domingo, 26 de mayo de 2024

AUTOBIOGRAFÍA Y PROYECTO. JUSTA DEL 14 ANIVERSARIO

 

corro y torre de San Juan (Paredes de Nava)

 

Mes de mayo, mes de aniversario del blog. El aliciente lo alimenta el motivo de la justa que implica una celebración. Este año ocurre la publicación del libro BAJO LA ENSEÑA DE MI PADRE. Un antropólogo en la vía de la fe y la ciencia. Al fin se ha expresado el proyecto de vida en los quehaceres de la  misma vida. Todo comienza en el lugar de la etnicidad inicial: en el corro presidido por una de las torres del pueblo. Ventana y puerta se ven entre la arboleda que adorna el monumento a la madre de Sanmartin, libertador de Argentina. Después echa a correr la vida como un río según el poeta del pueblo Jorge Manrique, impegnado del arte del Renacimiento de los pintores y escultores del pueblo, los Berruguete, discípulos de Miguel Angel Buonarroti.  El libro muestra que esa carga estética hace converger la fe y la ciencia y darles sentido con fundamento científico. 

El resumen del libro presenta ya la autogiografía como objetivo etnográfico. El autor se coloca ante su memoria y como su espejo, siente  la figura del padre asociada a su tiempo de fe católica; ambos marcos le impulsan a enfrentar a la gente real y cómo organizarla en los barrios de Caracas. El salto a Venezuela se le macera como remanso: su vida en el barrio marginal signó otro comenzar que se curtió como tema universal al pensarse desde la vida en la universidad. Conceptos como matrisocialidad, modelos de análisis tricotómicos, las obras sobre el mito y la historia  venezolanos le llevan a un empeño de pensamiento y valentía sobre el país. Mientras, la fe asiste entre bastidores a sus obras de ciencia y a su desvelo de hacer sociedad en Venezuela    

Más tarde se encuentra un addenda breve con metódica científica y en forma de monición.  Se trata de indicar el sentido del argumento del texto para que el lector lea con ojos de la tierra lo que subyace o se sobrepone, como quiera, a los movimientos del cielo o lo invisible de los datos de la fe. Pasos metódicos:

1) El subtítulo de Tiempo de la fe tiene el rol indicativo de la tematización; es el que da la entrada del argumento y expresa el modelo genérico: lo que se va a trabajar y cuyo territorio debe ubicar el punto de vista o principio a priori. No se expone un tratado teórico de la fe, sino sus referencias vivenciales como fidelidad a Jesús, el diputado o ungido de Dios que está presente como defensor de la realidad humana.  

2) La demostración de la fe (fidelidad) se hace sub specie scientiae como modelo específico. La fe toma carne (encarna) de realidad humana en el dato a posteriori vivido sensiblemente en la actividad científica del  sujeto-objeto de la fe, el autor del texto.

3) Para mostrar la ilación sustancial de reversa de los datos a posteriori hacia los datos a priori, se alude a momentos de la fe y a escenas de aplicación analógica de la vida o práctica de Jesús de Nazaret con el objetivo esencial de tener presente el tema del que estamos tratando, pero también para decir que cuando uno lleva a cabo sus actos de vida, éstos son la encarnación de la fe que lo guía y da sentido, y que es metódicamente justificable hacer referencia (conciencia) al fundamento último de la vida como proyecto que es la fe en Cristo Jesús.

4) Para reafirmar y mostrar en síntesis conclusivas las aplicaciones dispersas en el relato de los datos a posteriori y su sentido metódico, se remansa la interpretación demostrativa en el acápite último (XX) y en la conclusión. Las obras del quehacer de la vida son las que demuestran la obra radical de la fe, obras en la afectación trasformadora de la vida del alumnado y obras científicas en torno al país venezolano, objeto de la misión de la fe. En breve, los datos a posteriori son hechos de vida construidos conceptualmente que explican al mostrarse el principio del dato de la fe.

5) Conclusivo: ¿Cómo hubiera sido construido el argumento y la redacción del texto si el tema de entrada hubiera sido o fuera la ciencia expuesta sub specie fidei?… Se deja a la imaginación del lector el vuelco en la colocación situada de los datos. Pudiéramos fabricar un lector in scientiis fidei, en el que la consideración de la ciencia en términos del lente de la fe ocupara un lugar sagrado o teologúmeno, justificado por la razón de la fe (Guardini, 1958) y su misterio del tiempo (Mouroux, 1965).

