FLORES DEL DÍA DE LA MADRE
Por eso en esta noche, mientras pasa la fiesta
y en la última uva liba la última gota
del año que se aleja,
pienso en que tienes todavía, madre,
retazos de carbón en la cabeza
y ojos tan bellos que por mí regaron
su clara pleamar en sus ojeras
y manos pulcras y esbeltez de talle,
donde hay la gracia de la espiga nueva,
que eres hermosa, madre, todavía,
y yo estoy loco por estar de vuelta,
porque tú eres la gloria de mis años
y no quiero volver cuando estés vieja…
Andrés Eloy BLANCO: Las uvas del tiempo,
en Los
Mejores Versos, Cuadernos de Poesía, 22.
Dice la leyenda que Dios dispuso enviar un
ángel a la tierra. Éste se resistió diciendo que no quería tal destino, pues
consideraba a la tierra como un lugar de sufrimientos y penurias.
-¿Qué voy a poder encontrar allí que siquiera
se asemeje en algo al cielo?, le dijo el ángel a Dios.
A lo cual Dios le repuso animándolo:
-Encontrarás una figura que no tenemos en el
cielo y que te hará muy feliz.
-¿Qué será? Preguntó el ángel.
Dios le contestó:
-La madre.
Entonces el ángel obedeció de inmediato a Dios
porque quiso saber cómo era esa figura tan hermosamente descrita por Dios y por
Él creada en la tierra.
………
Cuando el ángel
llegó a Venezuela, encontró que lo que significaba la madre en este país era de
una riqueza tan profunda que optó por permanecer aquí un tiempo lo
suficientemente prolongado para observar el hecho en toda su magnitud. Si en
los países que colindan con el mar mediterráneo había visto a la madre como una
generala que disponía autocráticamente del orden de la familia; en los países
que colindan con el mar caribe, y se fijó especialmente en Venezuela, la figura
de la madre representaba una diosa que disponía tan divinalmente del orden de
la familia, que el consentimiento tan emotivo que infundía, pudiera parecerse
al orden de algún cielo. Le recordó a Dios y su promesa. Hasta casi podía
decir: como Dios lo es todo en el cielo, la madre lo es todo en la tierra
venezolana.
[Tomado del libro de Hurtado: Elogios y Miserias de la Familia en Venezuela, La Espada Rota, Caracas, 2011, 54
y 55]
CORIFEO
Seguro que en enero
el colectivo venezolano ha vivido, pero sin pensarlo, la fiesta cultural de la
madre, iniciada con el sonido del cañonazo al toque de las 12 horas de
medianoche del 31 de diciembre. Los mitos regresan siempre a su debido tiempo y
son eficaces en historias vivientes. Así ocurre con la fiesta de la madre en
Venezuela. Tal podemos imaginarnos lo que pasa en la tierra como si ya
estuviéramos en el cielo. Casi como decir de Venezuela al cielo.
La cosa al parecer
no es tan sencilla. Todo lo más que podemos decir es: imaginarnos las espaldas
con la bóveda del cielo. Y eso si lo tomamos como un ideal para orientarnos a
ver qué hacemos con las cosas de la tierra. No todos los pueblos las hacen del
mismo modo. Además creyendo que edifican el cielo, lo que provocan son
infiernos de guerras, hambres, conflictos sin cuento, irresponsabilidades,
manipulaciones, engaños, hasta se auto-engañan a sí mismos. Hay un hecho que
como un panóptico nos puede decir cómo una sociedad se organiza para trabajar
las cosas de la tierra: el complejo de edipo.
Si observamos cómo
se juega con él, se ve a veces como una tragedia, otras como una farsa, pensada sin embargo como seria. No se
puede jugar impasiblemente con las figuras de la familia, donde unas son
adorables y las otras condenables. Según juegan los griegos, el edipo trágico
facilita mejor la tarea de hacerse una sociedad, frente a como juegan los
venezolanos, cuyo edipo farsesco la dificulta.
Veámoslo
comparativamente en el siguiente cuadro del blog.
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