Palencia: Torre de San Miguel |
Y,
sin embargo, sé
que
algo más grande y más real que yo
hay
en mí, va en mis huesos:
Tierra
incansable,
firma
la
paz que sabes.
Danos
nuestra
existencia a
nosotros
mismos.
Antonio
Gamoneda: “Después de veinte años” (fragmento). Blues Castellanos. En Antología Poética Alianza editorial, Madrid,
2008, 88.
Tuve que llegar a Venezuela, en el oriente del país,
para encontrarme con el caserío de La
Palencia. De la sorpresa geográfica me sobrevino el asombro de su por qué
en este lugar, lo que me llevó azarosamente a su significado. Del significado
me fui con mi imaginación de afectos a vivir mis conjeturas a mi ciudad de
Palencia sobre el río Carrión y su alfoz de la Nava.
Mis informaciones previas me dicen que la ciudad de
Palencia fue sitiada y conquistada por Pompeyo, general romano. Como ciudad
romana aquel poblado vacceo (tribu
celta), se llamaría Pallantia, en
dedicación a la diosa griega Palas Atenea. Es la interpretación tradicional.
Así se explicaría por qué el nombre gentilicio de palentino tiene ese sabor de refinación neologista, y no el del
romance (latín vulgar) de palenciano.
Sin embargo, si nos atenemos a la toponimia de la
región podemos escuchar otros vocablos similares. Al lado de Palencia se halla Palenzuela,
Valencia (del Rey Don Juan), Plasencia, y otros nombres semejantes en el norte
de Portugal. Como ejemplo paralelo tenemos también otra constelación de
toponímicos en la región: Miranda (de Ebro), Aranda (de Duero), Peñaranda (de
Bracamonte). También obtenemos el uso del vocablo toponímico de la Nava: aparte
de su uso en la comarca de Palencia, tenemos en otras provincias a
Navalcarnero, Nava del Rey, Navas del Marqués. Todo ello nos puede indicar un
sustrato de significaciones regionales pre-romanas en la península ibérica.
En trabajo de campo como sociólogo y antropólogo en
Venezuela me tocó ir a la población de La Palencia. Me informo allí, que
también existe Palencia Vieja y el Cerro La Palencia ¿Por qué este vocablo en una región tan
apartada en el oriente venezolano? La Palencia se ubica en la carretera que va
del estado Sucre al estado Monagas, en pleno valle del río San Juan, el más
importante de los ríos que desemboca en el golfo de Paria, golfo que navegó
Colón cuando llegó a las bocas del río Orinoco. Un historiador venezolano,
Simón Sáez Mérida, originario de Maturín, capital del estado Monagas, me
refiere que en el oriente de Venezuela la
palencia significa un lugar boscoso, húmedo, lleno de umbría, de mayores
dimensiones que el soto y la alameda.
¿Cómo atributivamente pensar con este concepto de la palencia en la comarca de Tierra de
Campos hoy (dentro de la Comunidad de Castilla y León), y especialmente en
torno de la ciudad de Palencia, que es como la capital de dicha comarca? La
posibilidad de dicho pensamiento puede que esté vinculado con el concepto de la nava. La nava es un vocablo vacceo
(celta) que indica una planicie encharcada donde la yerba o grama apenas
despunta sobre la superficie del agua. Tal concepto de la nava lo obtuve de un
texto de crítica literaria. El autor comparaba a los poetas Jorge Marique y
Jorge Guillén, uno de Paredes de Nava, de la comarca de la ciudad de Palencia y
otro de la ciudad de Valladolid, vecina de Palencia y sobre el río Pisuerga. El
crítico se preguntaba cómo en el poeta de las Coplas, donde “nuestras vidas son
los ríos que van a dar a la mar”, esas aguas no iban a ningún río ni a dar a la
mar sino a la nava, concebida como una laguna interior.
Geográficamente la ciudad de Palencia, sobre el río
Carrión, se sitúa en los términos contiguos a la laguna llamada de la Nava.
Técnicamente este lugar no es una laguna sino un humedal, que recoge las aguas
subterráneas que afluyen de la meseta y páramos de gran parte de Tierra de
Campos. Cómo extrañarnos de que las poblaciones que se ubican en torno a dicho
humedal recojan en su toponimia del romance castellano el concepto de la Palencia como son Villaumbroso,
Villaumbrales, Fuentes de Nava, Paredes de Nava. Entre Pallantia y Lacobrígida
(Carrión de los Condes) se encontraba la ciudad de Intercacia (Interquercus,
entre encinas) que parece que estaba situada en el páramo de Paredes de Nava.