Referencias:

Guardini, Romano (1958). El ocaso de la edad moderna. 

    Un intento de orientación. Madrid: Guadarrama.

Mouroux, Jean (1965). El misterio del tiempo. 

    Barcelona: Estela.

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Proyecto y autobiografía

Como el proyecto es una irrealidad que soporta el sentido de la autobiografía, cabe aquí en la justa de aniversario complementar lo que es un proyecto como un recurso básico para dar cuenta de la historia de una vida y sus propósitos en los quehaceres de ella

Un proyecto es una idea, una irrealidad, a la que una vez constituida, dejamos que nos impulse, nos guíe, nos sugiera o nos obligue a invertir en ella tiempo, recursos, atenciones. Un proyecto dista de ser una utopía, o un plan, programa o diseño. Es una pauta que ayuda a buscar metas, planes, a encontrar objetos, a lograr cumplirlos, y a inspirar ocurrencias que desarrollen la creatividad y la creación de lo proyectado. Es un pro, un adelanto que nos proponemos de lo que vamos a hacer, esto es, un favor o protección que nos damos por adelantado. 

La utopía no exige inversión de tiempo, ni de inversión otra, porque no está orientada al quehacer de la acción, ni a transformar laboriosamente la realidad; obliga a permanecer en una espera trascendente, en una contemplación que pudiera indirectamente desencadenar una eclosión social, pero no la pretende porque no emplea las racionalidades o recursos que la procurarían. En la utopía no se encuentra el deseo de actuar por parte del sujeto que la porta, sino que éste espera que la acción venga de fuera, que sea trascendente. 

En el proyecto hay control de la acción, en la utopía no. Pero antes de entregar el control al proyecto, hubo posibilidades de elección, y, después, aún bajo las pautas del control proyectivo, el sujeto conserva su libertad en la conducción misma del proyecto, en el fondo del cual se expresan sus gustos, sus emociones, sus luchas y negociaciones, es decir, las expectativas de una creación de realidad, de mundo, y esto le hace al proyecto diferenciarse también del plan, del programa, del diseño. 

Éstos proceden de una representación descriptiva que explicita una guía o procedimiento para obtener un objetivo o realizar una tarea. El proyecto es anterior a estos procedimientos, pues antes hay que saber lo que se va a hacer, y entonces comenzamos a imaginarnos cosas, y a ponerlas delante de nosotros, y así hacerlas problemas, crearlas como objetos. Plantear un problema es un acto creador de realidad. Ya el mismo proyecto es una misma invención como problema de realidad, de mundo a ver y crear. Hacer un proyecto es crear, y específicamente con ello, crearse problemas. Pero también el cómo se formula el proyecto es una demostración (previa, y también posterior) de la acción proyectada y emprendida. 

He aquí, cómo de la formulación del problema al emprendimiento de su acción resolutiva, tiene lugar la gestación del proyecto. 

En nuestras investigaciones de la organización social venezolana, encontramos que la existencia de lo público presenta verdaderas dificultades en las representaciones colectivas. Si decimos como conclusión desganada que lo público es un problema, puede inspirarnos un proyecto de investigación si lo canalizamos en una teoría en cuanto una pretensión de su explicación.

CODA: a diferencia del plan, programa, idea al aire u ocurrencia, que se asocian con lo artesanal y el conocimiento (no epistémico), el proyecto participa, se resuelve como un arte, un concepto, porque se vincula con el pensamiento, esto es, con una episteme productora de pensamiento.    


EN LA ENCRUCIJADA DEL INCONSCIENTE Y EL MITO (II)

 

Caracas como un laberinto de comunicación

                    Operación del sentido y análisis del inconsciente 

                                        sociologizado 

El problema se hunde en el laberinto que se presenta en la inspección del inconsciente donde se activan todos los detalles emocionales, del lenguaje, de los rasgos de personalidad. Entran aquí también los lapsus del psicoanalista que debe atender más a su insight, que a la crítica que se puede realizar contra él. Porque se añade la incapacidad de los no analizados para detectar los escotomas o fallas en su crítica. La comprensión del inconsciente de los otros puede llevarse a cabo pero tendrán la dificultad de no tener la experiencia del psicoanalizado.

