jueves, 4 de abril de 2013

REFLEJOS DE ABRIL




Álamos de abril
por la vieja senda.

La fuente se iba
contando sus quejas,
sus sueños de antaño
entre las cañas secas.

El viento traía
rumores de hierbas,
de claras fontanas,
sus tristes cadencias.

Era una tarde
de polvo, serena.

El sol de abril reía
temblando en las nuevas
ramas de los álamos
y en el agua tersa.

¡Cómo sonreía
rimando leyendas
de sueños, mi alma
peregrina isleña!

Corría abril
en la tarde aquélla
corría soñando…
soñaba la senda.

La fuente huía
peinando la hierba,
se iba cantando
rimando querencias.

¡Llorando agua verde
caía la tarde bella!

Los campos de mieses
Las viñas dispersas,
grises encinares
castellanas sierras.

Caminos del sol
que lentos se alejan
elevando su risa
de eterna leyenda.

Conmigo te llevo,
mi prenda bermeja,
de mieses y soles,
pinares y sierra.

Soñando mi alma
guarda tus ausencias.


Salamanca, 30 de enero de 1962
Publicado en Imágenes de Villorido, abril, 2011.

PASCUILLA DE ABRIL





Pascuilla de abril siempre con algo nuevo que estrenar ¿Qué os parece? Oh, sí, desperezo de juventud, belleza, vividora alegría, primavera del campo.
                
 Un día vino mi hermano Jesusín y me dijo muy asustado:
                -¡Mira, alguien está plantando clavelinas en el jardín!

Sí, me reí mucho de él, y me reí, sin querer, de mi propia ignorancia. Como si de la inocencia del niño no tuviéramos nada que aprender. Y él comprende mejor la naturaleza que nosotros. Él, que no tiene costumbres, ni rígidas las venas verdes de sus brazos, está mejor abierto al mensaje de abril: creación y flores, viento del sur sonoro de azahares, pascua de la naturaleza. Invitación a la Pascua también del cristiano como nueva vida creada del costado, sangres y agua, de Cristo. Pascua y Abril: naturaleza y gracia de Dios.

Cuando os sentéis esta tarde en el recuesto florecido, veréis los lirios del campo, que no siembran y, sin embargo, les viste Dios (Lucas, 12, 27-28); o si bebeis de bruces de la fuente, evocareis el bautismo, la blancura de los catecúmenos o la Pascua misma que es Cristo, fuente de Aguas vivas.
Si alguno tiene ser
venga a mí
y beba.
El que cree en mí,
-como dice la Escritura-
De su seno correrán ríos de agua viva
(Juan, 7, 38).

                ¡No os aconteció esto alguna vez? Me diréis que no, que ni siquiera se os ha ocurrido. Y, sin embargo, aun hay niños que dicen: “¡alguien está sacando agua de la fuerte!”.
                La Pascua es la nueva vida del cristiano y siempre con el preludio del  Viernes Santo. La pascuilla es una prolongación (prórroga) del día grande de Pascua. La pascuilla son los días siguientes. Por eso, es una apertura a un día nuevo, a continuar viviendo la Pascua. ¿Cómo? (Siempre hay un interrogante).Porque hay que buscar la razón de lo sinsentido, enfrentarse a lo rígido que no nos deja actuar. Y siempre hemos de encontrarlo en la naturaleza y en la gracia de ese “Alguien”, que sin permiso suyo no caen los pájaros al suelo (Lucas, 12, 6).

                Yo quisiera inaugurar la Pascuilla de Abril de una vez para siempre. Inaugurar el abril de los jardines, de las alamedas: inaugurar la naturaleza siempre viva (latente) en los sentimientos del paisaje. Tenéis que asomaros a la naturaleza para comprender la biblia, y a través de ésta la liturgia cristiana: el bautismo, la eucaristía, etc. Siempre nueva, nacida de la Vida Divina, la liturgia “es un juego delante de Dios”. Para alcanzar este presente de Cristo, quiero inaugurar la Pascuilla de Abril, como un capullo, (siempre ) abriendo, tan hermoso, la aurora de sus pétalos.

Salamanca, Pascuilla de abril de 1965.
Publicado en Imágenes de Villorido, abril de 2012.
 

LOS DESAFÍOS ETNOLÓGICOS A LA REFLEXIÓN EN VENEZUELA






















 AL GRAN CERO

Cuando el Ser que se es hizo la nada
y reposó, que bien lo merecía,
ya tuvo el día noche, y compañía
tuvo el hombre en la ausencia de la amada.

Fiat umbra! Bortó el pensar humano.
Y el huevo universal alzó, vacío,
ya sin color, desustanciado y frío,
lleno de niebla ingrávida, en su mano.

