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Noria de San Nicolas Ávila, Castilla y León |
El 29 de agosto volaba a doce mil metros de altura. Veía además como el
avión se deslizaba a 1001 Km por hora. Miré alrededor de mí y observé cómo los
pasajeros se recostaban en los asientos y dormían.
Como íbamos cruzando la
noche sobre el mar, levanté por un momento la persiana de la ventanilla: al
fondo del cielo aparecía el alba. Era la primera luz del nuevo día europeo.
Entorné la persiana, cerré los ojos y encendí la imaginación. Dando vueltas a
la memoria sobre mis inquietudes, atiné con los versos de Antonio Machado:
Del mar al percepto
Del percepto al concepto
Del concepto a la idea.
¡Oh! Linda tarea:
De la idea a la mar
¡Y otra vez a empezar!
Recorrí el trayecto de mi
explicación científica sobre la realidad social y etnocultura de Venezuela. No
eran las conclusiones del conocimiento lo que me importaba ahora, sino cómo
había hecho el recorrido de tantos años (48 años) y lo seguía haciendo cada vez
con mayor precisión. Pronto me dio vueltas la imaginación según la noria del tiempo
y las cosas como si fuera un revoloteo de pájaros incandescentes.
Recordé a la mula vendada dando
vueltas a la noria que Machado describe en otro poema como imagen de las
tonteras del pensar lo idéntico identitario, hasta narcisista. Siempre dando vueltas
para llegar, siempre también, al mismo principio. Para otra vez volver a pensar
sobre lo mismo.
¿No habrá un modo de reformar
el pensamiento?
¿Y otro modo de desbaratar la
identidad del sí mismo para no volver otra vez a empezar y retornar al sí mismo
sin salida alguna?
Y ahí me puse a armar una
estructura narrativa en forma poemática de cómo había hecho y venía haciendo
progresivamente con la historia de mi investigación:
1) fijando los versos en mi
mente insomne y
2) soportando cada verso sobre la
inspiración de un autor a partir de mis visitas a una de sus publicaciones productivas.
3) en esta postura empecé a
acarrear los materiales: percepción, representación, idea, concepto,
pensamiento,
4) y después a desplegar el
juego de sus figuras retóricas con papel de bastidores: metáfora, analogía,
ensayo, poema.
5) Los autores hacían el papel
de apuntadores en ese teatro improvisado: el filósofo Richard Sennett, el
sociólogo Pierre Bourdieu, el estudioso de la ética José Antonio Marina y el
poeta Antonio Gamoneda.
Son los autores que llamé en mi
auxilio, porque mi afición científica como sociólogo y antropólogo venezolano,
venían representando los puntales de mi búsqueda conceptual para soportar mi
explicación sobre Venezuela con carácter universal, es decir, para ver lo
universal del mundo desde Venezuela. Para ello tenía que saber mucho y bien
sobre este país como base de mi visión y hasta de mi propia estima y sobre todo
de la estima del propio país venezolano.
Con tal disposición de
elementos, comenzó la tarea. Lo que me iba a salvar en el intento no era el
deseo sino la obra producida, aunque el deseo era el acicate.
En aquella bodega de la noche
en el avión dormido, a 1001 km por hora, con la persiana alzada para ver en ese
instante como avanzaba la aurora europea que venía madrugadora a nuestro
encuentro, el deseo ideado se hinchó de emoción para cristalizar el pensamiento
que se me venía encima como una representación teatral. Después el quehacer
técnico que puliría la cosecha fue arduamente trabajado en el descanso con
motivo del encuentro familiar.
De regreso al país venezolano,
el proyecto concluido no era sino un minúsculo poema rimado sobre el concepto como señal de mi
afán intelectual. Era lo suficiente para mostrar los hoyos profundos donde se
encajan las pilastras de mis percepciones, conceptos, ideas, pensamientos, y
sobre todo, en no haber caminado en una calleja sin salida (era la tentación
por agotamiento de imaginación y entendimiento) para conseguir como Antonio
Machado una salida de la noria al Campo (a la Sociedad) y haberme mantenido
entre naufragios como navegante.
Con idea de metáfora el concepto
Analogía se hace su
representación
Pide en ensayo la poética del
percepto
Sella el pensamiento en poema la
creación.
Sin imaginación no tiene vida el
concepto en el modelo explicativo de la ciencia social. Además porque para
representarnos las cosas, no podemos hacerlo sin comparación analógica, siendo
el fenómeno percibido el que reclama también nuestra sensibilidad para que sea
internalizado en la mente (y en el corazón) del investigador. Todo ese ir y
venir y volver sobre las ideas del mundo y del hombre no tendría salida sin una
puerta que exprese una episteme como un perfil del proyecto de sociedad. En
definitiva, una opción ética, es decir, la creación de mundos humanos.
Aquí hablaríamos a los hombres
y al mundo, a partir de que ellos también nos miran, nos hablan, nos perciben
cuando nosotros al pensarlos nos intervienen como interlocutores en el
encuentro, situación básica para generar el entendimiento común, nuestros mutuos
reconocimientos. La figura del poema (no hay poema sin pensamiento) nos impulsa
a reconocernos en nuestro propio pensar, y a obrar conforme a ello. El poema es
la metáfora, la mejor, de la gracia de entendernos.
Abrí los ojos. El avión
aterrizaba un día de octubre. Esta vez era de regreso en Venezuela.
Pensé:
¡¡¡Cuántas distancias hay
todavía entre nosotros en Venezuela que no nos permiten reconocernos como
sujeto social con competencia de despliegue de un proyecto común en referencia
al saber vivir juntos, y jugar con esa estima del autoreconocimiento en medio
del resto de las sociedades!!!
Nuestro propósito es, lejos ‘de
la idea a la mar’ para volver siempre a empezar, construir la Puerta al Campo,
es decir, que en Venezuela aprendamos la capacidad de darnos una norma que
implique la responsabilidad de cumplirla para saber a qué atenernos todos: este
proceso de realidad es lo que representa el verdadero acuerdo social (de
sociedad).
Objección:
-¡¡Pero hacer sociedad con los
acuerdos cuesta trabajo e incomodidad!!
-Todo lo bueno y correcto para
obtener ventajas para todos y con garantía necesita invertir recursos y
trabajo.
-¿Y si al final inventamos el
populismo para autoengañarnos y vivir a gusto?
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Notas
(1) Los
autores apuntadores de cada verso en orden de exposición.
-Sennett, R. (19829. La autoridad. Ed.
Alianza, pp. 72-73.
-Bourdieu, P. y otros (2011): El oficio del
sociólogo. Siglo XXI, pp.79-83.
-Marina, J. M. (2006): Los sueños de la
razón. Anagrama, p. 9.
-Gamoneda, A. (2009): Un armario lleno de
sombras. Galaxia Gutenberg, pp. 229 y 236.
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(2) La idea ocurrida en el
avión de Conviasa: Caracas – Madrid, se inicia su refinamiento retórico en la
ciudad de Valladolid el día 3 de septiembre. La inspiración del poema de
Antonio Machado se lleva a cabo a partir del ensayo de Juan David García Bacca:
“Leer, entender, pensar”. En Estudios y ensayos (III), Caracas: Fundación para
la Cultura Urbana, 2009. El acicate originario procede de José Antonio Marina:
El laberinto sentimental. Anagrama, 2004.
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