Estrabón, geógrafo e historiador romano del siglo I,
cuenta que la península ibérica en tiempos de la conquista romana, estaba tan
tupida de vegetación que una ardilla podía subir de rama en rama sin tocar
tierra desde Cádiz a Cantabria. Los alrededores del humedal de La Nava serían
realmente boscosos de encinas y chopos, húmedos con fuentes dispersas por el
campo y charcos), y, por lo tanto, umbrosos y sombreados con abundante humus.
La toponimia de las poblaciones podía corresponderse con la experiencia ecológica,
ya sean vocablos latinos como Intercacia, romanceados como Villaumbroso y
Villaumbrales, ya indígenas vácceos
como Palencia y los especificados con la ubicación de la Nava: Fuentes de Nava
y Paredes de Nava.
La geografía ecológica actual dista mucho de la
propuesta: está más cerca de un país semiárido que de un paraje umbroso y
húmedo. En tiempos visigóticos parece que se mantenía el paraje fértil, porque
el segundo en el mando de los visigodos tenía su centro de dominio en Palencia
y lo extendía a toda la Tierra de Campos, llamada entones Campos Góticos. La
historia militar y económica cambia su destino en los siglos de la reconquista
del territorio frente a los moros. Camino del río Duero donde se marca la
frontera de la primera gran lucha, el control de Tierra de Campos significaba
tener una retaguardia garantizada. Así Tierra de Campos estuvo expuesta a quedar
muchas veces como tierra de nadie, aun peor, de tierra del enemigo. Se sabe que
las estrategias de moros y cristianos eran las de una guerra de desgaste que
los sufría la ecología y su destrozo: tala de bosques, rebaños trashumantes con
privilegio de mesta, correrías y saqueos, asaltos y pillajes.
Más tarde, al final de la reconquista, el emporio de
Castilla se desvió hacia la profundización del sistema agrícola con base en el
arado, la hoz y el trillo. Como granero del Reino con vocación de imperio,
Campos al final se derrumba ecológicamente, y no lo remedia ni siquiera el
famoso Canal de Castilla con sus diques y dársenas, construido por la
ingeniería del siglo XIX. En breve, guerras de conquista y reconquista,
ganadería privilegiada a costa de la agricultura, y sobre todo, la agricultura
de arado, han transformado La Palencia
de Tierra de Campos en un paisaje de secano. La frontera agrícola culminada
termina al fin con la liquidación de toda reserva ecológica para la reposición
de bosques y de aguas.
Queda como testigo el humedal geológico pero ya sin la
imaginación cultural de ser un lugar boscoso de encinas y sin su diseño de
charcas y manantiales que recreaban la tierra con el humus para la regeneración
agrícola. También nos quedó el balbuceo de los toponímicos de las poblaciones
circundantes del humedal, donde La Palencia y La Nava resisten para que nos
demos a la conjetura de un lenguaje celta perdido. Pero también encontramos ese
balbuceo de imaginación reproducida en las poblaciones de La Palencia y
Palencia Vieja junto con el Cerro La Palencia en el estado Sucre de la
República de Venezuela. Aquí las tierras permanecen anegadizas debido a la
dificultad de drenaje por encontrarse cerca y casi a nivel del mar en el valle
de San Bonifacio sobre el río San Juan; valle lleno de calor y humedad de la
atmósfera del Caribe, de selvas y verdor tropicales, característicos de la provincia
venezolana. El colmo de los avatares es que nuestra vida y experiencia de
estudio socio-antropológico por tierras venezolanas nos permitió el hallazgo de
una posible clave interpretativa en torno al vocablo de La Palencia. Así como
en torno al por qué de una constelación de toponímicos asociados tanto al
significado como a la geografía alrededor del humedal de La Nava en el corazón
de la Comunidad de Castilla y León.
En conclusión, proponemos que el vocablo que
identifica la ciudad de Palencia (en Castilla y León) no tiene origen en el
nombre griego de la diosa Palas Atenea, sino que es un vocablo vácceo (tribu celta), reelaborado a
través del tiempo en las voces del romance castellano, en la mejor tradición
greco-romana.
Catedral de Palencia con cripta visigótica |
Caracas, 28 de abril de 1991.
Reelaborado y con nueva información el 16 de abril de
2014.
Publicado en Imágenes
de Villorido, 1 de junio de 2014.
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