Antonio Machado: Los Complementarios, 
En OBRAS COMPLETAS, Austral, Madrid, 1962, 247.


LOS DESAFIOS ETNOLOGICOS A LA REFLEXION EN VENEZUELA.

 Indice general:
A. Los Territorios del Proyecto Filosófico.
B. Los Insumos de los Datos Positivos.
C. El Orden Cultural Fuerte y el Pensamiento Débil.
D. De cómo salvar las Distancias Filosófica y Etnológicas.


“-Procura en su trabajo desacralizar la filosofía...
         -Sí, no creo que lo sagrado en cultura sea muy  bueno porque o sagrado es aquello que no queremos tocar y algo que no se quiere tocar no es bienvenido. ¿Para qué quiere uno la filosofía si no la puede tocar? Además, todos en cierta medida somos filósofos. Todo el mundo se hace preguntas, todo el mundo se pregunta cosas.
         -¿El secreto está en las respuestas?
-El secreto está en mantener la curiosidad que da nacimiento a esas preguntas. La filosofía no da soluciones, da, sí, respuestas que permiten seguir viviendo junto a las preguntas. Si uno llega a una respuesta sobre la muerte no significa que llegó a solucionar la muerte. La filosofía pretende seguir manteniendo vivas las cuestiones que nos hacen humanos”(Savater, 1998, 53)

“Para tal fin me pareció inadecuado, pedante y hasta cruel, entregar mi hallazgo a las demandas del estilo académico…Preferí lo contrario, poner mis modestos recursos académicos a la disposición del discurso original, tratando, eso sí, de arpegiar lo que he oído como acorde en los escritos, en la tradición oral y en la conducta de mi gente”(Briceño Guerrero, El Laberinto de los Tres Minotauros, 211).


