Después del cañonazo y el abrazo
a la mamá, comenzó el año nuevo feliz pero doloroso con la preocupación de la
salvación de Venezuela. La inseguridad, las colas en los supermercados, el
cerco al país con la mengua de las divisas, y el ciudadano convertido en
súbdito del estado, hace de él una víctima del poder dominador. Prosiguen,
pues, los deseos de una Salvación Dolorosa con que titulamos el soneto de
Gamoneda, sigue el Corifeo proclamando La Víctima y La Compasión Salvadora, y
concluye la investigación con La Cultura no se Coloniza, es decir, no podrá ser
dominada el ser social en su particularidad y ello representa una reserva salvadora para el pueblo venezolano.
SALVACIÓN DOLOROSA
Propongo mi cabeza atormentada
por la sed y la tumba. Yo quería
despedir un sonido de alegría;
quizá suena a materia desollada.
Me justifico en el dolor. No hay
nada;
yo no encuentro en mis huesos
cobardía.
En mi canto se invierte la
agonía;
es un caso de luz incorporada.
Propongo mi cabeza por si
hubiera
necesidad de soportar un rayo.
No hablo por mí solo. Digo, juro
que la belleza es necesaria.
Muera
lo que deba morir; lo que me
callo.
No toques, Dios, mi corazón
impuro.
Antonio GAMONEDA: De
“Sublevación inmóvil”. Antología poética,
Alianza, Madrid, 2008, 71.
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