La medida de las relaciones interpersonales en perspectiva psico-analítica encuentra una tarea ardua en su argumentación, que no va a ser objeto de este estudio. Devereux se aplica a ello para mostrar su rentabilidad, pero lo procura con el modelo de la psicoterapia, incluyendo en ello la operatividad más que el desarrollo técnico social. “Nada es científicamente relevante salvo la especificación exacta de las operaciones por medio de las cuales puede obtener información acerca del inconsciente cualquier científico razonablemente serio. El único objetivo es aquí el análisis operacional de los medios por los que –y el modo en que— el inconsciente  se hace accesible al observador” (Devereux, 1989b: 357). Ni que funja el inconsciente de variable independiente, ni que el argumento del escotoma se presente como un defecto real en el observador, ni argumentar que la técnica psicoanalítica crea los fenómenos para después explicarlos, resuelven el problema.

Colocar al inconsciente como un constructo nos lleva a permanecer en el nivel de las abstracciones, el defecto del escotoma puede ser técnicamente observable, y la objeción de la creación fenoménica resulta justificada pero no salimos de la actividad del inconsciente del que crea y se da su resultado, parecido al dicho de ‘cobra y se da el vuelto’: el asunto termina siendo autorreferencial o musicalmente el motete termina al unísono. Se trata de ponerle coto a la tentación de caer en la fantasía, de defender cualquier teoría sustantiva o de crear adeptos a la doctrina y talante freudianos. Al final de tales preocupaciones se muestra “que los datos más característicos de todas las ciencias del comportamiento son fenómenos desencadenados por la misma observación”… “en los datos de la ciencia de la conducta entran también las percepciones del observador, aunque estas percepciones apenas hayan sido aprovechadas, porque el deslinde entre observador y sujeto se hacía pasar ‘allá fuera’, lo más lejos posible del observador. En psicoanálisis, las observaciones más relevantes del observador están –como las de Einstein— ‘acá dentro’, y por lo menos ‘en’ la psique del observador, y aún en cierto sentido ‘dentro’ de ella” (Devereux, 1989b: 358).      

Lo que las ciencias de la conducta tratan de esconder, y aún a aborrecer, como son las consecuencias que le trae al analista su aparato de percepción, en psicoanálisis resulta elemental como proceso primario de la ciencia. Desde dicho proceso el psicoanalista pretender ver todas y cada una de los resquicios que surgen en el sujeto (paciente, analizado), y es por esto que el psicoanálisis se convierte en la ciencia paradigmática de la conducta. La creación del fenómeno comienza en la invención del mismo de acuerdo a la perturbación causada, como preveniente, por el sujeto psicoanalista impactada en su interior o dentro del sí,  y es desde aquí que éste estudia todas las percepciones que le vienen del observado. “Entiende a su paciente psicoanalíticamente sólo hasta donde entiende los trastornos que su paciente causa dentro de él”…“Esta apreciación es epistemológicamente capital. La perturbación se produce ‘dentro’ del observador, y entonces la siente como el estímulo verdadero y la trata como el dato relevante. Es lógicamente lícito decir que es a esta –y sólo a esta— perturbación a la que reacciona el observador diciendo ‘y esto percibo’” (Devereux, 1989b: 361).

La perturbación del observador se resuelve como un enunciado por sí mismo, enunciado que ocurre acerca del enunciado del observado. Como tal es un enunciado objetivo, como reacción al enunciado racional del observado, aunque aquél pareciera irracional y subjetivista. “Es evidente que muchos científicos de la conducta tratan ‘lo subjetivo’ como una causa de error sistemático, mientras que el psicoanalista lo trata como su principal fuente de información, simplemente porque su análisis didáctico lo capacitó para tolerar tales informaciones subjetivas” (Devereux, 1989b: 361). La operación de acceder al inconsciente tiene varias tomas para su visión: 1) es cierto que la experiencia psicoanalítica crea el fenómeno al provocarlo desde dentro de la percepción del observador. La transferencia tiene aquí un papel crucial, porque incita al observado a descubrir y aún a inventar parecidos entre el análisis y la vida cotidiana; 2) el observador comunica información a otro, como información ‘pública’, pues, para diferenciarla de su privacidad personal, y al hacerlo de cara al otro, previenen no sólo la intención de comunicar, sino también la no-intención, que se expresa como información no sabida y que permite colar información como contenido del inconsciente; 3) como dato también diádico, se producen revelaciones del inconsciente del observado, que proporcionan datos en el observador que éste no necesita rebuscar ‘dentro’ de sí; lo que supone que esos datos se originan ‘más allá’, en el adentro del observado. La posibilidad de esta contratransferencia demuestra la similitud del inconsciente del observador y el observado, que en toda observación está presente la conciencia de los sujetos, y que se puede analizar el inconsciente del observado precisamente porque la cercanía y el parecido con el inconsciente del observador están presentes como datos fundamentales.