A. Los Territorios del Proyecto Filosófico.



            Cuando Briceño G. inicia el tema del tercer minotauro, el discurso salvaje en América, se encuentra con el reto teórico que implica el método de exposición, donde la palabra (académica) puede ser una tremenda limitante para expresar literariamente los datos de un discurso caracterizado por su originalidad, es decir, por ser fundamentalmen-te raigal. Frente a la palabra (reflexiva), la música como recurso estético o sensible, hu-biera sido más  afín a este fondo (étnico) discursivo. Con esta clave metódica, el autor de El Laberinto, produce la exposición de dicho discurso, pretendiendo salvar las distancias  entre la significación (étnica) y la reflexión (filosófica): en la elección del recurso litera-rio Briceño sabe que  compromete las significaciones etnográficas, que como materias primas va a trabajar reflexivamente, esto es, los datos concretos de su reflexión general.
            Con este ejemplo no queremos afirmar que el objeto de la antropología etnológica sea solamente, y ni mucho menos, el de los pueblos primitivos, ni que lo “salvaje”, o silvestre mejor, como circunstancia del ‘etnos’ identifique únicamente lo “original” en cuanto lo puro o auténtico. La antropología como ciencia positiva no se dedica al estudio del hombre a partir exclusivamente de su magma asilvestrado, sino del etnos en todas y cada una de sus circunstancias de autenticidad: también, pues, lo castizo, lo añejo, lo perdurable, lo exquisito. Por otra parte, desde el evolucionismo y el funcionalismo hasta el estructuralismo, la antropología hermenéutica y el etnopsicoanálisis, la antropología --esa ciencia taimada (Geertz, 1994,116)-- ha visto transformado constantemente su objeto de estudio sea con relación a las sociedades complejas (desde las sociedades campesinas hasta las modernas), sea la esfera biosocial, o los intersticios psíquicos; por lo que ha tenido que colaborar interdisciplinariamente  con otras disciplinas para remediar el de-crecimiento de sus rendimientos explicativos.
La “inspiración antropológica” conduce a estudiar el etnos o modo de producción semántica general, como un acceso privilegiado para el estudio del hombre, de suerte que se suele confundir antropología (estudio del hombre) con etnología (estudio de la cultura o etnos) dentro de lo científico positivo. La etnología contiene esa lucha interna consigo mismo, pues no traza los límites entre el hombre y la cultura, y al mismo tiempo los umbrales de conexión no se encuentran bien precisados. El ideal de Kant para quién la filosofía (moderna) es, por vocación objetiva, esencialmente antropológica, no ha ayu-dado mucho a la teoría antropológica en este sentido. Y no pudo hacerlo porque difícil-mente se ha planteado su relación dialéctica con la etnología, al mismo tiempo que el área objetiva de la etnología se encuentra aún imprecisa, por no decir superficial entre los mismos antropólogos positivos, debido tanto a su “ilusión etnológica” como a su “etnologismo crítico”. Aquélla identifica etnología y primitivismo, éste sufre de nostalgia de la barbarie (Cf. Bueno, 26 ss; 141 ss).
El ideal kantiano necesitaba, dentro del desvío de la filosofía idealista alemana, formular el “giro antropológico” con el fin de trabajar una concreción positiva, ya biológica ya sociológica. El descubridor del mismo, Feuerbach, no logra la inserción positiva del mismo, por lo que los tres grandes críticos de la modernidad clásica inmediatamente después: Marx, Nietzsche y Freud, se encaminan a  desintegrar la uniformidad de la idea del hombre con objeto de plantearla en su división y heterogeneidad. Marx toma la vía de lo económico social colocando a un lado las significaciones étnico-nacionales; Nietzsche se orienta hacia lo estético, después de aceptar que las ficciones de lo social son la “sustancia” donde ocurre la única realidad, que como tal es contingente; Freud neurotiza la vida social, cuando su propósito es salvarla de la neurosis. En el mismo punto en que se evapora el ser como uniforme, se origina una búsqueda nostálgica del ser en sus fragmentos instrumentales.
            El resultado de la crítica a la razón instrumental llevó al desvío de retorno a preguntarse por los orígenes del ser, pero fraccionando éste en parcelas positivas, presionará el surgimiento de las disciplinas científicas destruyendo filosóficamente la unidad teórica del hombre. La lucha de clases se corresponderá con la idea de la religión como opio del pueblo, la división de la conciencia terminará por entender la religión como una neurosis colectiva, y la multiplicidad de las máscaras de los personajes del drama social culminará en la representación de la muerte de Dios. En suma, se desplaza la respuesta al problema de la idea del hombre, a partir del olvido de lo étnico tomando a la crítica racionalista de la religión como su referencia tradicional privilegiada. De esta suerte, la razón instrumental se desarrolla unilateralmente como racionalismo a costa de la disminución del sujeto, creador de la significación. La crítica reflexiva se mantenía paralela y lejana de las obras de la imaginación humana, como la palabra lo hacía respecto de la música en la imagen de Briceño Guerrero. Trágicas o farsescas, “las obras fundamentales de la imaginación humana (una saga islandesa, una novela de Austin, o una cremación balinesa) expresan con igual intensidad la reconfortante creencia de que todos nosotros somos iguales y la inquietante sospecha de que no lo somos”(Geertz, 1994, 57) ¿Será el destino el que traza la distancia entre etnología (significación) y la filosofía (reflexión)? ¿O siempre existirá la distancia como proyecto que conlleva la posibilidad de trabajar la cercanía de la filosofía dentro de una buena entonación étnica? 
B. Los Insumos de los Datos Positivos.
            Esta problemática tiene doble entrada: ya desde la etnología o el conocimiento científico social de las significaciones colectivas como soporte de la acción reflexiva, ya desde la filosofía o el pensamiento como servicio a la construcción de teorías científicas. Nuestra entrada es la primera en la medida en que la problemática se genera desde el olvido de los insumos de la propia significación (étnica) para justificar una reflexión concreta y universal sobre la heterogeneidad de la idea del hombre. Pero es una entrada elaborada como reflexión filosófica sobre la Cultura como “comentarios de salida” de mi laboratorio específico de trabajo (Cf. Bueno, 134) Es pues una Idea (filosófica del etnólogo que va en busca de los datos etnológicos. 
