Compañero latente. Amigo acogedor
a la fatiga. Savia en habitualidad
de gozo selecto.
Rescoldo íntimo para el quehacer grato.
Nido de torcaces, ensortijados,
y siempre abiertos
en tu cabellera.
Coto sagrado, sabrosamente eterno,
con pomas del paraíso.
Cierzo, cada atardecer, por los jardines de la ciudad
y de la inteligencia.
Fronda escarchada para
nuestra alegría. Señor de los campos. Enciendes
apetitoso la sazón en las semillas
y en el ingenio tras la nieve; y al exhalar nuestro vaho
haces que sepamos a laboreo de bueyes nuevos
desmontando, en nosotros mismos,
nuestra tierra negra. Hombre vegetal:
más vegetales
aún tus resinas de luz y elegancias...
Árbol navideño,
prosperidad de la dicha.
Salamanca, navidad 1965
Publicado en Imágenes de Villorido
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