ADMONICIÓN:
El hombre inicia su despegue de vida desde
su ansia. Ésta no tiene límites y puede irse al infinito mundo (y al de Dios
también si quiere su libertad). Esto ocurre en momentos críticos cuando el
ansia se funde con la vida, y ésta desemboca en el desfondaje de las ganas. Los
poetas lo llaman entusiasmo (=endiosamiento, del griego); los místicos, unión
con Dios desde la nada (anonadamiento, del latín); los antropólogos lo dicen mito (el detector del sentido); los
teólogos, lo nombran misterio (la maravilla de la fe).
El mayor endiosamiento, el más preciso
anonadamiento, el mito de sentido más incondicional, el misterio más
maravilloso, que imaginación puede fantasear y pensamiento intuir es el hecho de la iniciativa de un Dios que se
hace y se revela con la medida de la carne humana. Así entra como signo
necesitado de ir a su significación por parte de la libertad humana y así ésta se
introduzca en la profundidad divinal
para participar del proyecto de Dios con respecto al hombre: que éste asuma las
cualidades análogas a las de Dios mismo.
Dicho proyecto parece que está sembrado por el mismo Dios en la ansia
imaginaria con que el hombre puede pensarse “a imagen y semejanza de Dios”
(Génesis, 1: 26).
El poeta Antonio Gamoneda atisba que Dios
viene al encuentro del hombre, y lo prepara acudiendo a los motivos humanos: el
del silencio, el sueño, la espera, el corazón, el pensamiento, la querencia y
la canción. Este escenario es propicio para que brote el mito o misterio del
sentido maravilloso. La figura retórica del soneto se encarga de los signos y
su significado:
Como la
tierra silenciosa espera
un labrador,
apasionadamente,
así. Ya
tengo el corazón caliente
de esperar
bajo el sol a que Dios quiera.
A que quiera
venir. Si Dios viniera,
si viniera
Él aquí, si de repente…
¿Por qué
pensaré en Dios tan dulcemente
cuando tengo
en la vida quien me quiera?
Y me pongo a
soñar, y se me llena
de sueño el
corazón, y me parece
que cantan
sobre mí. Pura, serena,
gira la
tierra lenta del verano.
Desde la
gana de vivir me crece
un ansia de
llamar a Dios hermano.
Antonio Gamoneda: De “Sublevación Inmóvil”
(II).
En Edad. Madrid: Ediciones Cátedra, 1987, p. 124
(Edición de Miguel Casado).
COLOFÓN:
Quizás el poeta está invitando al hombre a
colaborar con la iniciativa de Dios, para que, a partir del ansia humana,
necesite Dios mismo involucrarse en su propia obra creada libre y en este caso
participar en nuestra ansia de CÓMO GANARLE A LA VIDA VENEZOLANA, cuya carga
energética sentimental está siempre reculando hacia atrás con su cultura del
negativismo social.
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