En suma, de acuerdo a los marcos analíticos que hemos colocado, el significado de la operación atribuido al inconsciente, se muestra, pues, en el eco o resonancia entre un inconsciente y otro, los del observador y del observado. Es cuando decimos, en el trayecto de las percepciones mutuas, ‘claro, que nos entendemos’, a pesar de los escotomas interdictos, de los inventos imaginarios del fenómeno, y de las revelaciones involuntarias. Las inspecciones se producen como asuntos de operaciones simples, pero cuando la red operacional se complica aunque sólo sea como diádica, el problema es mayor; se torna de un modo terminal cuando la red es relativa a la observación de un colectivo. Entonces, el significado operacional se nutre con “las voces de la imaginación colectiva” (Laplantine, 1977), esperando que sea verdad la comparación y lo mensurable de las subjetividades consideradas en el inconsciente[1].

El etnopsicoanálisis, como ejercicio operacional tiene que ver con esa complejidad que afecta de un modo esencial por amplificación, al observador. Entonces la inspección entra a jugar con las diversas técnicas que hacen posible la comunicación como vertiente panóptica, a su vez posible gracias a la comparación de las culturas y a la universalidad del inconsciente (Laplantine, 1977 y 1979). Con la capacidad de individualizar su medida de acción mental, en términos psíquicos, el etnopsicoanálisis se las juega en los juicios en el acto del observador (Devereux, 1975). “Cuando se emplea debidamente, la ‘inspección’ es la única operación o intervención psicoanalítica genuina, y las modificaciones que ocasiona esta inspección en el sujeto inspeccionado son modificaciones terapéuticas. El denominador común de todos los fenómenos psicológicos creados por la inspección es el insight; es esa conciencia de sí (self-awarness) sin la cual no tiene sentido la teoría de la ciencia de la conducta. El psicoanálisis, tanto en calidad de investigación como de terapia, trata de obtener efectos máximos mediante intervenciones en apariencia mínima” (Devereux, 1989b: 373).

Bibliografía

Devereux, Georg (1975). Etnopsicoanálisis complementarista.

Buenos Aires: Amorrortu.

Devereux, Georg (1989b). De la ansiedad al método en las

ciencias del comportamiento. México: Siglo XXI, 5ª

edición

Laplantine, Francois (1977). Las voces de la imaginación

colectiva. Barcelona: Granica.

Laplantine, Francois (1979). Introducción a la etnopsiquiatría.

Barcelona: Gedisa.

Lévi-Strauss, Claude (1971). “Introducción a la obra de

Marcel Mauss”. En M. Mauss, Sociología y antropología.

Madrid: Tecnos, 13-42.   

 



[1] El  peligro trágico que acecha siempre al etnógrafo, metido en esta labor de identificación, es el de ser víctima de un malentendido, es decir, que la comprensión subjetiva a que ha llegado no tenga ningún punto en común con el indígena, si no es la de su misma subjetividad. Esta dificultad no podrá superarse si, en hipótesis, las subjetividades fueran incomparables e inconmensurables, si la oposición entre yo y los demás no pudiera superarse en un terreno que es también aquel donde se encuentra lo objetivo y lo subjetivo, es decir, en el inconsciente. En efecto, por un lado, las normas de la actividad inconsciente están siempre fuera de la comprensión subjetiva (podemos tener conciencia de ellas, pero como objeto); por otro lado, sin embargo, son ellas las que determinan las modalidades de esta comprensión” (Lévi-Strauss, 1971: 27).