viernes, 8 de octubre de 2010

Música y Geología


Entrando en el otoño madrileño y su experiencia de comienzos del frío, de la luminosidad dorada y del cielo carmín verperal.

Habrá un rumor eterno
hecho de hojas de oro,
de hojas que azota el viento,
en la avenida del otoño.
Como un recuerdo viejo
hecho leyenda a mis ojos.

Yo voy cantando a los campos
teñidos de cielo rojo,
cargados de ecos silvestres
que arranca el cierzo a los chopos.

La tierra está despeinada
con fríos cerros redondos:
geología desnuda
de los serrijones rotos.
La tarde se ha levantado
yerta con su ser de polvo,
sacudida en torbellinos
con los áureos despojos.

Habrá un rumor eterno
hecho de hojas de oro,
cuando el céfiro silba
en los álamos y chopos
y suena un idilio blando
como música de arroyo
- la música mañanera
que siempre llevo a los hombros-.

El viento de hoy no azota
ya a la tarde y al olmo,
- la roja tarde carmín
que tinta amor al otoño-.

Habrá un rumor eterno
eco del último cosmos:
y el devenir, como un silbo
es del infinito soplo
que dan las esferas últimas
en su retorno sonoro.

Es el otoño de la música,
del cierzo y de los chopos:
cuando está la tarde en éxtasis
y caen las hojas de oro.




Hortaleza (Madrid). Publicado en Imágenes de Villorido.
5 de noviembre de 1962

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