Suenan remotísimos los ríos, tropezando con las rocas
desgreñadas.
Lenguaje arisco fabulando por el bosque indecible.
Navego por sueños de aguas poderosas.
Como pino de cerros somorgujo mi cabellera verde.
Dulces mis manos alzadas tocan las estrellas.
Mis pies sienten el beso postrero de la bajamar.
Por los campos carmines del crepúsculo,
umbrosos desaparecen los caminos,
cuando las riberas se difuminan en la noche,
y se vuelven las aguas espesas,
oxidadas de vaticinios suicidas.
Hoy ha sucumbido la ilusión -grité-
con pesadumbre,
azogadas de olvido como el Leteo
que a su vez detienen los sinos irrefragables.
Seguí soñando…..navegaba solo…
Grité a las riberas, como grita el río en las rocas,
navegaba solo.
Hacia atrás contemplé la corriente columpiando
reflejos en agonía,
y navegaba solo
solo
Con la sombra del río
socavando ensueños detenidos en sus olas de fantasmas.
Y navegaba solo con el tremor de mi ser
rompiéndose
con los huesos bajo estridencias balbucientes.
Mi falucho
desencajado
bogaba una pleamar de espectros.
Con fauces mostrencas,
el río maltrecho,
engullía en su vientre de tigre del bosque
a náufragos inciertos.
Navegante, mi ser se sobrepujó, aún
la barcaza turgente de sueños
en zigzag
zozobrando
por la sombra del río.
Publicado en Imágenes de Villorido Salamanca 21 de noviembre de 1965.
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