En consecuencia, para relanzar el problema de la reflexión sobre el hombre, es necesario resolver los asuntos explicativos, que se refieren a las circunstancias de realización de la idea del hombre que han puesto sobre la mesa las ciencias positivas organizadas para dar respuesta a la crítica de la modernidad originada a su vez en torno al ‘giro antropológico’ de la filosofía. Si durante el siglo XX, la filosofía ha sido motivo de inspiración de la teoría científica, a pesar de las trampas en que filosofía y ciencia cayeron debido a los desvíos de la racionalidad instrumental que ha dominado su desenvolvimiento, al finalizar el siglo y en torno a la crítica de la modernidad se tiene la necesidad de su convergencia para ventaja mutua, convergencia que implica su mutuo enfrentamiento, no su mezcla o confusión.
            Hay una problemática que las convoca y es el retorno de la subjetividad como uno de los principios de la modernidad, junto al de la racionalidad. Equilibrando la dosis de racionalidad instrumental, la investigación científica debe acercarse al punto sensible del sujeto sociológico y cultural, con objeto de ofrecer al pensamiento fiilosófico la posibilidad concreta de arraigarse en la relación sociocultural y adquirir una subjetividad reflexiva con densidad significativa. La subjetividad sociocultural o étnica cumple con el papel de una circunstancia o dispositivo esencial de la realización de la reflexión filosófica; es lo que permite a ésta arraigarse, tomar tierra, en un campo de significaciones colectivas. No tanto es la temática general de la reflexión, sino la forma de hacer la reflexión de acuerdo a las preguntas y  las respuestas que emergen del campo de las significaciones, lo que permite identificar al pensamiento filosófico con un precinto nacional o local, de una escuela, de un autor o autoridad, de un área problemática real. Esta oportunidad nos la otorga la crítica de la modernidad en cuanto permite el método de desplazamiento consistente en pasar de la investigación del conocimiento objetivo, soportado unidimensionalmente sobre la racionalidad instrumental, a la investigación del reconocimiento subjetivo que se inscribe multidimensionalmente sobre los dos principios, el de la subjetividad y racionalidad. En términos de la antropología etnológica, tal proposición muestra el desplazamiento de los relatos funcionalistas de las estrategias sociales a los relatos interpretativos de los tipos de vida, esto es, de una descripción empirista de las relaciones sociales a una hermenéutica de las mismas. Aunque la subjetividad no se agota en una hermenéutica (subjetivista), según se puede observar de acuerdo a una antropología del proyecto o de la acción social. En este último tipo de antropología (sociológica), la auto-referencia de la interpretación (círculo hermenéutico) se lleva sobre hechos objetivables y se evita así lo vicioso del círculo, esto es, el subjetivismo a que tiende, como tal, la hermenéutica.
Más allá de la interpretación sigue existiendo la estructura social (Crespi, 1990; Gellner, 1994; Devereux, 1973). Ello permite mantener a la interpretación en su papel técnico instrumental y no hacer de la hermenéutica una esquizofrenia. De lo contrario la auto-referencia terminará en el subjetivismo, y el trabajo disciplinario se verá  liquidado o al menos reducida al mínimo su proyección particular. La auto-referencia subjetivista supone unos límites de cierre monádico, cuando la dinámica del intercambio de los hallazgos encontrados supone más bien umbrales de comunicación, entendidos no de otra manera que como referencias objetivas u oferta de servicios a otras esferas de producción disciplinaria. En este sentido, entre la significación etnológica y la reflexión filosófica debiera establecerse una interdisciplinariedad complementarista; no se trata de adicionar sentidos diversos para hacer un solo discurso, sino de hacer coexistir varias explicacio-nes que por sí solas pueden caer en una involución retoricista cuando su rendimiento deviene decreciente o cuando, al ser auto-referencial, se encauza en un círculo vicioso. Si la etnología incursiona “sin mediar palabra” en los dominios filosóficos es muy posible que se vuelva una chatarra que hace ruido; y si la filosofía pretende dar cuenta de las problemáticas positivas no puede hacerlo sino con criterios descriptivos o superficiales que semejan conceptos científicos y que terminan siendo “mariposas etnológicas” según la metáfora de Leach (1971). Es el caso de la antropología filosófica escolástica, que al trazarse una vocación cosmopolita (universal, ‘católica’), descuida la sabiduría de la experiencia concreta y desecha las particularidades significativas que produce cada pueblo o nación. Laicizada, sin embargo, la reflexión antropológica suele mantenerse en la lógica escolástica, pues persiste en no ir en búsqueda de las “cristalizaciones significativas” (datos etnológicos) que expresan las particularidades de cómo cada pueblo, etnia o nación, construyen sus modelos comprensivos en orden a entender el mundo visible e invisible y a sí mismos.
Por su parte, si la etnología quiere servir (ancilla) o ser referente de la filosofía no tiene otra alternativa que la de proporcionarle el ámbito de las significaciones colectivas, como lugar del sujeto (cultural). Y es en busca de esta significación que tiene que moverse la filosofía como proceso de intercambio reflexivo, pues “la etnología es ahora fuente positiva de materiales indispensables para reconstruir  genéticamente el mundo de nuestras Ideas y, junto con la Psicología o la Sociología, desempeña la función de “embriología” de la conciencia racional. Por intermedio de las “formas bárbaras” es posible llegar a veces a descomponer relaciones entre Ideas que se presentan como directas, y que resultan ser, por ejemplo, productos relativos dados a través de términos etnológicamente perfilados”(Bueno, 147-148). Pero la conciencia racional no emerge embrionariamente de la significación (étnica) si no se percibe y reconstruye reflexivamente.
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(Continua en el siguiente cuadro)
Publicado en Samuel Hurtado: Contratiempos entre Cultura y Sociedad en Venezuela, Ed. de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales, Universidad Central de Venezuela, Caracas, 2013.