde el esquema del privilegio que brinda con exclusión el taita, sino desde la obra que ofrece con inclusión y participación el emprendedor social y el económico.

Referencias
De Miguel, A. (1996). “Sociedad civil, un pleonasmo necesario”. ABC, Madrid, 30 de noviembre.
Devereux, G. (1975). Etnopsicoanálisis complementarista. Buenos Aires: Amorrortu editores.
Hurtado, S. (2000). Élite venezolana y proyecto de modernidad. Caracas: Ediciones del Rectorado, Universidad Central de Venezuela.
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Texto tomado de Samuel Hurtado “La democracia furtiva y el falso mito de la participación”. INTENTO, Revista del Doctorado en Ciencias Sociales, Universidad Central de Venezuela, N°1: 53-75. El título es original e interpretativo para este blog, a instancias del autor.


10 Nosotros (Hurtado, 2000) hemos detectado el fenómeno y le hemos conceptuado como “enclave”. Más tarde hemos encontrado que Pérez Oramas lo conceptúa como “isla” (EL UNIVERSAL, 25/03/2000).

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